Minerva Salas: una carrera de obstáculos

Política municipal

La nueva responsable del área de Fondos Europeos deja atrás una complicada gestión en Cultura y Deportes

El aplazamiento del Festival de Cine y el cierre del Lope de Vega fueron sus medidas más polémicas

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Minerva Salas, junto al cartel que ha diseñado para la próxima Bienal el pintor Miquel Barceló. / Francisco J. Olmo / Agencias

Tras la remodelación del gobierno municipal,Minerva Salas afronta una nueva etapa en la que se encargará del área de Fondos Europeos, Agenda Urbana y Sostenibilidad. Deja atrás su labor como delegada de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Sevilla, un empeño en el que protagonizó sonadas polémicas –vinculadas al Festival de Cine y al cierre del Lope de Vega– y también enarboló la Bienal de Flamenco y la Feria del Libro como grandes apuestas del Consistorio. Una gestión discutida pero que, para sus allegados, revela el carácter guerrero y la valentía de Salas. “Cuando aceptó hacerse cargo de Cultura, sabía que iba a estar en el punto de mira, porque el anterior alcalde, Antonio Muñoz, había sido delegado de la materia y conocía bien el tema”, comentan en su entorno.

Aunque antes de llegar a la Plaza Nueva fue delegada de Cultura de la Junta en Sevilla, Salas procedía de otro mundo y su nombramiento despertó una mezcla de recelo y curiosidad. ¿Sabría entender alguien que se había dedicado a la representación de futbolistas la complejidad del entramado cultural de la ciudad? Uno de los primeros pasos de su departamento dio la razón a los agoreros. El aplazamiento del Festival de Cine Europeo a la primavera de 2024 para centrar las energías en la visita de los Grammy Latinos, una medida que sus responsables no calibraron, desbordó al recién estrenado equipo de Sanz. “Es incompatible [el festival] con el desarrollo de las numerosas y extensas actividades que se están preparando con motivo de los Grammy, que por primera vez se celebran fuera de Estados Unidos y que van a suponer todo un acontecimiento para la ciudad”, argumentó entonces Salas, sin sospechar que los aficionados al SEFF, que ese otoño cumplía dos décadas, iniciarían una campaña de alcance internacional a la que mostraría incluso su apoyo la European Film Academy. 

La nueva fecha, denunciaban voces especializadas, condenaba a la insignificancia a un festival que de la mano de su anterior director, José Luis Cienfuegos, se había erigido como un escaparate de vanguardia en una ciudad tantas veces acusada de anticuada. Frente a los festivales de Málaga y Cannes, programados también en la primavera, poco podría hacer Sevilla para elegir películas y conformar una programación sólida, más allá de contentarse con las sobras. El descontento y la polémica crecían, y apenas una semana después de aquel anuncio, el 8 de agosto, el equipo municipal reubicaba el festival en el otoño y sofocaba así aquel incendio provocado: se haría, dijeron, “una edición especial” debido a la falta de tiempo. En ese 20 aniversario desdibujado por la imposibilidad, desde el Ayuntamiento consiguieron salvar los muebles.

Poco después, Minerva Salas se topaba en el camino con otro obstáculo: una inspección avisaba de una serie de deficiencias en el Lope de Vega, el mal estado de la bóveda o del telón cortafuegos entre otras, que ponían en peligro a “actores, trabajadores y público”, dijo entonces la delegada. En este episodio, su círculo más cercano identifica el pragmatismo y la firmeza que caracterizan a Salas.“Tomar una determinación así, que no va a gustar, pero que es recomendable por cuestiones de seguridad, requiere cierta valentía”, dicen. Para los profesionales de las artes escénicas, sin embargo, el cierre del Lope de Vega y la reubicación de los espectáculos en otros espacios como el Cartuja Center se gestionó con torpeza e “improvisación”. A final de septiembre, los espectadores e incluso los productores de algunos montajes desconocían qué reservaría la temporada.

Salas, alegó la delegada en más de una ocasión, lidiaba en su desempeño con una pesada herencia: un Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS) definido por los trabajadores del sector como una estructura lastrada por la burocracia y los problemas, que Antonio Muñoz intentó remodelar sin encontrar apoyos. En agosto de 2023, ya con el PP al mando del equipo municipal, el gerente que había sido nombrado apenas un mes antes, José Lucas Chaves, se marchaba alegando “motivos personales”; en diciembre, Ruperto Merino, designado para elaborar la programación cultural del ICAS, se escapaba a Madrid como director gerente de los Teatros del Canal. En este curso se supo también que el Festival de Música Antigua (Femás) y la Bienal de Flamenco habían perdido ayudas del Ministerio de Cultura porque desde el ICAS las solicitudes se presentaron fuera de plazo. 

Menos quebraderos de cabeza dio a Salas la Feria del Libro de Sevilla, una cita apreciada por el alcalde que ha visto aumentado su presupuesto y que en su última convocatoria tuvo entre sus invitados a autores de la talla de Luis Landero, Fernando Aramburu o Mariana Enríquez. Otro flanco en el que la delegada había trabajado con más ilusión era la próxima Bienal de Flamenco, en la que junto a su nuevo director Luis Ybarra buscaba “llenar los teatros de oles” y de “momentos únicos”, como la noche dedicada a Paco de Lucía que abrirá la programación el 12 de septiembre.

Salas, que en la vertiente de Deportes “se ha volcado, se ha recorrido las instalaciones deportivas de la ciudad y se ha preocupado de cómo mejorarlas”, señalan fuentes cercanas a la delegada, gestionará ahora los fondos europeos, la “agenda urbana” y las cuestiones relativas a la sostenibilidad, lo que supondrá que “los grandes proyectos pasarán por su área. Ella va a estar implicada”, concluye una voz próxima, “en la redefinición que vivirá la ciudad”.

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