Manu Sánchez: "He pasado del cáncer a una conjuntivitis, mejoro poquito a poco"

El humorista acude a la tertulia El Zaguán y da una ejemplo de vitalidad y fuerza tras un tiempo de adversidades

El video de la tertulia con el humorista andaluz

Juncia, romero y Manu Sánchez

Manu Sánchez, en la calle Sierpes
Manu Sánchez, en la calle Sierpes / Juan Carlos Muñoz

20 de junio 2024 - 11:07

Un paseo por Sevilla a su lado basta para comprobar cuánto cariño genera en los paseantes. Manu Sánchez (Sevilla, 1985) es reconocido cada dos metros. Y se para más que un autobús de Tussam. El buen humor es su vida, su fortaleza y su asidero. Comparece en la tertulia El Zaguán de Diario de Sevilla con los ojos enrojecidos: "He pasado de un cáncer a una conjuntivitis, puedo decir que mejoro poquito a poco". ¿Qué ha aprendido de meses tan duros de lucha contra la enfermedad: "Asumir mi propia muerte. Nos morimos todos. Y aquí todo el mundo cree que va a llegar a los cien años y va a a soplar las velitas ante las cámaras del Andalucía Directo"·. Humor, siempre humor. "Me diagnosticaron un cáncer de testículos. Yo nunca me había notado nada raro, ni un bultito. En la consulta del médico viví todo un acto de andalucismo contra el estereotipo andaluz. El urólogo me echó la bronca porque yo no me había tocado, ni palpado nunca. Me parece estupendo que te riñan por no tocarte los huevos, me parece el acto más andalucista. Creo que esto hay que tomárselo un poquito a broma. Ando ahora con una conjuntivitis. El año pasado tenía cáncer, este año tengo conjuntivitis, ¡el alivión es considerable! He mejorado a poquito a poco". Nunca le ha faltado el calor del público con múltiples anécdotas: "Una vez me paró una señora en la calle Alfonso XII que salía de rezarle a San Judas Tadeo. Me confesó que había orado precisamente por mí. Nos abrazamos y lloramos. Me han llegado muchas muestras de cariño. Me he sentido sobrepasado". La tentación de preguntarse ante el espejo la razón por la uno padece cáncer ya la ha superado: "Ya me dejé de preguntar por qué me tocó a mí el cáncer. Un día tuve que pasar por Infantil para hacerme una prueba. Cuando vi las pegatinas de los superhéroes y los muñecos, tuve claro que mejor me hubiera ocurrido a mí. Mis hijos están perfectos y sanos".

Solo una vez actuó ante un público que no terminaba de romper a reír, salvo un pequeño grupo del auditorio. Ocurrió en una actuación en Cómpeta (Málaga), municipio al que fue invitado por el párroco. La fría reacción del público le causó extrañeza. "Después me enteré que la mayoría eran ingleses que no entendían nada de español. ¡Me podían haber avisado antes y me ahorro el mal rato que pasé! Yo parto de la base de que la persona más seria que conozco es mi padre. Ojo que lo contrario de alegre no es serio. Lo contrario de alegre es triste. El humor es algo muy serio. El Quijote está cargado de buen humor. Podemos ser tremendamente alegres y tremendamente serios. No tenemos que hacernos los tristes para hacer serios. Sevilla es tremendamente seria y alegre" .

Manu Sánchez
Manu Sánchez / Juan Carlos Muñoz

¿Hacer reír a otro es un poder que tienen algunas personas? "Yo me lo tomo como una responsabilidad. Es una pirueta de la libertad de expresión. Es una prueba de inteligencia. Se puede nacer con predisposición a tomarse la vida con humor. Yo no me tengo por alguien especialmente gracioso, sino como un observador. Y ya después se me ocurren algunas cosas ingeniosas. En Sevilla no se puede dejar de lado el humor. El humor es una forma de entender la vida que es muy sevillana".

¿La gracia y la guasa son lo mismo? "La guasa tiene una mijita de maldad . La maldad en su justa medida es la guindilla del guiso, el colmillito, una pimientita, una piparrita.. Cuando se cruza de la guasa a mala leche es que uno ha perdido el ejercicio. Eso ya no es buen humor. La guasa es ir por la cuerda floja, pero si se te va al pie te caes y te matas". La guasa tiene un nombre en cada sitio. En Cádiz le llaman carga, en Granada mala follá, en Sevilla guasa... Y siempre es el humor con un poquito de picante. A mí el de Sevilla, Cádiz y Granada me parece el triángulo perfecto del humor".

