Esta Magdalena no es la de Proust
calle rioja
Ganó el premio Goncourt de biografías por la que escribió de Pierre Louÿs

Podía ser perfectamente el cartel de Fiestas Primaverales de este año. Caballistas recorriendo bajo los farolillos el real de la Feria. Es el dibujo al óleo que ha elegido Jean-Paul Goujon para la postal-catálogo de su exposición. Una muestra que ha titulado Los lugares de Jean-Paul y se puede ver hasta el próximo 1 de abril en Mos Studio, una galería de la calle Don Pedro Niño en la que Goujon vivió durante una veintena de años.
Ganó el premio Goncourt de biografías por la que escribió de Pierre Louÿs
Es una exposición con cuatro puntos cardinales: Sevilla, Isla Antilla, Asturias y París. Una síntesis del Allons enfants de la Patrie con el Asturias Patria querida mezclados con la luz del sur, con la ciudad y la tierra que conquistó hace medio siglo a este francés de la Gironda. Para muchos era como una actividad si no clandestina o secreta sí menos conocida que la que le dio nombre en su ciudad adoptiva: la de profesor durante muchos años del Departamento de Lengua y Literatura Francesa de la Universidad de Sevilla.
Llegó a Sevilla en septiembre de 1975, dos meses antes de la muerte de Franco. Y lo hizo recién casado, como mandan los cánones de Juan Ramón. El 17 de abril celebrará sus bodas de oro con Mariana, la cómplice de sus días, la madre de sus hijos Marc y Sandra, ambos sevillanos de cuna. Se casaron en Rumanía, patria de su esposa, la modelo de uno de sus dibujos.
“Cuando llegué, en Sevilla había muy pocos franceses. Estaba la librería Montparnasse, de André Duval, por supuesto”. Una Sevilla muy diferente que es el núcleo principal de su exposición. En un hermoso texto explica el por qué de estos cuatro puntos cardinales. De Sevilla se queda con la frase de un amigo para quien se trata de “uno de los mejores sitios para esperar el fin del mundo”. “A pesar de la transformación turística forzada que está padeciendo últimamente, sigue siendo una fuente de inspiración para mi obra”. Socio de la caseta Wifredo el Belloso, decorada con algunas de sus obras, encuentra en esa manifestación “un espectáculo único de formas y colores en movimiento continuo”.
El mar y la playa de Isla Antilla constituyen una fuente de imágenes y sensaciones. Algo parecido a lo que hace un cuarto de siglo encontró en Asturias, “sus playas, sus acantilados y sus verdes praderas desiertas”. “Descubrimos hace bastantes años una aldea de cuarenta habitantes sin bar, sin tiendas, sin playa, un paraíso”.
Y termina en París, que según Vila-Matas no se acaba nunca. La ciudad que llevaba en el bolsillo el militar que aparece en Los chuanes de Balzac. Una ciudad “con sus plazas y calles donde los árboles suelen verse oprimidos por el urbanismo, y donde la naturaleza se refugia en parques como el de Bagatelle, lleno de rosas”. La conjunción de estos cuatro puntos es “un mapa personal donde se puede viajar sin moverse”.
Dibujos de París fechados en 1973 y en 2017. Medio siglo de diferencia. Por medio, los años en Sevilla, la ciudad que lo conquistó a él y a su familia. Una ciudad con nombres de pintores muy poderosos. El impresionista Manet descubrió a Velázquez en una visita al Museo del Prado y el mariscal Soult descubrió a Murillo con su expolio del patrimonio artístico. “Velázquez es impresionante. Me gusta mucho Rembrandt, pero no conozco un retrato más logrado que el de Velázquez al criado Juan de Parejo”.
Jean-Paul Goujon expone en Sevilla y el mundo de Proust en el museo Thyssen de Madrid. Los siete tomos del tiempo perdido, del mundo de Guermantes, están llenos de referencias pictóricas. “Proust era muy amigo de Fortuny hijo. El padre muere en Venecia. Albertine, la musa del escritor, aparece con un traje de Fortuny. Proust me parece un poco friolero”. Algo parecido pensó James Joyce la única vez que coincidieron, en una fiesta organizada en París por el bailarín ruso Diaghilev.
