Las matriculaciones en educación de adultos aumentan un 25% en cuatro años

Educación

Hasta un 40% del alumnado continúa los estudios en enseñanzas posobligatorias tras obtener la titulación en ESO. La crisis se ha convertido en aliciente para el regreso al aula por falta de empleos bien remunerados.

Las matriculaciones en educación de adultos aumentan un 25% en cuatro años
Las matriculaciones en educación de adultos aumentan un 25% en cuatro años
Diego J. Geniz

16 de noviembre 2015 - 05:03

Fátima Márquez, de 43 años, quiere marcharse al extranjero a trabajar. El mercado laboral español le ofrece escasas posibilidades para encontrar un empleo bien remunerado. Esta sevillana dejó con 14 años los estudios obligatorios. Terminó la EGB y no continuó en el instituto. Ahora requiere del título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Éste es uno de los motivos que le ha llevado a matricularse en el centro de educación permanente (CEP) América, donde este curso reciben formación 640 alumnos.

El caso de Márquez se extiende a los de numerosos sevillanos que optan por este tipo de enseñanza para completar una educación que en su día abandonaron. En toda la provincia este curso hay 45.000 alumnos (número aproximado) escolarizados en educación permanente. Esta cifra se ha incrementado un 25% desde 2011, según datos aportados por la Delegación territorial de Educación. De ellos, 25.000 se encuentran en centros y secciones donde se imparte formación básica, 12.000 en institutos con autorización para este tipo de enseñanzas y 8.000 en escuelas oficiales de idiomas.

La sangría del paro sufrida por el país -y especialmente Sevilla- durante los últimos años resulta clave para entender el auge de estos estudios. Muchos de sus alumnos ya no se conforman con obtener el graduado en ESO, sino que aspiran a continuar con las enseñanzas posobligatorias. Actualmente un 40% de ellos se matriculan en FP o Bachillerato. Muchos, además, se preparan para acceder a la universidad.

La propia Fátima Márquez no descarta llegar a la enseñanza superior en caso de no conseguir un trabajo en el extranjero. Actualmente se encuentra matriculada en la Tutoría de Apoyo al Estudio (TAE) en el CEP América. Se trata de una de las líneas que oferta este centro, consistente en orientar la formación del alumno matriculado en la modalidad semipresencial en un instituto, en este caso, el IES Murillo. "Ayudamos al alumno en las tareas. Dicho seguimiento conlleva una evaluación continua", explica Cayetana Martínez, directora del América. Esta enseñanza es una de las líneas prioritarias que ofertan los centros de educación permanente, desarrollada en dos niveles que exigen requisitos académicos distintos. La prueba inicial a la que se somete cada aspirante determina el nivel en el que estudiará durante el curso.

La segunda línea que ofrece este tipo de centros va dirigida a los alumnos que acuden a él para recibir una formación con el fin de presentarse a las pruebas libres que convoca la Consejería de Educación dos veces al año (en abril y junio). A ella acceden quienes no superan la prueba inicial o no reúnen los requisitos académicos exigibles para la TAE. Tanto una como otra facilitan la obtención del graduado en ESO, aunque la directora del América detalla que en este tipo de centros "se da formación, no se expiden títulos".

Muchos de los estudiantes que se encuentran matriculados en el CEP América no han desperdiciado un minuto de su vida para formarse cuando se han quedado en paro. "Siempre he estado haciendo cursos y acudiendo a distintas clases para mejorar mi currículo", comenta Fátima Márquez, quien lamenta no haber completado en su día los estudios en el instituto.

La experiencia de Ana Torres es bien distinta. Esta sevillana de 46 años decidió acudir a este centro para "tener la mente ocupada". Un accidente le mermó las posibilidades de inserción laboral. Su formación llegó hasta un grado superior de FP de Química, el cual no completó. "Hice tres cursos y dejé varias asignaturas sin aprobar. Eran los años de la pre-Expo y me fui a trabajar de delineante con mi padre, ingeniero técnico. Por aquel entonces nos llegaban muchos contratos", recuerda Torres.

Esta trayectoria profesional cambió al poco de tener a su hija. Tras permanecer en paro un tiempo, encontró trabajo como teleoperadora y luego como promotora comercial en grandes almacenes. Años después sufriría un accidente que le dejó como secuela graves problemas óseos que le impiden desarrollar ciertas labores. "No podía estar sin hacer nada. Un día pasé por aquí, pregunté si me podía matricular y me dijeron que al día siguiente me examinarían", recuerda esta sevillana, quien no descarta acceder a la universidad. "Me gustaría estudiar una carrera, pero económicamente no puedo. No obstante, seguiré formándome en otros estudios. Lo necesito", apostilla.

