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Las mil excusas de un conductor borracho

Un detenido se defendió alegando que no era el conductor del coche y que estaba aparcando

R. S.

11 de agosto 2013 - 05:03

La Audiencia de Sevilla confirmó la condena de un año y medio de retirada del permiso de conducir y dos multas de 60 y 1.620 euros impuestas a un joven que fue detenido en octubre de 2010 cuando estaba conduciendo un vehículo por una calle de Los Remedios a las 8:55 del 17 de octubre de 2010. Según los jueces, el acusado cometió un delito contra la seguridad vial y una falta contra el orden público.

En la sentencia, la Audiencia Provincial confirma la condena impuesta por el Juzgado de lo Penal número 5 de Sevilla y desestima las "peregrinas" explicaciones del acusado, que afirmaba que estaba aparcando cuando fue abordado por los agentes del orden. El organismo judicial también desestimó la versión de los amigos del acusado, "que se limitaron a decir que el vehículo era de un tercero".

Los jueces basan su decisión en las declaraciones del agente de la Policía Local que desmontan algunas "contradicciones e inconsistencias". Como ejemplo, el joven admitió que los policías le dieron el alto después de alegar que estaba estacionado. El conductor también aseguró que el coche lo llevaba un tal Curro Castillo, que no fue llevado al juicio por parte del acusado para defenderse.

Según la declaración del agente presente en el incidente, el condenado conducía un Seat León por la calle Virgen de Luján y al ver al patrullero se introdujo en una calle adyacente donde intentó estacionar el vehículo. El joven, que seguía sentado en el asiento del conductor cuando los agentes lo retuvieron, reconoció haber bebido antes de conducir, para luego negarlo .

Después de pasar por el test de alcoholemia, los resultados arrojaron una tasa de 1,12 miligramos de alcohol por litro de sangre, más del doble de la permitida. La sentencia de la Audiencia también recoge que el conductor "tenía dificultad para articular palabra y mantener una conversación coherente". También presentaba otros signos de embriaguez, como "habla pastosa, ojos enrojecidos, fuerte halitosis alcohólica y pérdida de la verticalidad". Una vez en dependencias policiales, espetó a los agentes frases como: "No tenéis huevos de entrar en las Tres Mil Viviendas y me molestáis a mí haciéndome perder el tiempo, siendo yo el que os paga".

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