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La lluvia frustra el vía crucis

Es la segunda vez que la imagen que se designa para el acto se queda sin salir · El Cristo Yacente del Santo Entierro tampoco pudo presidirlo en la cuaresma de 1986

La lluvia frustra el vía crucis
Juan Parejo

03 de marzo 2009 - 05:03

Por segunda vez en la historia del vía crucis general de las hermandades y cofradías de Sevilla, que se celebra desde el año 1976, la imagen que preside el rezo se queda sin salir por mor de la lluvia. En el año 1986 le sucedió al Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro y este año ha sido el Señor de la Salud de los Gitanos el que no pudo ser trasladado a la Catedral para presidir el acto piadoso.

Los partes meteorológicos eran malos desde el pasado fin de semana, algo que se confirmó con la persistente lluvia que cayó en la ciudad durante toda la mañana de ayer. Por la tarde, una hora antes de la salida del cortejo, fijada para las 17:30, muchos hermanos de la cofradía se dirigían hacia el santuario de los Gitanos para la misa preparatoria que iba a tener lugar ante las andas del Señor, que lucía una túnica granate bordada. Las caras eran largas, la lluvia arreciaba a esa hora. Había una convicción callada en la hermandad de que no iba a poder ser. La tremenda ilusión que se generó con la elección del Nazareno de la Salud para que presidiera el tradicional vía crucis del primer lunes de cuaresma se truncaba por momentos.

La iglesia del antiguo convento del Valle presentaba un aspecto de día grande, de Madrugada de Viernes Santo. Los hermanos había cambiado sus túnicas de capa y sus antifaces morados por trajes de chaqueta oscuro. No faltaba ni la Saeta, banda sonora de la cofradía que sonaba indistíntamente en el teléfono móvil de muchos de los allí presentes, ni la voz rasgada del capataz Juanma Martín, dispuesto a mandar a su cuadrilla, en este caso formada por cofrades de todas las hermandades de Sevilla.

Diez minutos antes de las cinco empezaba la misa preparatoria. Aunque aún no había ninguna decisión oficial sobre la suspensión del traslado, las palabras del sacerdote eran concluyentes: "Si se tiene que hacer el vía crucis sin la presencia de la imagen del Señor de la Salud no pasa nada. Participaremos igualmente. Cumpliremos con la voluntad de Dios".

Sólo faltaba la confirmación oficial. Una vez finalizada la eucaristía, se reunía de urgencia el cabildo de oficiales. La decisión fue rápida y clara según explicó el hermano mayor Juan Miguel Ortega Ezpeleta: "Hemos tomado la determinación de no salir. Los partes dan lluvia hasta las primeras horas de la mañana, con unas probabilidades de entre el 70 y el 80%. Sería, por tanto, una equivocación por nuestra parte ponernos en la calle con estas circunstancias adversas". No hubo demasiados lamentos entre los hermanos, puesto que la decisión la traían asumida desde casa.

El hermano mayor continuó para señalar que el rezo del vía crucis sí se iba a llevar a cabo tal como estaba previsto en la Catedral, aunque sin la presencia física del Señor de la Salud, "que estará en espíritu y en nuestros corazones. El hombre propone y Dios dispone".

En el año 1986 se procedió, igual que ayer. Se rezaron las estaciones sin la presencia de la sagrada imagen, que fue sustituida por una cruz alzada.

A pesar de esta bofetada del destino, o del tiempo, fueron muchos los hermanos y devotos que esperaban en la Catedral para el rezo de las 14 estaciones. El acto multitudinario que iba a presidir el Señor de la Salud se convirtió en una celebración íntima y cargada de simbolismo. Las tradicionales cruces de guía que llevan las hermandades fueron sustituidas por unas pequeñas cruces de madera, de mucho menos valor que las de plata y nobles materiales que abren los cortejos de las cofradías. Todas las cofradías acudieron a su cita con el primer lunes de cuaresma, excepto el Dulce Nombre, cuyo lugar tuvo que ser ocupado por varios miembros del Consejo al no haber nadie que cogiera su cruz.

Durante su intervención, el cardenal Amigo Vallejo señaló que desde que se conoció la noticia de que el Cristo de los Gitanos iba a presidir el vía crucis, estaba soñando con acompañarlo por las naves de la Catedral, "viendo en su rostro el de tantas personas que se reconocen en Él". El prelado se lamentó de la ausencia del Nazareno: "Aunque no lo podamos acompañar, la imagen de Cristo está viva en nuestro corazón y en nuestros sentimientos". Igualmente, el cardenal quiso ver en el rostro del Señor de la Salud a todas aquellas personas que sufren y son humilladas por el color de su piel, su raza, o por proceder de una país distinto: "Por ellos Dios ha querido que nos parezcamos a Él y nos ha enviado a Cristo vivo".

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