Temor en los colegios sevillanos por la repercusión de la serie 'El juego del calamar'

Educación

Varios centros han enviado circulares a las familias recomendado que sus hijos no vean esta ficción

Los alumnos reproducen en algunos recreos los juegos, que acaban con agresiones

La muñeca de la serie que se ha hecho popular por jugar al clásico 'Un, dos, tres, pollito inglés'.
La muñeca de la serie que se ha hecho popular por jugar al clásico 'Un, dos, tres, pollito inglés'. / D. S.

Un éxito televisivo que llega a los patios escolares. La serie coreana El juego del calamar ha batido récords de visualizaciones en la plataforma Netflix, un logro que ha trascendido de la pequeña pantalla y se ha trasladado a numerosos ámbitos de la sociedad. La repercusión inquieta especialmente a los directores de los colegios sevillanos, que han constatado cómo los contenidos de esta ficción -no apta para menores de 16 años- los reproducen los niños durante las horas de recreo, lo que amenaza seriamente a la convivencia escolar.

No es algo exclusivo de Sevilla, sino que ya ha ocurrido en otros centros educativos de España y de Europa desde que se estrenó la serie. Jorge Delgado es presidente de Asadipre (la asociación de directores de colegios de Primaria en Andalucía) y director del CEIP Blas Infante, en Écija, donde dicha repercusión ya se ha evidenciado, como ha ocurrido en otros centros de la provincia.

Los encargados de vigilar a los menores durante el recreo habían constatado las últimas semanas que varios alumnos estaban reproduciendo los juegos que salen en esta serie y en los que se acaba matando a quien pierde. Se trata de la línea central de una ficción, no recomendada para menores de 16 años, en la que más de 400 personas con problemas de dinero aceptan participar en una serie de juegos infantiles con recompensa monetaria para quien gane, pero con consecuencias mortales para los perdedores.

Una patada al perdedor

Dichos juegos son los que recreaban estos alumnos. Según Delgado, los vigilantes del recreo comprobaron que, en uno de ellos, al perdedor se le propinaba una patada en las nalgas. En otros centros de Andalucía, incluso, se han llegado a dar puñetazos en la cara. Esta práctica ha alertado al equipo directivo de este colegio y de otros de la provincia de Sevilla, donde se han tomado de inmediato medidas al respecto.

En el CEIP Blas Infante, de Écija, no se tuvo dudas al respecto: se prohibieron los juegos relacionados con la serie, una limitación que también se ha tenido en cuenta para la cercana celebración de Halloween. "Vimos que eran niños de segundo y tercero de Primaria, con siete y ocho años, los que estaban participando en ellos, lo que nos alertó bastante, porque se trata de una ficción no apta para esas edades", refiere su director. Tras la prohibición, llegó el momento de sentarse a hablar con ellos. Se han mantenido varias tutorías en las que se les ha explicado la conveniencia de que no vean esa serie, pues, aunque aparezcan juegos infantiles, estos tienen una finalidad violenta que a sus años no son capaces de asimilar.

Además, se les ha informado a los padres mediante circular de esta prohibición y les hacen una recomendación: evitar por todos los medios posibles que sus hijos vean esta serie y otras de similares características en casa. "Es una cuestión que deben controlar las familias, pues nosotros tenemos que enfrentarnos después a la repercusión que provoca que la vean", explica Delgado.

Muchos padres se han sorprendido al recibir la advertencia. "Algunos no habían visto la serie y otros desconocían su contenido", detalla el director del Blas Infante, que asegura que todas las familias se han mostrado "comprensivas" con la decisión tomada por el colegio. "Son los padres los que deben establecer un control sobre el consumo televisivo de sus hijos. Nosotros sólo podemos recomendar desde la escuela", abunda.

Agotados para Halloween

Los efectos de El juego del calamar también se constata en las tiendas de disfraces, que, en vísperas de Halloween, viven una de las épocas de mayores ventas tras año y media de escasa actividad por la suspensión de las fiestas a raíz del Covid. Diego Díaz es el propietario de la tienda Pichardo, en el centro de de Sevilla, donde las máscaras que emplean los personajes de la serie se han agotado. No llegarán nuevas hasta diciembre. Ni los fabricantes se esperaban tal demanda. Por ahora, les quedan algunos de los uniformes que utilizan los participantes en los juegos, similares a los usados por los protagonistas de La casa de papel, otra serie de éxito en Netflix, cuyas vestimentas también son muy reclamadas.

A Díaz le "preocupa" que buena parte de quienes se han interesado por estos disfraces sean "niños de 10 años", los cuales vienen acompañados por sus padres. "No creo que la serie sea adecuada para que la vean menores con esa edad", advierte. En la Casa de los Disfraces, otro establecimiento situado en la Avenida de Montesierra, en la última semana más de un centenar de personas han acudido a comprar máscaras y disfraces relacionados con esta ficción coreana.

Influencia hasta en la moda

Hasta tal punto ha llegado el éxito de El juego del calamar, que su repercusión se evidencia en la moda. Junto a los disfraces para Halloween, se ha disparado también el interés por adquirir el calzado que usan los competidores. Se trata de unas zapatillas deportivas blancas (denominadas Vans), cuyas ventas se han incrementado, a nivel mundial, un 7.800% desde que se estrenó la serie a mediados de septiembre.

Se ha constituido ya, según los especialistas en moda, en una de las "tendencias de la temporada". De hecho, se ha convertido en el calzado más buscado en internet. Un efecto bastante paradójico si se tiene en cuenta que el director de la ficción, Hwang Dong-hyuk, explicó que la historia que se narra supone "una crítica al capitalismo y a la avaricia global".

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