Un jueves sin Jueves en Casa Vizcaíno
calle rioja
Un cuarteto de parroquianos interpreta el rock de la calle Feria

Queda raro un jueves sin Jueves, sin más puestos que los de paraguas. Pasa el tráfico por la calle Feria y no hay que hacer achique de espacios para coger un buen sitio en Casa Vizcaíno. Faltaba justo un mes para el Domingo de Ramos. Una semana menos para el de Pasión. Llueve y sale el sol indistintamente. Por algún lado tiene que estar oculto el arcoíris. ¿Dónde está el abuelo nacido el año 59? En Vizcaíno han quedado cuatro abuelos del 56, 57, 58 y 60. Es como un tren de números del que hubiera descarrilado el vagón del 59. El año que Bahamontes ganó el Tour de Francia, Severo Ochoa el Nobel de Medicina y Franco recibió a Eisenhower. Tres abuelos son periodistas y uno no. Tres se llaman Paco y uno tampoco. Dos han escrito novelas, los otros dos las han leído. Uno le hizo el control antidoping a Maradona y tres no. Uno de los tres que no le hizo el control antidoping a Maradona nació el mismo año que Maradona, Antonio Banderas y Almudena Grandes. Dos trabajaron en la Ser de Málaga cuando estaba de alcalde Pedro Aparicio y todavía no habían llegado los museos: Picasso, Thyssen, Pompidou. Una de las mesas del Vizcaíno hace de paragüero. La lluvia en Sevilla es pura Fair Lady. Una leyenda urbana de Bernard Shaw y George Cukor. No llovía tantos días seguidos desde un famoso temporal en el que los puestos de la Alameda no hicieron caja. En especial uno que traía productos de Galicia con el reclamo Pulpeiros de Lugo.
Un cuarteto de parroquianos interpreta el rock de la calle Feria
Los abuelos se conocen desde que eran nietos. Dos vivieron juntos en la calle Galera, en el Arenal. Dos jugaron al fútbol, uno le tomó el relevo al otro en entrevistas con futbolistas que jugaban en equipos andaluces: Juanito, los Mejías, Lauridsen, Dassaev, Loreto. La primera fue con Manolo Hierro, el veleño, en el Vips de República Argentina, donde tuvo su primer diván el Loco de la Colina. Después de ser el hombre de la Roulotte, de ser mánager de las Hermanas Benítez y de los Payasos de la Tele, Quintero llegó a Sevilla en el 82. El año del Mundial, el triunfo socialista y la primera visita del Papa polaco. Los abuelos hablan de Quintero por el Beni de Cádiz, a quien llamaba el Vittorio Gassman del flamenco. De Benito Rodríguez Rey, el hermano de Amós, contaba una anécdota divertidísima. Una vez paseaba por Cádiz con el Cojo Peroche y veían la placa que señalaba la casa en la que había nacido José María Pemán. El Beni le preguntó a su interlocutor por lo que pondría a su muerte la casa de la calle Hércules donde había nacido. “Se Vende”, le dice el Cojo Peroche.
Empieza a entrar más gente en Casa Vizcaíno. Uno de los abuelos saluda a Paula Garvín, que fue candidata a la Alcaldía de Sevilla con Izquierda Unida y profesora de Química en el Instituto Macarena. Y a Marcelo Culasso, que ya ha cambiado el escaparate de su tienda de marcos en Feria esquina con Relator. Uno de los abuelos tiene una cita con un amigo escritor y con el editor de ambos en el bar Dueñas y el otro tiene que recoger a su nieto. Caminan por la trasera de Feria. Bordean la plaza Calderón de la Barca que hace piña con la iglesia del siglo XIII y la plaza de abastos de comienzos del siglo XX. Junto al palacio de los marqueses de La Algaba no hay sitio para que jueguen al fútbol los niños como en esa foto legendaria de los ochenta de Atín Aya. Los cuatro abuelos conocieron al fotógrafo. Les han hablado maravillas del documental de quien en la viñeta del España-Malta de Forges le marcaba a Bonello uno de los once goles (que tuvieron que ser doce por el gol maltés). Uno de los abuelos en su viaje a Malta intentó sin éxito entrevistar al guardameta, que se refugió tal vez avergonzado de esa humillación que comparó en las glorias patrias la goleada a Malta con el gol de Zarra a Inglaterra y el de Marcelino a la Unión Soviética. Otro de los abuelos tuvo más suerte cuando consiguió entrevistar a Fernando Fernán-Gómez en un pueblecito de La Alcarria donde se escapaba con Emma Cohen. Como Quintero con el Beni de Cádiz, a Fernán-Gómez, finalista del premio Planeta el año que lo ganó Eslava Galán con En busca del unicornio, llegaron por una asociación de ideas. Uno de los abuelos contó que fregando pensó en su padre, que era un devoto de María Dolores Pradera, al oír en Radio Clásica a la cantante dándole voz a las Mañanitas del rey David.
