18 de junio de 1964: Sí, quiero
Calle Rioja
Estrella Morente agradeció al Lebrijano que 45 años después invitará a su padre a la boda
Querido y admirado compañero Juan Peña: Quiero felicitarte por el día de tu boda de todo corazón y desearte que seas muy feliz...". Desde la boda de Juan Peña El Lebrijano con la bailaora Charo Cortés en la iglesia de la Oliva de Lebrija habían transcurrido 45 años, pero fue tal la impresión que se llevó Enrique Morente al escuchar el testimonio sonoro de aquel enlance que, con remite en Granada, 10 de mayo de 2010 -siete meses antes de su muerte- se dirigió en esos términos al novio y amigo.
La boda es un trabajo discográfico atípico. Cantan los padrinos de los novios, que eran Antonio Mairena y Pastora Pavón, la Niña de los Peines. "Mándámelo, primo, que mi Estrella quiere oír cómo cantaba Pastora en directo", contaba ayer Juan Peña que le dijo Morente.
El gitano rubio, el hijo del Bernardo y María La Perrata -que también aparece al final del disco- se casó el 18 de junio de 1964. Tres días después, el gol de Marcelino a Yashin le daba a España la Eurocopa frente a la Unión Soviética. Ese año Juan Peña había ganado el concurso de Mairena.
Como Cristo ante los doctores, el cantaor de Lebrija se dirigió ayer a los rectores en la presentación de este disco en la Fundación Cruzcampo. Vinieron dos madrinas muy especiales, Soledad y Estrella Morente, las hijas del cantaor evocado por todos los presentes. Juan Manuel Suárez Japón, rector de la Universidad Internacional de Andalucía, recordó que la primera vez que coincidió con Morente fue en Doñana, "cerca de otros flamencos", en un encuentro de escritores reunidos por la Fundación Odón Betanzos, un andaluz de Rociana que era miembro de la Academia de la Lengua de Estados Unidos.
Rafael Iglesias, ex rector de la Universidad de Sevilla, celebró que este disco sea el séptimo volumen que ve la luz en la colección Flamenco y Universidad. El milagro fue posible por un modesto artilugio que llevaba Romualdo Molina. "Lo recuerdo perfectamente", dice José María Mellado, histórico de la tienda Damas. "Romualdo vivía en Sierpes, y me dijo con cara de no haber dormido: venimos de la boda de Juan, mira lo que traigo". Y traía este tesoro ahora recuperado con 22 temas repartidos entre el novio, sus padrinos y una aparición fugaz y estelar de Pepe Pinto, el marido de Pastora, por aires de levante.
Julio Cuesta, director de la Fundación Cruzcampo, recordó la creación hace un cuarto de siglo del Compás del Cante, un galardón que consiguieron Morente, Lebrijano y Matilde Coral, que asistió al acto. Lo abrió la directora de la Agencia Andaluza de Flamenco, María Ángeles Carrasco.
Se dieron cita numerosos críticos flamencos: Manuel Bohórquez, Manuel Curao, Alberto García Reyes, Antonio Ortega, Fernando Sánchez Caballos o Paco Sánchez, que recordó una actuación de Lebrijano, Camarón y Bernarda y Fernanda de Utrera en lo que fue Chapina. La novia ya murió; el cura que los casó se salió de la iglesia. Queda la impronta sonora de aquel sí quiero por bulerías. "De luna de miel nos fuimos a Sevilla, a un hostal", decía El Lebrijano, que agradeció la presencia en la noche mágica de su sobrino Pedro María Peña Dorantes y de un sobrino de Mairena.
Se han tirado 2.700 ejemplares de este documento excepcional, coetáneo del gol de Marcelino y tan certero. Mil se regalarán. Regalos de boda. De la producción se encargó José Ramón Martínez, representante artístico del Lebrijano. "Tengo su acento, porque me crié en su casa". El novio se convirtió en estrella del cante y de la vida, padre de dos hijos; Juan José, abogado, y Ana María, representante artística.
"Primo, ¿cuál es la fórmula para cantar así?", cuenta que le preguntó Morente al recibir el material. "Si yo lo supiera, habría inventado la penicilina". Recordó al amigo, cuando la palabra amistad tenía cabida en la selva, "no había esta competencia brutal, a veces desmoralizada".
Lebrijano se volvió a casar casi medio siglo después. "Los gitanos pensamos que no hay nada más gitano que el tiempo", escribe en los textos que acompañaban al cedé Diego Fernández Jiménez, director del instituto de Cultura Gitana. El disco se abre con Lebrijano llamando a la fiesta y después de un penúltimo diamante con el maestro Mairena, Que de Hungría vine ayer, se cierra al amanecer del día con el cante de La Perrata, la madre del novio. Suárez Japón recordó a La Perrata en Sanlúcar, cantiñeando en un festival que Toto Barbadillo organizó en sus bodegas para amenizar la velada de los participantes en un seminario sobre el Romancero.
El novio cantaba los dichos y decía los cantes. "No se entiende una boda gitana sin los cantes". Nadie se la quiso perder. En un punto kilométrico de la carretera de Lebrija a Trebujena, la ruta cinematográfica que trocharon Benito Zambrano y Steven Spielberg. En su gran boda lebrijana hay varios oscar del Hollywood del duende y el pellizco. La Niña de los Peines tenía 74 años. Murió cinco después. Pero a tiempo de que Estrella Morente se emocionara. Ayer quiso agradecerlo. Acudió con su esposo, el torero Javier Conde. También estuvo con algunos compatriotas la japonesa Yoko Komatsubara. En el flamenco, como en Japón, todavía quedan emperadores.
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