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Sobre el mantón de manila en las ferias: cuándo usarlo y cómo conservarlo

Consejos

La delicada prenda es el complemento esencial para las noches feriantes

Nunca debe colgarse en una percha y se aconseja guardarlo sobre un tubo de cartón

Dior brillará en el Corpus de Sevilla

Mantón de manila en una tienda especializada. / José Ángel García

En estos párrafos que les traigo todas las semanas, permítanme que les recuerde que estamos a finales de abril y que después de una Semana Santa recuperada y una final de Copa del Rey -enhorabuena a mis amigos verderones-, se inicia la temporada de ferias y romerías, que también volvemos a tener después de la dichosa pandemia, que, por cierto, no se ha ido todavía, pero que, al parecer, se ha convertido en una enfermedad más, un tanto molestosa, aunque de andar por casa. Como un resfriado o gripe, de ahí que los expertos digan que el Covid se ha "gripalizado" (curioso palabro). Lo cierto es que dos años después, nos despojamos de las mascarillas y volemos a vernos las caras, lo cual no sé hasta qué punto es bueno (yo me había acostumbrado a ahorrarme saludos poco gratos).

Pues esta advertencia se las hago una vez que en Jaén ha tenido lugar la romería de la Virgen de la Cabeza, la más antigua peregrinación de la que hay constancia en Andalucía y que cada finales de abril reúne a miles de romeros, y a las puertas de la Feria de Abril, que este año, por enésima vez, pierde el apellido, pues, a excepción de la noche del alumbrado, se desarrollará íntegramente en mayo.

Así que pensando en lo provechoso que resulta dar consejos a mis sufridos lectores, no voy a desaprovechar la oportunidad para estos días. Comencemos con el arranque, que tiempo habrá de discernir sobre el atuendo propio de estas jornadas. La noche del alumbrado o del pescaíto (me inclino siempre por la primera denominación) no es momento de acudir al real con traje de flamenca. Eso es un principio, por lo general, sabido y aceptado, aunque no han faltado quienes se han anticipado con los volantes, bien por desconocimiento o por querer lucir el nuevo modelo que han adquirido para la fecha.

La vestimenta de noche

Dejen los estrenos volanteros para la larga semana y acudan con un atuendo elegante. Siempre para esta ocasión me inclino por un vestido enterizo. A lo sumo, con chaqueta. No demasiado abigarrado en su diseño y confección. De entretiempo, siempre que la noche no sea fría. Y sí, aunque se haya dicho lo contrario, puede estar estampado con lunares. Damos por hecho -y aquí está la razón de este artículo- que si posee un buen mantón de manila, es el momento adecuado para lucirlo. Pero con sumo cuidado. Ya sabemos la trastada que supone que los flecos se enreden con el mobiliario de las casetas o con cualquier otro elemento que encuentre a su paso por el real. Preste también atención cuando esté comiendo, una mancha de aceite también puede jugarle malas pasadas a tan apreciada prenda.

El mantón de manila puede lucirse, de igual modo, en los toros. Antes de sacarlo de casa conviene mirar cómo están los flecos, que suelen enredarse y dar una imagen un tanto desatinada. Hay quienes aconsejan humedecerlos un poco con los dedos para que recuperen su posición rectilínea. En cualquier caso, no cometa el error de colgar el mantón de una percha mucho tiempo. El peso del enrejado y de los flecos acaban rompiendo el frágil tejido sobre el que se asientan los bordados de seda (su origen, al parecer, estuvo en China). Más conveniente resulta extenderlos sobre una mesa.

Detalle de los bordados de un mantón de manila. / José Ángel García

Para su mejor conservación, guárdelo en papel de seda blanco (así evita que pueda teñirse del color de dicho material cuando llegue el calor) y no lo doble demasiado. Envuélvalo sobre su propio cuerpo. Luego, métalo en una caja de cartón. Lo mejor, no obstante, es hacerse con un tubo de cartón (de los que se usan en las tiendas de telas) y disponer el mantón en él a base de vueltas, así no saldrán las temidas arrugas. Para evitar la humedad y la afección de insectos, no use antipolillas químicas, sino especias naturales en pequeñas bolsas que frenan su ataque.

Prohibido decir "faralaes"

Para ese primera noche y cada vez que acuda a la Feria sin vestir el traje de flamenca, hay quienes consideran oportuno colocarse una flor encima de la cabeza. Mi opinión la contradice. Este complemento ha de quedar para la vestimenta regional, de la que ya hablaremos en la próxima entrega. Eso sí, en el ciclo de ferias que se avecina tenga esta regla fundamentan en su hablar: nunca diga aquello de trajes de faralaes, por mucho que Perales se lo escribiera a la inolvidable Rocío Jurado en su mítico tema Que no daría yo. Esa acepción es propia de quienes viven desde Despañaperros para arriba, que llegan a manojitos en AVE por estas fechas. Llamar faralaes al traje de flamenca (o de gitana) es un ataque a los oídos y a la idiosincrasia de esta tierra.

Para los hombres -que aquí somos mucho de la igualdad-, si acude de noche a la Feria y precisamente para esta jornada inaugural, el traje de chaqueta oscura es la mejor opción. Los colores claros, para la mañana. Las corbatas sí admiten estampados alegres. Y no se olvide del pañuelo. Aporta un toque de elegancia y permite romper la uniformidad del conjunto. Por lo demás, bébanse a sorbos estos días de fiestas. Nos las merecemos.

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