Dos de los abuelos tienen un stent y los otros dos un stand by. El que no es periodista cumple años el mismo día que el rey Felipe VI, que es diez años más joven. Uno de los que sí lo son estuvo en Madrid para cubrir su boda con Letizia Ortiz. Encuentran mesa en el Ojalá, un restaurante en la calle Relator esquina con Amargura. Que suena a marcha procesional y a cofradía cuyos titulares salen a la calle el Domingo de Ramos, para los que este jueves sin Jueves faltaba un mes. Por Relator pasa el C5, el recuperado microbús de la flota de Tussam. Dejará a la izquierda Parras, una de las calles por las que no pasa el tiempo. Y eso que ya no es igual mirar esta calle donde nació Juanita Reina y vivía Enrique Pavón, el de los derribos, con el solar vacío de Gonzalo Molina, ese santuario de carteles, libros, bohemia y ornitología.
El jueves no puso sus libros Rodrigo en Feria esquina con Conde de Torrejón, calle donde un antiguo hotel, de nombre Paraíso, se convirtió en bloque de viviendas donde vivió uno de los abuelos. Quedan en volver a verse. Ojalá. Otra opción era el bar El Abuelo, en la calle Álvaro de Bazán, perpendicular a Santa Clara. La callecita donde pasó parte de su infancia Antonio el Bailarín, nacido en la plaza de los Carros que está junto a la capilla de Monte-Sión y Casa Vizcaíno. El bus de los turistas, el rojo de Enrique Ybarra, pasa por la Alameda de Hércules junto a la Casa de las Sirenas. Está bonita Sevilla con lluvia, pero es una ruina para los bares con veladores. Hércules tiene en Cádiz una calle donde nació el Beni de Cádiz, en Sevilla una Alameda donde vio la luz Manolo Caracol, en La Coruña una torre-faro y en Alicante un equipo de fútbol. Los cuatro abuelos se enseñan fotos de su descendencia. Dos no han hecho nunca un bizum y uno ha tomado un Uber por primera vez en su vida. Vivieron cuatro décadas en el siglo XX, el Cambalache del tango. Sus nietos han venido entrando en el segundo cuarto del siglo XXI, que dio nombre a una editorial y a un club de mucha enjundia en Madrid donde se produjo el saludo cordial de Fraga y Carrillo, como el de Alberti y Pemán inmortalizados por Kiki. Sigue lloviendo y de vez en cuando sale el sol. No tiene nada que ver con la conmemoración de los cincuenta años de la muerte de Franco, pero los pantanos están llenos.
Suena el rock de la calle Feria. El que se va antes paga la primera ronda. Los nietos han propiciado este encuentro. Se llaman, por orden de aparición, Mario, Lucas, Alejandro y Laura. Fernán-Gómez fue El Abuelo de Galdós, aunque el escritor del que más se habla en la reunión es de Unamuno. Y el equipo, el Real Unión de Irún, donde jugó de portero el abuelo de Unai Emery, que entrena al Aston Villa, con Monchi de director deportivo. Uno de los abuelos se acaba de enterar de que es un equipo de la ciudad de Birmingham. Se fundó en 1874, el año que nace Manuel Machado, que se casó en San Juan de la Palma, de donde el Domingo de Ramos saldrá la Amargura. El poeta trabajó de bibliotecario en Santiago, donde nació su padre y su abuelo fue catedrático.
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