La Policía exhibe músculo en las Tres Mil Viviendas contra los clanes de las armas y la droga
Más de 300 agentes se despliegan en el barrio para detener a diez personas y registrar 16 viviendas, en respuesta a los tiroteos
DIRECTO: última hora sobre los tiroteos en las Tres Mil Vivienda
El Gobierno defiende que "la Policía Nacional va a estar siempre que sea necesario" en las Tres Mil
Sevilla/Más de 300 policías nacionales han tomado desde primera hora de la mañana de este miércoles el barrio de las Tres Mil Viviendas, en respuesta a los tiroteos registrados el pasado sábado, en los que se emplearon armas de guerra. La Policía ha desarrollado una macrooperación en distintos puntos del barrio, que hasta el momento se ha saldado con diez personas detenidas y la intervención de armas y drogas, en unas cantidades que no han trascendido.
Ha sido una exhibición de músculo como hace tiempo que no se veía en Sevilla. Caballería, guías caninos, helicópteros, drones, antidisturbios con escudos y armas largas, policías antidroga, agentes especializados en el asalto a viviendas, funcionarios de paisano y patrulleros de Seguridad Ciudadana se han desplegado durante toda la mañana en el Polígono Sur. Han cerrado las principales entradas y salidas del barrio, controlando todos los vehículos que accedían y en determinados puntos se ha impedido incluso el paso a pie.
Los agentes han practicado 16 registros en otros tantos domiciliarios, en los que se han intervenido armas y drogas. La Policía está a la espera de hacer un balance más exhaustivo de la operación. Según informó una portavoz oficial del cuerpo, esta intervención es "el culmen de una serie de investigaciones policiales que la Policía Nacional llevaba tiempo desarrollando" en el Polígono Sur. Entre ellas, por supuesto, está la relacionada con el tiroteo con armas de guerra ocurrido el sábado.
Tiroteos con armas de guerra en Sevilla
El enfrentamiento armado sucedió en la zona de Los Verdes, llamada así por el color predominante de las fachadas de los bloques, de la barriada de Murillo. Prácticamente todo este lugar fue tomado por la Policía. Es aquí donde habitan muchas familias del clan de los Caracoleños, conocidos con ese nombre porque proceden del antiguo asentamiento chabolista de Los Bermejales, donde vivían en casas prefabricadas o caracolas. Parte de este clan se vio implicado en el tiroteo del sábado.
Los Verdes es una zona marcada por las plantaciones de marihuana y el olor a cannabis es patente en todo el entorno. Cualquiera que se dé un paseo puede ver enganches ilegales en casi todos los bloques, lo que ha provocado numerosas sobrecargas, cortes de luz e incluso incendios.
Otra parte implicada en el enfrentamiento armado del sábado reside en los Marrones. Allí se han registrado también varias viviendas. En una de ellas, en la calle La Colmena, se han encontrado varias armas de fuego y se han intervenido otros enseres, que los agentes han ido sacando de uno de los bloques y transportando a uno de los numerosos coches camuflados que la Policía ha desplegado por todo el entorno. Las armas eran principalmente escopetas, algunas de ellas con su funda. También sacaron un chaleco antibalas de estética militar de camuflaje y numerosas bolsas de basura de gran tamaño, con lo que aparentemente eran plantas de marihuana.
También hubo registros en Las Vegas. Así se llama a la barriada de Martínez Montañés, la que tradicionalmente ha sido considerada como la zona más deprimida del Polígono Sur. No fue allí donde se registró el tiroteo, pero la Policía ha aprovechado la macrorredada de este miércoles para realizar una serie de registros relacionados con el tráfico de drogas. La mayoría de los arrestados son del clan de los Caracoleños.
Falta por conocer qué ocurre con los del bando rival, una familia conocida como los Naranjeros, asentada en el barrio desde hace muchos años y muchos de cuyos miembros se han dedicado históricamente al tráfico de drogas. Se les conoce así por dedicarse en sus orígenes a la venta de naranjas. Esta familia procede de Badajoz, aunque lleva muchos años en las Tres Mil. Con el término naranjero, precisó la Policía, se conoce también al fusil MP-28, muy utilizado durante la Guerra Civil española, lo que ha provocado cierta confusión en los últimos días y un lío entre los nombres de los clanes y de las armas.
Muchos de los vecinos de las Tres Mil Viviendas asistían atónitos a los trabajos de la Policía, sin que se haya registrado ni un solo incidente durante la operación. La Policía no ha precisado si entre las armas intervenidas figura algunas de las armas de guerra que se emplearon en los tiroteos de la tarde y la noche del sábado. Los agentes recogieron aquella noche munición detonada de tres tipos de armas: escopetas, pistolas y armas largas.
Las balas encontradas de estas últimas son del calibre 7,62 milímetros, la munición que disparan fusiles como el AK-47 o kalashnikov. En las imágenes que se hicieron virales puede verse cómo se lanzan balas trazadoras al cielo, dejando estampas más propias de un país en guerra que de una ciudad como Sevilla. Este tipo de balas llevan incorporadas una pequeña carga pirotécnica y sirven para que el tirador pueda observar el recorrido de la bala para ir modificando el tiro a su conveniencia.
Existen varias versiones sobre el origen del tiroteo. Una de ellas apunta a que fue un vuelco de marihuana entre clanes que se dedican a este negocio ilícito, muy extendido en las Tres Mil Viviendas. Otra asegura que fue un robo de cocaína y unos 3.000 euros lo que desencadenó el enfrentamiento. Y otra simplemente apunta a que fue una exhibición de fuerza entre dos clanes enfrentados, de ahí que la mayoría de los disparos fueran al aire para intimidar.
Aún así, la Policía encontró agujeros de bala en varios coches y en una vivienda de la calle Lazarillo de Tormes. Los operadores del 091 pedían a todas las personas que llamaban (más de cincuenta aquella noche) que bajaran las persianas y cerraran las ventanas y se alejaran de las mismas, ante la posibilidad de que alguna bala perdida entrara en algún piso. Tristemente en las Tres Mil ya hay experiencias trágicas con balas perdidas, como la que mató a una niña de siete años en agosto de 2013, o la que hirió a otra menor el pasado mes de junio, lanzada en el curso de una reyerta en la que murieron dos personas, un padre y un hijo.
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