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Una ordenanza para legalizar casi 400 viviendas en El Gordillo
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Desde el fallecimiento de Don Manuel Clavero, hace ahora casi un mes, han sido múltiples las reacciones que se han sucedido. Tanto los medios de comunicación como relevantes dirigentes políticos, de muy diversas ideologías, han subrayado su coherencia política, su ejemplaridad, su honradez y su bondad.
Al mismo tiempo, se han sucedido contribuciones procedentes de la comunidad académica de la que formaba parte y en la que era referente y pilar fundamental. Distinguidas personalidades del derecho público, muchos de ellos discípulos de Don Manuel, han destacado con acierto su relevante papel e influencia en el derecho administrativo español.
Con esta contribución pretendo sumarme a las numerosas muestras de respeto, afecto y admiración y destacar su perfil universitario, como profesor, investigador y responsable comprometido con su institución en la que ocupó la responsabilidad de Decano de la Facultad de Derecho (1965-67) y de Rector de nuestra Universidad (1971-1975). Era esta faceta, la universitaria, la que más representaba la identidad del profesor Clavero, tal como me dijera su hija el pasado 15 de junio en el Tanatorio. Por expreso deseo de su familia, el féretro de Don Manuel se envolvió con las banderas de Andalucía y de España, a las que tanto se entregó, y con el escudo de su Universidad de Sevilla, que representaba el centro de su principal identidad.
Ciertamente fue un brillante profesor. Accedió a la cátedra en 1951 convirtiéndose en el catedrático más joven de España. Su entrega convencida a la docencia era valorada por sus estudiantes. Y a ello le sumaba el profundo rigor académico que guiaba su actividad docente y sus excelsas cualidades didácticas. En palabras de uno de sus discípulos, tenía el don de la claridad.
Su tarea investigadora, necesaria e inseparable en la esencia del profesor universitario, produjo una voluminosa producción científica, con aportaciones a la concepción del derecho administrativo que actualmente se consideran de referencia en el área. Como gran investigador creó escuela e impulsó la creación del primer instituto de investigación de la Universidad de Sevilla: el Instituto García Oviedo. Don Manuel creó la escuela sevillana de administrativistas, reconocida por su nombre aún a día de hoy, la cual sigue en el presente la estela del maestro y es referencia obligada de general reconocimiento.
Y completó su labor universitaria con la tercera faceta encomendada: fue un profesor comprometido con la gestión de la Institución. Como decano, impulsó e implantó el Plan de Estudios de Derecho de 1965, el plan experimental, que contaba con tres especialidades y que estuvo vigente durante más de tres décadas, dando egresados ilustres de nuestra Universidad que han sido, y son, claves para entender el desarrollo político y jurídico de nuestro País. Como rector, cargo para el que fue elegido en las primeras votaciones de nuestra Universidad, su visión global de la institución le llevó a impulsar la creación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, en 1971, que ahora cumple medio siglo de vida, y la Facultad de Farmacia, en 1974.
Hoy, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía publica el Decreto que le da el nombre de Don Manuel Clavero Arévalo a nuestro primer instituto de investigación. Los trazos gruesos aquí narrados ponen de manifiesto el legado que Don Manuel nos deja. La placa que colocaremos, con los debidos honores, con su nombre en la puerta del Instituto nos permitirá recordarlo, respetarlo y reconocerlo, para que sea guía y rumbo de nuestra centenaria Universidad. Será su último legado.
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