Unas 5.000 personas se manifiestan en Sevilla por el derecho a la vivienda: "Menos candados, más macetas"
Protesta
Éxito de la iniciativa convocada por varias asociaciones con mensajes a favor de la vida de barrio y contra el Gobierno, los "rentistas" y Airbnb
Manifestación el 9 de noviembre por el derecho a la vivienda en Sevilla: horario, recorrido y qué piden
Unas 5.000 personas se han manifestado este sábado por el centro de Sevilla para defender el derecho a una vivienda, protestar contra la especulación y la saturación de inmuebles destinados a uso turístico y reclamar a las administraciones que no se pongan de lado y apuesten por el ciudadano y no por los "rentistas". La concentración, que se ha desarrollado en un tono pacífico y festivo sin perder su esencia reivindicativa, ha comenzado en la explanada junto al Palacio de San Telmo y concluirá en las Setas de la Encarnación.
El acto ha empezado a las doce bajo un sol, como suele decirse, de justicia. Eso, justicia, es lo que han pedido los miles de manifestantes que han desafiado a este calor primaveral con el que la ciudad se ha adentrado ya en noviembre. Justicia para el ciudadano y su derecho a tener una vivienda digna, como recoge la Constitución en su artículo 47. Y para ello se han expresado de decenas de maneras, ya sea con cánticos, pancartas o banderolas.
La pancarta de la cabecera dejaba claras las intenciones de los convocantes: "La vivienda es un derecho, no un negocio. Sevilla para vivir", rezaba. Detrás, la primera tanda de cartones con mensajes variopintos pero siempre en la misma dirección: "Menos Airbnb, más corral de vecinos", "menos candaos, más macetas", "nací en la Alameda, pero me echaron a las afueras", "yo he heredado, pero a mis amigos los han echado""... Y los cánticos, ídem de lo mismo: "La patria son tus vecinas", "no, no, no a la especulación; sí, sí, sí a que arda Aribnb", "un turista más, una vecina menos", "si no tenemos casas, ocupamos las plazas"...
Cuando la marcha alcanzó la Puerta de Jerez, la cola aún no había salido de San Telmo. Los cánticos seguían, ahora con una conocida y polémica empresa antiokupas en la diana en vez de Aribnb. "¡Desokupas, asesinos!", gritaba este segundo tramo de la manifestación. Aunque obviamente la multinacional especialista en viviendas turísticas no abandonó las gargantas de los que protestaban: "Las casas son para vivir, no para hacer Airbnb", proclamaban.
Los políticos también han sido objeto de los dardos de los manifestantes, con gritos como "Gobierno progresista, cómplice de los rentistas". Este sector de la marcha también lanzaba al aire una pregunta: "Sumar, PSOE, ¿estáis en la lista?". O se tomaba las medidas gubernamentales con sarcasmo, por ejemplo respecto al bono alquiler: "El bono ni lo huelo, el bono es p'al casero". Y hablando de políticos, aunque no tengan nada que ver ni con este problema estructural que asola España, ni siquiera con España en general, también destacaba una pancarta que versionaba en spanglish el famoso lema de Donald Trump, el Make America Great Again (hagamos a América grande otra vez), y lo convertía en "make caseros afraid again". Es decir, "hagamos que los caseros estén temerosos otra vez".
Otro dato para dimensionar el éxito de la convocatoria efectuada por varias asociaciones y plataformas: cuando la cabecera llegó a la altura de la Catedral, donde por cierto coincidió con una boda en la parroquia del Sagrario y la salida de los fieles que asistieron a la beatificación de José Torres Padilla por la Puerta del Bautismo, la cola empezaba a rodear la fuente de la Diosa Híspalis en la Puerta de Jerez.
Como es natural, el paso junto al templo sagrado no aminoró la rotundidad de los mensajes de los manifestantes, porque lo mundano al final no colisiona con lo divino y los alquileres no se pagan con plegarias: "Ser casero no es una profesión", "menos construir y más intervenir", "fuera, rentistas, de nuestros barrios", "rentista, escucha, el barrio está en la lucha", "se acabaron las casas vacías y los alquileres abusivos, la paz para los especuladores"... Así eran las consignas más directas, pero también las había más creativas: "Esta pancarta mide justo los metros cuadrados que me puedo permitir en Sevilla", ponía en una que obviamente era más bien pequeña; "el alquiler por las nubes, pero no vivimos en el cielo", apuntaba otra; "la avaricia rompe el barrio", refraneaba una tercera; "la única casa que me puedo permitir es la de Animal Crossing", ironizaba otra tomando como referencia el videojuego.
"Mi casera tiene quince pisos, ¿cuántos tiene la tuya?", se preguntaba también un ciudadano a pocos metros de otro que lanzaba esta reclamación: "El barrio, como la tierra, para el que lo trabaje". Y por supuesto no faltaban los clásicos "to esto antes era barrio" o "no faltan casas, sobran turistas" junto a presuntas ofertas inmobiliarias como la de "zulo sin ventanas, muy buen estado, sin baño/cocina, 6 metros cuadrados, muy luminoso, 125.000 euros". Como apostillaba otro manifestante a unos metros de la joven que portaba esa pancarta, parafraseando el lema de la propia ciudad, "NO8DO vivir".
La verdad es que los cánticos se entrelazaban los unos con los otros, incluso se solapaban porque había no menos de una decena de asociaciones, colectivos o plataformas, cada una con su pancarta y con su propio repertorio: el Movimiento por la Vivienda de Sevilla, Barrios Hartos, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la Asociación Pro-Derechos Humanos, Sevilla se Muere, la asociación de vecinos Andalucía de la barriada San Diego, la Plataforma Frente Amplio de Andalucía... Y sólo dos formaciones políticas con representación propia y visible: Adelante Andalucía y Podemos, por supuesto cada una por su lado. "Andaluces, levantaos, pedid casas y libertad", cantaban en la cabecera de la primera.
"Sin casa ni techo no hay derecho", resumía otra cuando la manifestación pasaba por delante del Ayuntamiento. "Alcalde, pon más casitas", pedía alguien. Por allí, por acabar de enumerar el sinfín de pancartas, también resaltaban dos más: "Quiero ser mamá, pero vivo con mi mamá", lamentaba una joven de negro. "Menos poke, más potaje; menos check-ins, más chocos", imploraba una pareja.
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