Las matronas llevan tricornio

Tres agentes de la Guardia Civil ayudan a dar luz a una mujer que no pudo llegar a tiempo al Hospital Virgen del Rocío porque se lo impedía el atasco de diez kilómetros que se encontró en la SE-30

Un agente sostiene al bebé, en una foto hecha con un móvil.
Un agente sostiene al bebé, en una foto hecha con un móvil.
Fernando Pérez Ávila

14 de abril 2010 - 05:03

Francisco González Espinal escogió la SE-30 pensando que sería el camino más rápido para llegar al Hospital Virgen del Rocío desde su casa, en la Avenida de la Barzola. No habían dado todavía las ocho y media de la mañana. Su mujer, Eduvigis Cordero Martín, estaba a punto de parir. "Cuando llegamos a la SE-30 nos encontramos con un atasco de diez kilómetros". No había tiempo. El parto era inminente. Francisco vio a una pareja de la Guardia Civil que se encontraba haciendo un control de velocidad mediante radar en la misma SE-30 y les pidió que le abrieran paso hasta el hospital.

"Íbamos circulando hacia la comandancia y estábamos haciendo un servicio preventivo de velocidad. Vimos cómo un conductor nos hacía señas y nos explicaba que su mujer estaba a punto de parir y que no llegaban al hospital. Rápidamente le abrimos paso, con un vehículo delante y el coche del radar con otro compañero detrás, pero llegó un momento en que era imposible avanzar más", explica uno de los guardias civiles que estaba en el control, José Manuel. El conductor se detuvo en la avenida de Hytasa. Su mujer paría. "Vi que el parto era inminente. Un compañero se puso a regular el tráfico, otro llamó al 061 para que nos fueran indicando los pasos a seguir por teléfono y yo me puse los guantes", explica el guardia.

"Yo estaba nervioso, pero tampoco podía dar una imagen de nerviosismo porque los padres lo estaban todavía más. Así que comencé a decirle a la mujer que empujara y que se tranquilizara porque el bebé iba a salir ya. Y así, chiquilla empuja, chiquilla empuja, hasta que salió el niño y me puso perdido". Lo cuenta horas después, tranquilo y entre risas, pero dice que fueron momentos delicados. "Cuando ya vimos que el niño estaba bien nos tranquilizamos. El padre se derrumbó y me dio hasta dos besos. Es un servicio del que nos sentimos muy orgullosos". Cuenta el agente que su única experiencia como matrona hasta la mañana de ayer se remonta a ser testigo presencial de los partos de sus dos hijas.

Los tres guardias del destacamento de Tráfico de Sevilla que participaron en el servicio, José Manuel, Juan Carlos y Antonio, visitaron a mediodía de ayer a la familia en el Hospital Virgen del Rocío. El niño, Cristian, pesó 3.400 gramos al nacer y se encuentra en perfecto estado de salud. El padre, Francisco, actualmente desempleado, asegura que le agradecerá a los guardias civiles lo que hicieron ayer por él. "Les agradeceré toda la vida lo que han hecho por nosotros. Si no llegan a ayudarnos no sé qué hubiera ocurrido". La madre, Eduvigis, administrativa de profesión, explicó que se encontraba muy nerviosa y que sólo podía decirle a su marido que parase el coche porque iba a dar luz de manera inmediata. "Ahora lo cuento como una anécdota, pero me he agarrado tan fuerte a los guardias civiles que deben tener marcas en los brazos", dice.

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