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Universidad
La Transición española es un periodo que entra en el temario que aprendieron en el instituto los estudiantes que colmatan esta tarde de jueves el salón de actos de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Sevilla (US). Una lección que les enseñaron como cualquier otra etapa de la historia de este país. Pretérito que ya les suena lejano. Medio siglo la contemplan, aunque aún siguen disfrutando de los logros de un proceso de referencia internacional.
“La Constitución la hicimos pensando en vosotros”. Es la frase con la que Miquel Roca, abogado y uno de los siete padres a los que se les encomendó la redacción de la Carta Magna de 1978, saluda a los alumnos. De los principios que la sustentan habla este reconocido letrado en un acto incluido en el programa de doctorado de este centro de la Hispalense. Previamente, intervienen el decano de la Facultad de Derecho, Fernando Llano ;y la vicedecana de Investigación y Doctorado y catedrática de Derecho Mercantil, Josefa Brenes.
Roca es un creador nato de titulares. El ex político aporta uno por cada idea que lanza en su discurso. “En España no se ha llevado bien lo de convivir”, manifiesta cuando alude a uno de los objetivos que marcaron la redacción de la Constitución. “Nos ha caracterizado mucho la confrontación civil, el ruido de sables”, admite el abogado, quien insiste en que la nueva Carta Magna –la primera que se sometía a referéndum– no se limitaba a poner fin al periodo franquista, sino a “cicatrizar” una herida histórica. “Veníamos a darle respuesta a la intransigencia”.
El discurso de Roca no se queda en el ayer, en lo que supuso la Constitución del 78, sino en su vigencia. No le hace falta mencionar casos concretos del presente. Se vienen a la mente en cada enunciado. “No participamos en la primera ni en la segunda guerra mundial porque en este país estábamos demasiado ocupados en matarnos entre nosotros”, abunda en la descripción histórica de la convivencia española. Fácil imaginar aquel cuadro de Goya de dos hombres matándose a garrotazo limpio.
Los padres de la Constitución fueron meros intérpretes de “lo que escribía el pueblo”. “Los ciudadanos querían convivir en paz y nos pidieron que lo hiciéramos posible”, recuerda Roca, quien trae a colación una de las muchas estampas memorables que dejaron aquellos años. La mesa de edad en la que la Pasionaria y Alberti se dieron la mano con quienes fueron 40 años antes enemigos a muerte. Algo muy importante estaba cambiando en España. Y había mucho empeño en que así fuera.
Un aviso a los futuros abogados que llenan el salón (algunos de ellos más pendientes de los mensajes de whatsapp que de las palabras del conferenciante): “El Derecho es fundamentalmente la voluntad de cumplirlo”. Coda con hilo directo con la actualidad. “La Constitución no tiene la culpa de los problemas actuales de España, si acaso la responsabilidad es de quienes deben tener la voluntad de cumplirla”.
El acto sigue sin bajarse del presente. “Estábamos obligados a hacerle comprender a la sociedad que el pluralismo político nos enriquece. Actualmente podríamos pensar que este concepto lo complica todo, pero si se eliminara, lo haría todo mucho más difícil”, advierte Roca.
Otro aviso a navegantes. “No hay libertad al margen del pacto y no hay pacto sin renuncias”. Un principio que en la actual política española parece inasumible. El padre de la Constitución lo admite. “Me gustaría encontrar este espíritu en situaciones de hoy”. Reto complicado.
Un principio de la Carta Magna fue devolver la soberanía al pueblo. Todos los poderes quedan sometidos a ella. Esta defensa obligó a importantes renuncias, como “la forma del Estado”, si República o monarquía. “No podíamos encallarnos en esa discusión, la soberanía del pueblo debía quedar por encima y garantizada”, rememora Roca. “Hoy aquel debate queda relegado, si acaso, en el capítulo 27 de los problemas de España”, añade.
Uno de los objetivos en los que más empeño se puso en aquella redacción fue conseguir “un poder judicial independiente”. “No fue fácil”. Roca no se anda con rodeos en una época en la que los propios políticos ponen en duda esta independencia. “Siempre proclamaré que creo en la independencia judicial”.
El abogado catalán hurga en una herida que lleva abierta más de una década. La desconfianza y descrédito de las instituciones. El ejemplo más evidente, lo sucedido el pasado fin de semana durante la visita de los Reyes y el presidente del Gobierno a la zona cero de las inundaciones en Valencia. “Os pido que hagáis respetar el valor de las instituciones. Son un pilar fundamental de la democracia que estamos obligados a defender. Lo contrario es una ética frívola, poco ejemplarizante”. En los tiempos actuales este cometido, probablemente, resulte el más complicado de cumplir.
Se habla también del Estado de las autonomías que salió de la Carta Magna. “Aquello que era bueno para Cataluña no se le podía negar a Castilla y León”. Defiende que la Constitución es la mejor garante de la descentralización, para la que se tomó de modelo Alemania. “Aunque a ellos se la hicieron los norteamericanos y en España la logramos nosotros”, apostilla.
La mayoría de los alumnos permanecen en el salón. Un mínimo porcentaje se ha marchado antes del final. “Es legítimo que se quiera reformar algunos puntos, pero antes hay que reconocer que lo que se hizo fue extraordinario”, continúa el letrado.
Un mensaje contra el desánimo. “No podemos arrebatarnos a nosotros mismos el convencimiento de que somos capaces de conseguir cosas importantes”. El último recuerdo: tras aprobarse en la Transición el Estatuto de Cataluña, una de las primeras felicitaciones que Roca recibió fue de Blas Piñar. “Te doy la enhorabuena porque sé que para ti es un logro importante”, le dijo el presidente de Fuerza Nueva. Final de conferencia redondo. “Esto es un ejemplo de lo que necesita España ahora”.
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