La lucha contra la realidad más invisible de la dermatitis atópica
Salud
Dermatólogos alertan de la elevada carga psicológica de la enfermedad en sus manifestaciones más graves
Destacan la revolución terapéutica que suponen las nuevas vías inmunológicas
Expertos presentan en Sevilla un nuevo tratamiento biológico para la dermatitis atópica
"La dermatitis atópica no mata, pero no deja vivir". Es una frase que refleja a la perfección la realidad que viven aquellos que la padecen y que el dermatólogo y experto referente de esta enfermedad en Sevilla, José J. Pereyra, escucha con frecuencia en sus consultas en el Hospital Virgen del Rocío y Viamed Santa Ángela. Y es que, cuando asociamos la dermatitis atópica únicamente a la piel roja y prurito en los bebés, estamos banalizando una patología que, lejos de lo que mucha gente imagina, condiciona tareas tan sencillas como ducharse o vestirse. En el caso de los más pequeños es frecuente que vaya desapareciendo con la edad, pero las personas que la continúan padeciendo en su vida adulta suelen hacerlo en su forma más grave.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica que provoca erupciones en la piel que pican y se descaman (eccema). Aunque afecta con mayor frecuencia a la infancia (20% de los niños), puede persistir y/o aparecer por primera vez en la adolescencia o en la edad adulta (3-10% de los adultos). "El debut era más frecuente en niños, pero en los últimos años debutan en edad adulta y el por qué es la pregunta del millón", apunta el doctor Pereyra. "Existen muchas hipótesis", añade. Todas coinciden "en la teoría higienista". Es decir, el vivir en un ambiente cada vez más estéril, más cuidado, con una menor exposición a bacterias e infecciones, hace que no desarrollemos ciertas tolerancias en los primeros años de vida y que luego tenga consecuencias en la edad adulta, explica el dermatólogo.
En la dermatitis atópica, el picor intenso, constante e insoportable y que cambia a dolor cuando se producen lesiones como consecuencia del rascado, es su principal síntoma; los eccema, las manchas de color rojo, y la piel inflamada, seca y agrietada, sus signos más evidentes. "Pero hay mucho más detrás", advierte el doctor. Una realidad "que no se ve" y que afecta en gran medida a la calidad de vida de los pacientes. "La dermatitis atópica grave es una enfermedad compleja y con una gran carga psicológica ante la que los pacientes reclaman tratamientos y mayor empatía para una enfermedad incomprendida", sostiene el dermatólogo sevillano. En sus manifestaciones más graves, puede ir acompaña de asma bronquial, rinitis alérgica o poliposis nasal, pero también problemas de sueño, enfermedades mentales como depresión o ansiedad y la presencia de otras enfermedades concomitantes.
"Nadie se da cuenta de lo horrible que puede llegar a ser sentir en el cuerpo un hormigueo constante. Y cómo puede llegar a afectar al ánimo. La calidad de vida de los afectados es bastante pobre cuando tienes brotes. Tiene mucha carga emocional y puede desencadenar en ansiedad y depresión. Es la parte más incomprendida. Y una de las mayores reclamaciones de mis pacientes, que, ya no sólo piden tratamiento más eficaces, reclaman visibilidad y ser comprendidos", defiende el doctor
Las nuevas dianas terapéuticas
Una especie de tortura, pero, gracias a los avances terapéuticos, con posible fecha de caducidad. Los esfuerzos por la investigación han conducido a nuevas terapias para tratar la dermatitis atópica de moderada a grave en pacientes adultos candidatos a tratamiento sistémico.
Desde el laboratorio LEO Pharma explican que la sanidad pública sevillana ha tenido un papel relevante, a través de la participación del Hospital Virgen Macarena, en el desarrollo de un nuevo fármaco biológico. La compañía amplió su vademécum de remedios para el tratamiento de la dermatitis atópica con el lanzamiento de tralokinumab. Se trata del único tratamiento biológico aprobado que se dirige específicamente a la citoquina IL-13, que está sobre expresada en pacientes con dermatitis atópica y que tiene una correlación directa con la gravedad de la misma.
Desde LEO Pharma, su director de Biodermatología, Juan Fran Cuello de Oro, hace hincapié en que el hecho de dirigirse exclusivamente a la IL-13 "es un cambio en la diana terapéutica y evidencia la eficacia y, sobre todo, la seguridad del nuevo biológico a largo plazo".
El doctor Pereyra recuerda que con estos nuevos tratamientos inmunológicos se puede conseguir la remisión de la enfermedad, pero, de momento, no la curación, sin embargo destaca el avance conseguido. "Los objetivos de los tratamientos son controlar el picor y todo lo que desencadena, y disminuir los brotes, que muchas veces son respuestas a situaciones de estrés, estados de ánimo o polinizaciones", explica.
El tralokinumab es un fármaco inyectable que se administra cada dos semanas. Alcanza una mejoría del 75% en las lesiones de la piel y la mantiene hasta en tres años y medio, según fuentes de Leo Pharma. Cuello de Oro lo define como un tratamiento "muy innovador especialmente diseñado para actuar en la raíz del problema", de ahí, "su alta eficacia y también seguridad". Este fármaco ya se comercializa y se prescribe en pacientes. Es de dispensación hospitalaria, es decir, no se puede comprar en las farmacias, y se utiliza para tratar casos de dermatitis atópica de moderada a grave que requieren ingresos.
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