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Las luces y el taquígrafo

Foro Joly

Zoido se desenvuelve mejor en el debate distendido que en el discuso encorsetado, huye de la 'zoidomanía' y confiesa que la vida le ha dado tantos reveses que no hace planes más allá de mañana.

C. N. A. / Sevilla

07 de julio 2011 - 05:03

Si el Estado es la expresión del vacío, el runrún es la melodía del poder, la música que anuncia la llegada de quien se sienta en ese sillón mullido en el que se toman las decisiones. Todos quieren estar cerca del personaje de moda. Sólo lleva 26 días en la Alcaldía. Imprime su estilo personal al estilo de gobernar. Tiene su particular puesta en práctica del Vini, vidi, vinci. Zoido llega, ve y saluda. No para de saludar. Una persona, un comentario. Una persona, un guiño. Una persona, una pregunta por su padre o por su hermano. Una persona, una sonrisa. Zoido gana a Arenas de calle en el número de abrazos. "Yo hoy vengo del PP, ¿eh?", le comenta el líder de la oposición andaluza a un periodista, sabedor de que Zoido ha basado su estrategia en justo lo contrario: no parecer de su propio partido, ser una marca blanca de la política. Sin aristas, nuevo en la plaza. Pues queda claro que Arenas es del PP, muy del PP. Zoido se empeña en seguir siendo el mismo que en los días de campaña. Y que además lo parezca. Del talante de ZP al talento de Zoido. Sevilla es la ciudad del talento. Pero también la de un gobierno empeñado en la luz y los taquígrafos. Eso defiende el alcalde de forma machacona. Fueron las palabras más repetidas: luz y taquígrafos. Le siguieron las alusiones al paño de lágrimas en que se convierte un alcalde para sus vecinos.

"Eres un desconocido". Eso le dijeron al actual alcalde en junio de 2006, cuando Arenas lo puso en posición de salida en la carrera municipal. En el Corpus se lo comieron a besos y abrazos. "Me sentí avergonzado y abochornado". Zoido explota el perfil humano, uno de sus fuertes. Y Arenas lo subraya: "Juan Ignacio es un alcalde sin resentimientos". Y con esos mensajes conecta más y mejor con los públicos que hablando de proyectos megalómanos cuyos plazos de conclusión se fijan en horizontes lejanos. Zoido se mira ya en más de un espejo al forjar su oratoria. No sólo de Arenas vive el hombre. Cultiva el estilo gallego de Rajoy: "Puedo equivocarme, o no. Puedo ser coherente, o no". Y va construyendo sus argumentos de venta de la austeridad: "A la concejal de Hacienda le toca meter el bisturí". Por allí estaba Fley power.

Zoido habla. En las mesas se escucha. Zoido deja de hablar. Vuelve el runrún. En las tertulias se compara a Sevilla con otras ciudades. "Berlín es una ciudad nueva, construida de nuevo por completo". "La que es nueva es Sevilla desde hace 26 días". Se despotrica de las obras de construcción de los túneles. Y de las setas. Empresarios, políticos, cofrades, juristas, ejecutivos de empresas públicas y privadas... Dijo Arenas que siempre se ha proclamado que el curso político se acaba cuando los colegios terminan. Según Arenas, Zoido ha demostrado que el curso político tiene prórrogas y genera expectación. Porque el aforo estaba completo un 6 de julio con 45 grados en el termómetro de Torneo. Será por la zoidomanía.

El alcalde maneja el repertorio. Pasa de los temas serios ("Debemos más de 600 millones") a las bromas ("¿Nadie me va a preguntar por Lipasam?") y vuelta a los asuntos serios ("Conmigo no se hubiera ejecutado el proyecto de las setas"). Se mostró mucho más suelto en el coloquio que en el discurso inicial, prueba de que se mueve mucho mejor en la distensión que en el encorsetamiento. Las perlas del foro cayeron en el turno de preguntas. ¿Le gusta la actual calle Asunción? "Depende". ¿Le gusta la actual calle San Jacinto? "Depende". ¿Y la Avenida? "Si miro un día desde el despacho de la Alcaldía, veo a todo el mundo buscando la sombra pegándose a la acera derecha. Y no lo digo por ninguna tendencia política..." Y provocó risas y sonrisas generalizadas. Si dicen que la política está muy necesitada de sentido del humor, ayer hubo buenas aportaciones. Y hasta una alusión honda, sutilmente personal, cuando se le cuestionó por el futuro, por la posibilidad de que lo suyo como alcalde vaya para largo: "La vida me ha dado ya varios reveses, de tal forma que sólo pienso en ponerme a trabajar dentro de un rato y en seguir trabajando mañana. Vivo el día a día".

Resultó impactante que todo un alcalde realizara por dos veces una afirmación sobre el macroproyecto de la Torre Cajasol: "El ritmo de las obras no es muy rápido...". Y dejó ahí la cosa. Alguno se quedó pensando que más bien será la velocidad la que no es juy rápida. Cuestión de precisiones.

Termina el foro. Nuevo rosario de parabienes. Un testigo de la escena se pregunta en voz alta al ver el gentío acercándose al alcalde: "¿Este hombre se acordará de quienes estuvieron a su lado cuando él mismo dice que nadie le conocía?" Y otro le responde: "No olvides que se ha criado en el pueblo. Se da cuenta de todo".

Se marchó el alcalde de las luces. Porque 26 días no dan aún para sombras. Se fue con las luces y el taquígrafo. Hay políticas de mano dura, de manos blandas, de halcones, de palomas, de Salón Colón y de palomar, de izquierdas y de derechas. Pero la de Zoido es de taquígrafos. Se llevó consigo el runrún que acompaña al poder, esa música de jijijís y de jajajás. Desapareció sin querer ni oír hablar de la zoidomanía. Estrategia.

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