Mazazo al imperio de la marihuana en las Tres Mil Viviendas
Más de 80 agentes desarrollan la segunda fase de la operación Vulcano, que se centra en acabar con los cultivos de cannabis
Los vecinos creen que la violencia es fruto de veinte años de malas decisiones políticas
Nuevo golpe policial en las Tres Mil Viviendas, esta vez contra el imperio de la marihuana. La Policía Nacional desmanteló ayer nueve plantaciones de cannabis instaladas en varios bloques del Polígono Sur. Es una de las mayores operaciones contra el cultivo de esta droga en los últimos años, cuando la marihuana ha colonizado edificios enteros de esta zona de Sevilla, considerada la más pobre de España. Sólo basta el olor y una mirada a los cables de la luz que recorren los edificios para observar hasta dónde ha llegado el fenómeno de los enganches ilegales y de las plantaciones de cannabis, controladas por clanes familiares que funcionan como organizaciones criminales en toda regla.
La operación de ayer es la segunda fase de Vulcano, como se llama a la investigación que la Policía Nacional decidió explotar el pasado miércoles. Fuentes policiales aseguran que es un trabajo que se lleva haciendo desde hace meses, pero que se ha precipitado a raíz de los tiroteos con armas de guerra registrados en este barrio el pasado sábado. Tras la macrorredada del miércoles, con diez detenidos (sólo uno ha ingresado en prisión) y la incautació de armas y drogas, el jueves se hicieron registros en Palmete y Carmona y ayer de nuevo en las Tres Mil Viviendas.
Fue en la zona de las 800 de Martínez Montañés donde se concentraron la mayoría de los registros, en los que se pudo ver a los policías portando arietes y mazas para derribar puertas y tabiques. Después, la Policía difundió un vídeo de los registros en los que se puede ver una gran cantidad de plantas de marihuana, perfectamente distribuidas en pisos convertidos en invernaderos.
Más de 80 agentes se desplegaron desde primera hora de la mañana por el Polígono Sur, de nuevo con el apoyo del helicóptero y de la unidad de Caballería, que toda esta semana ha estado patrullando las calles de las Tres Mil Viviendas para imponer de nuevo la normalidad rota por los más de doscientos disparos, algunos con armas de guerra, que se lanzaron la tarde y la noche del sábado. La operación la lleva la Policía Judicial y en ella también participaron agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), de la que destacó la vistosidad de las motos de gran cilindrada.
Tras varias horas de registros, la Policía sacó a varios detenidos, aunque no ha trascendido el número concreto de ellos. Uno de los arrestados fue sacado de su casa con una sudadera con capucha, un pantalón de pijama de Spiderman y unas chanclas. Así fue introducido en un patrullero. Antes, los agentes habían sacado una gran cantidad de bolsas de basura de tamaño industrial de las viviendas, todas ellas repletas de plantas de marihuana. Aún no se ha hecho balance de la operación Vulcano, aunque la Policía sí avanzó ayer que de ella van a salir dos nuevas investigaciones, una dirigida contra el tráfico de marihuana, que ya se puso en marcha ayer mismo, y otra contra la tenencia y el uso ilícito de armas de fuego. Ambos fenómenos están íntimamente relacionados.
Tres de los diez arrestados el miércoles fueron puestos ayer a disposición judicial y sólo uno ingresó en prisión. Dos de los tres arrestados –los que han quedado en libertad– se acogieron a su derecho constitucional a no declarar. Inicialmente, se les atribuyen presuntos delitos de tenencia ilícita de armas y contra la salud pública.
Lipasam aprovechó la fuerte presencia policial para limpiar las calles del barrio con maquinaria pesada. Falta hacía, pues se había acumulado bastante basura en las últimas semanas. La tensión que se vivió en el barrio el pasado fin de semana se ha rebajado bastante. Una mujer bailaba ante las cámaras de televisión con un jersey tapándole la cara. Un policía paraba a un ciudadano que llevaba a un niño en un patinete eléctrico, y encima circulaba a contramano. Un vecino refunfuñaba al ver el despliegue frente a su casa. “No tienen huevos de venir si no traen a tanta gente”, decía, entre dientes. Mientras, el helicóptero sobrevolaba una y otra vez las Tres Mil Viviendas.
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