En la muestra hay una Magdalena, pero no es la de Proust, sino la plaza con ese nombre que está en el corazón de Sevilla, a mitad de camino de las calles Murillo y Velázquez. También dibuja en carboncillo una visión entre árboles de la calle Reyes Católicos, la prolongación urbana del puente de Triana. Goujon vivió durante dos décadas en esta calle que tiene dos galerías de arte, MOS Studio y Mercedes Eirín, una fontanería (Pazos) y donde estuvo la librería El Desván de Luis Andújar.
En esta calle vieron crecer a sus hijos Sandra, que vive en Barcelona y Marc, que trabaja en Portland (Oregón) y se hizo bético desde los tiempos en los que el Girondins de Burdeos se enfrentó en Europa con el Betis, al que eliminó con un gol de Zinedine Zidane en Heliópolis. Le gustan las técnicas del dibujo y la acuarela “porque puedes trabajar en el sitio. Si pongo un caballete, llamas la atención y se pierde la magia”.
Los lugares de Jean-Paul es la séptima exposición que organiza MOS Studio, una galería que puso en marcha Mariade Vázquez. Un paseo por el Guadalquivir, el Sena, el Cantábrico y el Atlántico. Dos ríos, un mar y un océano en la mirada personalísima de un profesor que transmitió a sus alumnos la pasión por Flaubert y Stendhal, por Balzac y Cèline. Es un especialista en la obra de Pierre Louÿs, el autor de Afrodita y Bilitis, que visitó Sevilla por prescripción facultativa, un lugar que le recomendó una sevillana de Carmona que estaba casada con su hermano George Louÿs, embajador de Francia en Rusia.
Hace cuatro décadas, Jean Paul-Goujon publicó con María del Carmen Camero Pérez, compañera de su Departamento, el libro en edición biblingüe Pierre Louÿs y Andalucía. Cartas inéditas y fragmentos (Alfar Universidad). En 2002 consiguió el premio Goncourt de biografías por Una vida secreta, retrato biográfico del escritor. Pierre Louÿs (1870-1925) nace el mes y el año que muere Bécquer. Goujon ha publicado antologías de poesía erótica y amorosa francesa. Unos Pirineos de la seducción y el deseo, los que cruzaron Manet para extasiarse ante Velázquez y Soult para desvalijar la obra de Murillo.
En un lugar de Goujon de cuyo nombre sí quiere acordarse, Sevilla, lleva medio siglo viviendo este profesor al que siempre le gustó dibujar la realidad cotidiana. Se baña en la Antilla y en Luarca y en París hace un recorrido por Place Clichy, Place Blanche, Place Pigalle y la Rue des Petits Champs. Gusta de charlar con su amigo Rodrigo de Zayas, francés consorte, esposo de Anne Perret, que no han podido acudir a la exposición por encontrarse en la Provenza.
En la Feria, a Jean-Paul Goujon le gusta colocarse en un rincón preferente de la caseta Wifredo el Belloso, que hace esquina entre dos calles del real y ofrece una perspectiva ideal para ver lo que más le gusta captar, la vida en movimiento, el paso del tiempo en el más efímero de los escenarios, tan portátil como la carpa del circo o las casetas de las buñoleras.
Como profesor de Lengua y Literatura Francesa de la Universidad de Sevilla, estuvo toda su vida académica vinculado al edificio que aparece en la portada de su libro Pierre Louÿs y Andalucía, la Antigua Fábrica de Tabacos que en esa imagen aparece con la puerta del actual Paraninfo llena de cigarreras. Como la Carmen de Merimée y Bizet que atrajo hasta Sevilla a Pierre Louÿs, de cuyo centenario esta muestra de su estudioso y biógrafo Goujon no deja de ser su particular tributo.
También te puede interesar