Más de 40 mafiosos georgianos cayeron en Sevilla desde la gran redada de 2014
Sevilla es desde hace años un lugar estratégico para la mayor organización de ladrones de viviendas de Europa
La detención de un cabecilla asentado en la ciudad sigue a un buen número de operaciones policiales
Sevilla lleva años siendo un lugar estratégico para la mafia georgiana. Prueba de ello es que en los últimos siete años han sido más de 40 miembros de esta organización los arrestados por la Policía Nacional en la capital andaluza. El patrón se repite siempre: son especialistas en robos en domicilios, son capaces de abrir cualquier puerta, por muy blindada y acorazada que sea, y no son violentos. Antes de entrar a robar, se aseguran que la vivienda esté vacía. Por eso la mayor parte de los robos que cometen son en fines de semana, verano y Navidad. Si cometen un error y se encuentran a alguien dentro de la casa, tratarán de rehuir el enfrentamiento y buscar la huida.
Saben que un robo con fuerza, el tipo penal que se aplica en una casa deshabitada, está mucho menos castigado en el Código Penal español que un robo con violencia e intimidación, que es el que se les aplicaría en caso de que haya algún contacto con los moradores. Buscan casi siempre joyas, relojes, dinero en efectivo y algún aparato electrónico que puedan llevarse fácilmente, como móviles o tablets. Algo que puedan acarrear sin demasiados problemas ni llamar mucho la atención.
Fueron joyas y relojes lo que la Policía le encontró a un presunto cabecilla de la mafia georgiana detenido este verano en la capital andaluza. Se trata de A. N., un hombre de 39 años al que los investigadores consideran clave dentro de la organización, ya que era la persona encargada de traer a delincuentes del Este para ponerlos a trabajar en España. A pesar de ello, no tenía antecedentes hasta que fue detenido el 31 de mayo en Irún, con otros dos socios. Quería entrar en Francia en un coche con matrícula polaca, en el que escondía joyas, relojes y otros objetos procedentes de dos robos cometidos en domicilios de Sevilla durante el mes de mayo. Quedó libre y ahora la Policía lo ha vuelto a detener en la capital andaluza, al hallar pruebas de su presunta participación en otros cinco asaltos a pisos en el mismo mes.
Para abrir las puertas, utilizaba sus propias ganzúas de fabricación artesanal. Alcanzan un alto nivel de sofisticación. Antes suelen marcar con testigos de plástico o pegotes de silicona las puertas de los pisos, para asegurarse de que no hay nadie dentro y volver al día siguiente. Si el testigo sigue en la puerta, intentarán entrar. Así se sospecha que este presunto cabecilla entró en domicilios de la avenida Sánchez Pizjuán, de la avenida 28 de febrero, de la calle Guadarrama y en dos pisos de la calle Ali Al Gomari. Zonas distintas de Sevilla, muy alejadas entre sí algunas de otras, quizás para dificultar las investigaciones por parte de la Policía.
El Grupo de Robos de Sevilla tiene una gran experiencia en la lucha contra la mafia georgiana. De hecho, suyo es un atestado del año 2014 en el que se hacía casi un tratado de cómo funciona esta organización. Fue a raíz de una gran operación en la que hubo 15 detenidos en la capital andaluza y otras localidades cercanas. Esta célula, la más importante desactivada hasta entonces, desvalijó más de 600 pisos en Sevilla durante aquel verano.
Desde entonces, y hasta que llegó la pandemia, las estadísticas de robos en viviendas se han mantenido más o menos estables, con pequeñas subidas y bajadas. La última disponible, del primer trimestre de 2021, muestra una gran bajada, del 37,9%, en estos delitos en relación con el mismo periodo del año anterior. Entre enero y marzo de 2020 hubo 269 asaltos a pisos en Sevilla (tres por día aproximadamente), cifra que pasó a 167 en 2021. Evidentemente, influye en esta caída las medidas de cierres perimetrales, toques de queda y restricciones de la movilidad impuestas por las autoridades para luchar contra el covid durante el segundo estado de alarma. Al no salir del municipio o de la provincia, difícilmente alguien se pasaba más de unas horas fuera de casa, dificultando la actividad de estos delincuentes.
Eso sí, en cuanto volvió la posibilidad de viajar entre provincias, regresaron también los robos. En mayo se cometieron los siete que la Policía ha podido imputar al cabecilla de la mafia georgiana. Antes, en abril, el Grupo de Robos desmanteló otra célula de esta organización asentada en el Tiro de Línea. Fueron detenidas cuatro personas. Dos de ellas ya cayeron en la primera gran redada de 2014, habían sido expulsadas de España y ahora habían regresado para volver a robar. Desde el Tiro de Línea desvalijaron varios pisos de Triana y Nervión. Se les pudieron imputar nueve robos, en los que se apropiaron de joyas y efectos valorados en 20.000 euros. En los años anteriores hubo al menos cinco operaciones policiales en Sevilla contra estos ladrones del Este.