¿Los sevillanos nos reímos lo suficiente de nosotros mismos? "Todo el tiempo. Saltamos si el que se ríe de nosotros viene de fuera. Somos gregarios y nos hacemos fuertes, no partimos peras. A mi hermano los cosquis se los pego yo". El papa Francisco se ha reunido con humoristas de todo el mundo: "Me parece una declaración de intenciones maravillosa que el Papa haya recibido a los humoristas. Es un Papa abierto, que da signos de modernidad cuando se habla tanto de los límites del humor, que se intenta poner vallas al campo en la comedia. El humor es la herramienta para saltarse los límites. Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja. El humor no es más que la libertad de expresión haciendo piruetas".

Manu Sánchez
Manu Sánchez / Juan Carlos Muñoz

¿Se siente encorsetado por la dictadura de lo políticamente correcto? "Agradezco que ahora tengamos nuevos filtros. Antes no los había. La sociedad incorpora nuevos filtros. Ya no nos hace gracia el pasaje del 'mi marido me pega'. Eso hoy ya no se hace. No nos provoca risa. Hay que agradecer los filtros. Otras veces se dicen cosas para ofender. Y eso es lo que se pretende. El humor es cuestión de puntería".

¿Hace falta humor para aguantar los excesos del turismo? "Hace falta, hace falta y muy bueno. O mal oído para no escuchar las maletas, las despedidas de soltero... El buen humor me recuerda a los que decía Mary Poppins. Aquello de que con un poco de azúcar entrará mucho mejor esa píldora que os dan. Me parece brillante. El buen humor es ese azúcar. Me dedico al humor porque molesta, si no molestara... ¡A la gente que la entretenga su puñetera madre! Es agradable comprobar que has molestado a quien pretendías molestar. De eso se trataba".

Manu Sánchez siempre evoca la gran figura del cardenal Amigo. Siempre recibía en el Palacio Arzobispal los días de su santo, los 4 de noviembre, donde el humorista era un habitual. "Recuerdo cuando hablamos después de una misa que ofició en Cortijo de Cuarto. Se paró ante mí para decirme que me conocía. Y me dijo que estaba muy enfadado conmigo. Yo por aquel entonces hacía un late night que acababa siempre con una sexóloga hablando de cuestiones carnales. Pensé que la bronca podía venir por ahí. Don Carlos me dijo que veía mi programa todos los días. Y me dijo: '¡Es que el programa termina a la una y media de la mañana, me levanto a las cinco todos los días a escribir y por tu culpa me cuesta un trabajito...!' Entonces ya me relajé, yo no le pregunté si veía el programa entero, claro. ¡No se me ocurría! Y me añadió: 'Sigue haciendo lo que haces porque no hay labor más cristiana que hacer feliz al prójimo'. Aquello me pareció la bendición de los payasos del mundo, por cierto adelantándose al Papa".

¿Manu se ríe de sí mismo? "Lo primero es aparecer, reírte de ti mismo y así dejar sin armas al contrario. Es lo más sano. Si yo salgo y sigo que soy gordito feo y con los ojos colorados, ¿qué te va a contar el otro? Reírte de ti mismo te convierte en invencible". Hablamos sobre la geografia del humor. "Fuera de Andalucía hay humor. Los vascos y andaluces tenemos mucho en común. Somos muy nuestros, nos juntamos para comer bien. El humor catalán tiene su valor. Nos reímos de cosas diferentes. En Cataluña, por ejemplo, funciona muy bien lo escatológico y no tanto lo sexual. En Andalucía nos gustan las bromas sexuales con algo de picantito, pero con lo escatológico nos podemos poner incomodillos, pensamos que no era necesario o que es inelegante. Los gallegos también tienen facilidad para el humor".

Uno de sus conceptos favoritos es el de payaso. "La de payaso es una profesión preciosa. Hay que resignificar el concepto. ¿Soy showman? ¿Soy cómico? Con decir que soy payaso me vale. Me dedico a escribir para hacer reír a los demás e intento también hacer pensar". ¿Salen muchos 'payasos' en los telediarios? "Es que hay mucho intrusismo laboral. En el telediario salen muchos. Habría que dejar claro que la payasería es para que el que se la trabaje". ¿Una sentencia? "La falta de sentido del humor es una discapacidad para la vida cotidiana. Conozco muchas personas sin sentido del humor. Y creen que el problema lo tienes tú y no ellos. Si yo no entiendo una película en coreano, el problema lo tengo yo, no los coreanos. Las discapacidades hay que tratarlas".

Y es pesimista con el balance de los meses tan duros sufridos con el Covid: "La pandemia se nos ha olvidado para mal". Echa en falta los reconocimientos a los médicos, la atención a los mayores: "Yo estoy aquí gracias a la sanidad pública".

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