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La marihuana que se cultiva en Sevilla se vende cinco veces más cara en Suecia

La Policía constata que el negocio del cannabis funciona con una cadena de distribución casi industrial, en la que las grandes organizaciones compran al por mayor a pequeños productores

El repunte de los cultivos ha llevado a la Jefatura Superior a dedicar una unidad, el Grupo VI de la Udyco, sólo a la lucha contra las plantaciones

Dos policías nacionales, en una plantación de marihuana desmantelada en Sevilla. / DGP

La producción de marihuana en Sevilla se parece mucho a una cadena industrial, en la que los pequeños cultivadores venden sus sustancias a organizaciones más grandes que se dedican a exportar la droga al resto de Europa. Así, la marihuana que se cultiva en la capital andaluza alcanza precios muy elevados en otros países. Mientras que en España el precio del kilogramo de esta droga oscila entre los 1.600 y los 2.300 euros, en Alemania cuesta unos 6.500 euros y en Suecia se llega a pagar hasta 9.000 euros.

Así lo explica el jefe del Grupo VI de la Udyco de Sevilla, una unidad de la Policía Nacional que trabaja en exclusiva en la lucha contra los cultivos de cannabis. El auge de esta droga en los últimos años ha llevado a la Jefatura Superior a dedicar un grupo específicamente para estas tareas. Así trabajan desde el mes de febrero, y ya se está notando su labor. Hace unas semanas, la Policía hizo un balance de la actividad del grupo en sus primeros dos meses con las funciones específicas. En ese periodo hubo más de treinta detenidos y más de 3.500 plantas intervenidas. En una entrevista con este periódico, el responsable del grupo, el inspector Jota, hizo una radiografía del negocio de la marihuana en Sevilla.

"Ciertamente se repiten algunos patrones, pero no podemos concluir que haya una única manera de actuar en relación a los cultivos de cannabis. Éstos pueden pertenecer tanto a sujetos desconocidos para la Policía que se inician en esta actividad, como a pequeños productores que buscan un sobresueldo; a grupos de jóvenes con cierta experiencia delictiva o incluso a los tradicionales clanes familiares de la droga", explica el policía.

Método artesanal para humidificar el ambiente dentro de un piso lleno de marihuana. / DGP

"Las grandes organizaciones se suelen dedicar a la compra al por mayor con vistas al transporte al extranjero. En torno a este negocio existen también intermediarios que se encargan de facilitar acuerdos provechosos a los grandes compradores a cambio de una comisión. En torno al negocio se va creando una cadena de compra que busca obtener el máximo beneficio a través de la compraventa de sustancia. Existen amplios márgenes de ganancia, sobre todo cuando el destino es el extranjero". Y así el precio se va multiplicando en los países de destino.

"Cuando la marihuana sale de nuestro país, el precio se multiplica. Desde este grupo se mantiene estrecha relación con empresas de paquetería y se realizan inspecciones conjuntas, pudiendo comprobar e intervenir sustancia oculta en paquetería postal. Asimismo, se han abortado envíos internacionales de cannabis en los que la sustancia se ocultaba entre otro tipo de mercancías legales", señala el inspector.

En Sevilla, "la afectación de estos cultivos es desigual y destacando determinados barrios como puntos calientes". Es habitual el descubrimiento de cultivos en los barrios de Torreblanca, en el Polígono Sur y Palmete, principalmente. La variante más común en la capital andaluza consiste en plantaciones de interior o indoor, en pisos ocupados o alquilados. "Normalmente nos hallamos ante pisos de tamaño pequeño en los cuales no se pernocta y que se habilitan con focos, balastros, aires acondicionados, filtros de carbono y diverso material eléctrico. Lo más común es que se dediquen tres o cuatro habitaciones al cultivo. En todo caso, también se han desmantelado varias naves industriales destinadas a este hecho, por lo que la realidad es heterogénea".