Mari Carmen Vázquez, de 45 años, es otra de las alumnas del América. Reconoce que siempre ha sido buena en los estudios. Un interés por el conocimiento que se truncó en plena adolescencia. A temprana edad se vio obligada a dejar el instituto al quedarse su madre inválida. "Entonces no había ayudas a la dependencia, por lo que no tuve más remedio que hacerme cargo de ella", narra Vázquez, quien en tales circunstancias y para llevar dinero a casa empezó a trabajar con 16 años.

Nunca dejó la formación. Para lo que fuese: "hice cursos de venta y de cerámica", recuerda esta alumna del América, que estuvo seis años trabajando de administrativa en un laboratorio dental. "Me quedé embarazada y me despidieron. Me dediqué por un tiempo a mi hija, hasta que logré un empleo en una empresa especializada en fabricar material de construcción. Con el desplome del ladrillo todo se vino abajo y nos pusieron en la calle", recuerda Vázquez, quien lleva bastante tiempo en el paro, periodo que ha aprovechado para estudiar inglés en el propio América, donde ahora está matriculada en la TAE. "Quiero conseguir el título de ESO y quitarme la espina de no haberlo obtenido antes", recalca esta sevillana que espera con el graduado encontrar un empleo, aunque no descarta acceder a la universidad. "Me gusta estudiar, ampliar los conocimientos. No hay día en que no me arrepienta de haber abandonado los estudios", sentencia Vázquez.

Este pensamiento es también el que recorre la mente de Fernando Toro, un joven de 32 años que sufrió un estado depresivo al comprobar que la crisis se llevaba por delante todo lo que había conseguido en los años de prosperidad económica. En más de una ocasión ha lamentado dejar la enseñanza obligatoria en segundo de la ESO. "Fracasé en los estudios y me puse a trabajar como repartidor. Luego me fui especializando en tareas de transporte. Me saqué todos los carnés de conducir", recuerda este alumno de Educación Permanente al que su bienestar se le vino abajo con la debacle sufrida por el país recientemente.

"Con la crisis los empleos se hicieron cada vez más precarios. En algunas empresas llegué a trabajar 14 horas al día sin que me pagaran. Al final, acabé encontrando empleo en una cadena de comida rápida", detalla Toro, quien perdió su casa al mermar su poder adquisitivo. "Estuve al borde de una depresión, pues de disfrutar de una posición bastante buena pasé a no disponer de nada. Entonces leí libros de autoayuda y gracias al consejo de varias personas decidí volver a estudiar", explica este treinteañero, que necesita el título de la ESO para opositar a guardia civil el próximo año. En caso de no acceder a este cuerpo de seguridad, se matriculará en un grado de FP de técnico sanitario, para lo que le servirán sus años de experiencia como transportista. "Soy joven y aún tengo tiempo para formarme", defiende Toro, una "víctima" de la crisis, cuyas consecuencias le conducen a una verdad "incuestionable": "Todo lo he perdido por no tener los estudios completos".

Dicho pensamiento es el que ha llevado a muchos jóvenes como Fernando Toro a matricularse en el CEP América, que desde 2008 ha experimentado un incremento del 75% en el alumnado, según precisa su directora, Cayetana Martínez. Las dos líneas formativas antes mencionadas son de obligada oferta en este tipo de centro de formación básica, donde han de ocupar, al menos, el 30% del horario lectivo. Pero no sólo la TAE y la preparación para las pruebas libres constituyen la enseñanzas del América. Aquí también se imparten clases para el uso básico de idiomas (por norma general, el inglés), de informática, español para extranjeros, formación para personas con bajo nivel de comprensión y patrimonio andaluz. El horario lectivo de esta última enseñanza se vio reducido a raíz de la alta demanda recibida para matricularse en las dos primeras líneas formativas cuando irrumpió la crisis, ya que facilitan los conocimientos imprescindibles y el acceso a las titulaciones.

Las solicitudes para recibir clases de inglés también se han incrementado estos años. Anna Rodríguez, de 31 años, se decantó por esta enseñanza del América para consolidar su puesto de trabajo. "Dejé a medias el grado superior de Administración y Finanzas para irme a trabajar de administrativa. Ahora desempeño un empleo como dependienta de una firma de joyería", explica Rodríguez, quien ha vuelto a estudiar "por enriquecimiento personal". "Una formación continua es la mejor herramienta para abrir nuevas vías laborales", argumenta esta joven, a la que el inglés le ha servido para convertirse en "imprescindible en el trabajo".

En los últimos cursos se ha producido un crecimiento muy notable de las clases semipresenciales en los centros. Esta modalidad combina sesiones lectivas en el aula y de docencia telemática. Las enseñanzas ofertadas en la actualidad para esta opción son las especializadas en Idiomas, Educación Secundaria y Bachillerato para personas adultas.

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