Los ladrones de ley
Una de las mayores operaciones policiales contra la mafia georgiana la hizo el Grupo de Robos de la Policía de Sevilla en el verano de 2014. Fueron detenidas 15 miembros de una organización criminal de este país. El atestado incluía un tratado sobre el funcionamiento de la mafia georgiana, que quedó después reflejado en la sentencia que condenaba a los acusados a la expulsión del país, impuesta también por la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla.
La mafia georgiana presenta una estructura piramidal o jerárquica, con diferentes niveles operativos. Por un lado, los dirigentes de mayor importancia, que se denominan a sí mismos kanonieri qurdi (ladrones en ley), ubicados en Georgia y quienes toman las principales decisiones operativas. En un segundo escalón están los smotryachi, que son los jefes o responsables nacionales. En un tercer estrato se colocan los paleogenet, que son los mandos regionales. Todos estos tienen acceso a la caja común u obshchak. A ella están obligados a realizar aportaciones económicas todos los miembros de la organización, aunque sólo puedan hacer uso de la misma mediante autorización del jefe regional, que a su vez solicitaría permiso a los niveles superiores. Este dinero sirve para sufragar los gastos de alquiler, desplazamientos, manutención y, especialmente, los derivados del ingreso en prisión y fianzas.
En el escalón más bajo de la organización están los chestiorki o peones, algunos de los cuales son toxicómanos reclutados en Georgia. Viajan por diferentes países europeos provistos de pasaportes y documentos de identidad falsos, vehículos con matrículas de otros países y útiles de precisión adecuados para la apertura de cerraduras o fabricación de llaves falsas. La red tiene su propio código de conducta, con normas entre las que se incluye el no trabajar y vivir sólo de lo obtenido mediante el robo, así como la obligación moral de apoyar a otros miembros de la organización moral y materialmente, mediante el uso de la caja común. Otros principios son mantener el secreto absoluto sobre sus cómplices y enseñar a los nuevos miembros el oficio. Como marca de identidad, los jefes llevan tatuajes de pertenencia que muestran estrellas de ocho puntas, un murciélago, la palabra lobo en ruso o la cruz ortodoxa en los dedos.
Los georgianos están especializados en abrir puertas sin forzar las cerraduras. Utilizan técnicas de cerrajería profesional como pueden ser el bumping o el impresioning. Para el primer método los ladrones tienen que tener una llave de una determinada marca de cerradura. Esa llave ha de estar hecha con la posición más baja a la que llegan los pistones de la cerradura. Cuando se la golpea con un martillo u otro objeto, se separan los pistones de los contrapistones y se libera el giro de la llave.
El sistema del impresioning es el que utilizaba la banda desmantelada en 2004. Consiste en marcar las cerraduras mediante la introducción de un molde o señal en las mismas que permitiría, una vez vigilada y constada la ausencia prolongada de sus moradores, extraer un molde para fabricar con instrumentos de precisión de cerrajería una llave idéntica a la original a partir del mismo, que posibilitaría abrir la cerradura y entrar en la vivienda, desvalijándola. Lo único que el propietario de la vivienda notaría raro al llegar a su casa es que la puerta sólo estaba cerrada sin que le hubieran echado la llave.
El hilo de lana y otras técnicas
Algunas de las técnicas antiguas y rudimentarias para abrir cerraduras han vuelto a ponerse de moda. Una es el uso de hilos de lana para ahorrar alguna maniobra a la hora de utilizar una ganzúa, y también hacer menos ruida. Otra, utilizada en el impresioning, consiste en el uso de papel de plata. Así lo expresó a este periódico José Antonio Diéguez, representante en Andalucía de la Unión de Cerrajeros de Seguridad (UCES).
“Toda puerta se abre. Lo único que hace falta es tiempo y ruido. Los ladrones precisamente quieren evitar el ruido y hacerlo rápido. De ahí la importancia de dificultarles la labor”, explica Diéguez. Este profesional recomienda a la ciudadanía que coloquen cerraduras de gama alta. “El parque de viviendas en España cuenta con cerraduras antiguas que se han quedado obsoletas. Si nos gastamos a veces 700 u 800 euros en un teléfono móvil, quizás lo que tenemos dentro de nuestra casa tenga más valor”, añade.
Todas las marcas tienen cerraduras de gama alta, cuyo precio puede oscilar entre los 110 y los 180 euros, más la instalación. Es bueno también contar con escudos o segundas cerraduras invisibles, que se activan con un mando a distancia. “Se trata de que el ladrón vea que lo tiene difícil y se vaya a otro lado”. UCES ha propuesto al Gobierno un plan renove para las cerraduras, que facilite a la población este cambio para mayor seguridad.
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