Tampoco existe un perfil concreto de los detenidos, si bien "sí que se observa, en la etapa de cultivo, mayor incidencia de hombres jóvenes y de mediana edad desempleados". De hecho, son múltiples los casos de personas que carecen de antecedentes y dan el paso de instalar cultivos en viviendas. "Posiblemente exista una mayor incidencia de sujetos sin antecedentes que en el tráfico de sustancias que causan mayor daño a la salud, como la cocaína, heroína o drogas sintéticas". El policía detalla que, en los escalones más altos del tráfico, destacan organizaciones nacionales, chinas, marroquíes, rumanas, holandesas o británicas.

"Quizás el aspecto más llamativo que apreciamos es que se ha popularizado el tráfico de drogas, esto quiere decir que personas que antes no se dedicaban a esta actividad se ven tentadas por el dinero fácil y han visto una oportunidad de garantizarse ciertos ingresos mensuales asumiendo el riesgo que la actividad implica". La Policía tiene conocimiento de que clanes familiares o intermediarios de cierto nivel "se encuentran financiando el primer montaje de estos cultivos a cambio de adquisiciones del producto a precios privilegiados". De este modo, añade el agente, "los escalones intermedios se procuran una mayor impunidad y quien corre mayor riesgo es el cultivador".

A todo este escenario hay que añadir el papel de los clanes tradicionales que controlan el tráfico de drogas, que están "descentralizando sus operaciones". Es decir, acuden a la marihuana "con vistas a financiar operaciones de tráfico de cocaína o, en menor medida, de heroína".

Popularización y repunte de la violencia

La Policía ha detectado un incremento de la violencia relacionada con el auge de las plantaciones, que no sólo provocan incendios y cortes de luz, sino también a veces reyertas, enfrentamientos armados, robos de droga entre narcotraficantes e incluso homicidios. Así lo explica el inspector Jota, jefe del Grupo VI de la Udyco de Sevilla: "El crecimiento de los cultivos y del tráfico de marihuana, junto con las facilidades en cuanto a la compra del aparataje eléctrico necesario para montar una plantación, ha provocado cierta popularización en el tráfico de drogas. De esta manera, individuos sin demasiada experiencia en la venta de sustancias se han visto inmersos en una realidad delincuencial hasta ese momento desconocida para ellos. La delincuencia organizada tradicional ha visto en esta falta de profesionalización una oportunidad de la que aprovecharse".

Cogollos secándose en una malla. / DGP

Por ello, añade el agente, "estamos viviendo por todo el país incidentes de este tipo". "Del mismo modo, no resulta igual de sencillo ocultar a la vista de terceros ciertos kilos de cocaína, hachís o heroína que un piso destinado a plantar cannabis. Ante estos incidentes nos estamos encontrando con que los dueños de los cultivos han comenzado a armarse. Los vuelcos o robos de droga y la escalada de violencia son una realidad".

En cuanto al deterioro de la convivencia, los cultivos afectan de forma muy negativa tanto al tejido social como a la seguridad de los vecinos. "El cultivo indoor no sólo ataca la salud pública, sino que acarrea distintos problemas que afectan directamente a los ciudadanos. Los vecinos viven con miedo a que los amenacen, los expulsen de sus viviendas, se produzcan ocupaciones, incendios… Muchos de ellos son incapaces de conciliar el sueño por causa del olor o del zumbido eléctrico que emana de las plantaciones. Asimismo, los propietarios de los cultivos suelen valerse de toxicómanos o personas con amplio historial delictivo para que se encarguen del mantenimiento de las plantaciones, por lo que se producen problemas de seguridad, de salubridad y el ambiente del barrio se deteriora".

