La magia de los Reyes no entiende de días
La Cabalgata vivió una jornada donde los sevillanos se echaron a la calle como si fuera 5 de enero
La lluvia apareció cuando el cortejo alcanzaba la calle Asunción
Las fotos de la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla 2025 el 4 de enero
Álvaro lo explica con la lógica aplastante de sus seis años. “Los Reyes vienen, se dan una vuelta por la ciudad, descansan porque mañana llueve, y dentro de dos noches –y enseña dos deditos– van a las casas a dejar regalitos … si nos hemos portado bien”. “¿Y tú has sido bueno?”, interrumpe su madre.” Muchiisimoo”, asegura con toda la intensidad del mundo.
Cero polémica. Sobre todo porque la Estrella de la Iusión se ve a lo lejos y la banda viene tocando Ya vienen los reyes magos, que es el villancico que han cantado este año en el colegio. Es 4 de enero con aires de 5 intentando esquivar una lluvia que apareció cuando la Cabalgata llegaba a Asunción y que arreciaba mientras que el público seguía pidiendo caramelos y las carrozas aligeraban el paso, tanto que Baltasar llegó unos minutos antes de lo previsto al Rectorado. Precisamente uno de los pajes de Baltasar sufrió una caída durante el recorrido, aunque aparatosa, sin consecuencias.
Vienen desde la Universidad quizá por última vez porque está previsto que la próxima vez que el séquito de la alegría recorra las calles será desde la Fábrica de Artillería. Ironías fina o guasa sevillana. Caramelos y risas donde se fabricaban armas. Todavía queda un año y ahora toca disfrutar de este día de Reyes adelantado por la lluvia que ha sido aceptado con la convicción de lo inevitable.
La Universidad, la antigua Fábrica de Tabacos, ha sido desde el mediodía de ayer hasta que han salido las carrozas un encuentro con la memoria de lecturas infantiles. Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, los vikingos, Cenicienta, pero también historia de Sevilla como en la carroza de la cerámica o en la del Nacimiento, basada en la iglesia de San Juan de la Palma. Por cierto, ha despertado cierta curiosidad entre el público el modo de hebrea en el que iba vestida la niña que representaba a la Virgen. Algunos han querido ver también un guiño al San Juan en los colores escogidos para San José. En la carroza todo recuerda a Amargura. Realmente conseguida.
Porque la Cabalgata también se ve y se escudriña. Muy buenos comentarios ha tenido el traje de la Estrella de la Ilusión que ha sorprendido lanzando bolsas con picos. Realmente brillaba, como corresponde a la guía de los Reyes en una cabalgata que gana en estilo y empaque cada año. Mucho tiene que ver Jesús Corral, el director artístico de la Cabalgata que este año además ha sido el pregonero en sustitución de Manu Sánchez, que estuvo en la mente de muchos componentes del cortejo durante la tarde del 4 de enero que sabe a 5.
Por si alguien tenía alguna duda, el speaker de la Cabalgata lo explicó antes de la coronación: “Los Reyes son muy mayores, Gaspar tiene 2.034 años y a esa edad un resfriado es muy peligroso, por eso han pedido salir un día antes para evitar que la lluvia los haga enfermar. Aquí los acogeremos para que la noche del 5 tengan todas sus fuerzas intactas para poder llegar a todas las casas”. Una decisión que el alcalde volvió a apoyar calificándola “como valiente para para que todos puedan disfrutar de la mejor Cabalgata del mundo sin lluvia”.
Como es tradición, los Reyes fueron coronados en el balcón de Filología. El rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, coronó a Melchor. El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, a Gaspar y el alcalde, José Luis Sanz, con la presencia del presidente del Ateneo, Emilio Boja, a Baltasar. Inmediatamente después fueron conducidos junto con el resto de los personajes (la Estrella, Palas Atenea, el Gran Visir y el Mago de la Ilusión) a sus carrozas entre los cánticos de beduinos y niños: “Que bote la Estrella”, “Esa Palas como mola, se merece una ola”.
Había ganas de fiesta también en el público que esperaba en la calle Palos de la Frontera mirando hacia la lonja de la Universidad. “Dónde están las estrellitas, estrellitas dónde están”, cantaban cuando vieron a la primera carroza, la de la Estrella de la Ilusión, comenzar a andar. Porque si hay algo que le gusta a los sevillanos en la Cabalgata es cantar y bailar todo lo que toquen las bandas de música. Si hay que imitar a voz en grito a Raphael con Mi Gran Noche, se hace. Laurent lleva un mes en Sevilla y ayer vivió su primera Cabalgata. Sólo sabe Los peces en el río y la cantaba en la Ronda como si hubiera nacido en San Julián.
Son detalles que hacen del día el más especial de la ciudad. Como la idea de la hermandad de los Negritos de mantener abierta su capilla al paso del séquito real por la calle Recaredo, el ramo de flores entregado por Baltasar a la Macarena o los amigos que siguen quedando año tras año, sin avisarse, a ver la cabalgata en el la misma calle donde vivían todos. Otra de las intrahistorias de la Cabalgata la protagoniza el rey Melchor, un antiguo lobo scout que recibió el cariño de muchos jóvenes de este grupo que le esperaban con sus pañoletas al cuello en el Altozano. a anécdota de la tarde la protagonizó el Gran Visir cuando en la Macarena le dio un anillo de compromiso a su pareja ante unos niños que seguían pidiendo caramelos sin entender qué pasaba.
Hay quien decía que esta salida un día antes es, al final, “tener mucha suerte porque así la magia empezó el 3 de enero con el Heraldo y termina el 6 con los regalos, porque de todos modos, los Reyes pasarán por las casas la noche del 5 aunque llueva”. Son formas de aceptar los cambios. “Es mejor un día antes que nunca”, se convencía.
Es más, si llueve tampoco importa. Por ratos, le diluvió desde la Plaza de Cuba hasra la calle Asunción, donde la fiesta siguió como si nada porque cuando hay ganas de disfrutar, el tiempo es lo de menos.
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