El inspector lamenta que haya poca conciencia en España acerca de los efectos perjudiciales que tiene el cannabis, "no sólo sobre la salud, sino también sobre el tejido económico y social". "Me gustaría remarcar que desde hace años el mayor incremento en número de admisiones a tratamiento por consumo de sustancias estupefacientes se debe al cannabis, teniendo una incidencia mucho mayor que por consumo de cocaína o heroína. Asimismo, las urgencias hospitalarias relacionadas con el cannabis siguen aumentando. Mientras, la proporción del principio activo de la planta (el THC) no hace más que aumentar, con los correspondientes efectos nocivos sobre el organismo", explica el policía.

"A esto debemos sumar el problema energético que empieza a manifestarse en determinadas barriadas de nuestro país y de nuestra ciudad, que no hará más que crecer si no se afronta de manera integral esta cuestión. No tenemos posibilidades de que se produzca un cambio legislativo si previamente no existe una verdadera conciencia social sobre la dimensión del problema al que nos enfrentamos", concluye el agente.

A pesar de esa falta de conciencia sobre los efectos nocivos de la marihuana, una de las pocas notas positivas que saca la Policía en estos últimos años es que la colaboración ciudadana no hace más que crecer. "Para la Policía Nacional esto es clave, y en este sentido se puede denunciar de forma completamente confidencial a través del apartado 'Colaboración Ciudadana' de la página web www.policia.es o directamente a través de la cuenta de correo electrónico antidroga@policia.es. Debemos destacar que la gran mayoría de las denuncias recibidas por presuntos delitos de drogas se refieren a cannábicos", apunta el inspector.

Así es el trabajo policial contra la marihuana

La actividad de la Policía contra la marihuana se desarrolla fundamentalmente desde dos ámbitos, explica el jefe del Grupo VI de la Udyco. "Por un lado, las unidades de seguridad ciudadana se encuentran en su quehacer diario con incidentes que pueden propiciar el descubrimiento de cultivos. Por otro, la labor de investigación de los grupos de policía judicial consiste en descubrir los posibles lugares donde tienen lugar estas actividades. Para ello, se recurre a distintos indicadores y medidas de investigación para, más tarde, poder justificar la aplicación de medidas restrictivas de los derechos fundamentales como la entrada y registro en domicilios".

Una vez confirmada la plantación, la labor de los agentes consiste en la incautación de la sustancia estupefaciente y el desmantelamiento de la instalación eléctrica. "Para ello siempre contamos con la inestimable colaboración de los técnicos de la compañía eléctrica, quienes a su vez calculan la valoración de la energía defraudada. Tras ello, y en base a distintas mecánicas de análisis, se procede a identificar a los responsables y a determinar el papel de cada uno de ellos en el ilícito penal", añade el inspector.

Andalucía es una de las zonas más afectadas por el auge de la marihuana, propiciado por la alta demanda del producto tanto en el ámbito nacional como en el internacional, la profesionalización de los delincuentes y la extensa red de grow shops.

Intervención policial en una plantación indoor. / DGP

En cuanto a los factores que han provocado este desarrollo de los cultivos ilegales, el inspector aprecia varios, pero sobre todo son las bajas penas y la pronta recuperación de la inversión inicial. Esto hace que una plantación de marihuana sea una actividad muy atractiva para sujetos que ya se dedicaban al tráfico de estupefacientes.

El jefe del Grupo VI destaca que la Policía cuenta con con personas muy comprometidas en la lucha contra el narcotráfico. Los agentes amplían su horario laboral de forma desinteresada para sacar adelante investigaciones investigaciones y se juegan el tipo en las intervenciones. "Estamos muy motivados", asegura. Desde el año 2019, la Policía tiene en marcha la llamada Operación Verde. En Sevilla, la respuesta policial ha consistido en atribuir todas las funciones de la lucha contra la marihuana al Grupo VI. Para esta unidad, "estos meses están siendo frenéticos y satisfactorios". "Nuestro compromiso y deber es continuar con esta dinámica para poder dar una respuesta efectiva a los ciudadanos", dice el jefe del grupo.

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