Los jóvenes sevillanos de la JMJ
Alrededor de 20.000 sevillanos viajarán el 15 de agosto a Madrid para compartir su fe e intercambiar experiencias con chavales de todo el mundo · Proceden de parroquias, hermandades o de la Universidad.
Son jóvenes, cristianos, comprometidos y no se avergüenzan de ello. Unos 20.000 sevillanos están preparando ya las maletas para vivir en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro con el Papa y con chavales de otros países ante el que se muestran tremendamente ilusionados. Trabajan como una piña, organizaron la pasada cuaresma la llegada de la Cruz de los Jóvenes y el Icono de la Virgen a Sevilla, un acontecimiento de cuyo resultado se muestran tremendamente orgullosos. Y ahora están ansiosos ante la venida a la Archidiócesis de más de 3.000 extranjeros con los que vivirán del día 12 al 14 los Días en la Diócesis (DED) como preludio al viaje a Madrid.
La mayoría de ellos no habían nacido cuando el papa Juan Pablo II visitó Sevilla por primera vez, en el año 1982. Tampoco recuerdan, en muchos casos, la segunda ocasión en la que el Santo Padre acudió a la capital de Andalucía, en 1993, para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional. Algunos ya han tenido la suerte de vivir otras Jornadas de la Juventud, como las celebradas en Toronto o en Roma. A pesar de ello, tienen muy claro lo que esperan hallar en Madrid. "Será un encuentro con el Señor y una profundización en nuestra fe. Compartiremos nuestras experiencias con otras personas", explica Virginia Salado, una joven de 28 años que trabaja como educadora infantil.
De los miles de jóvenes sevillanos que viajarán a Madrid, prácticamente un millar lo harán bajo el auspicio de la delegación de Pastoral Juvenil que dirige Adrián Ríos. El resto pertenece a otros movimientos de la diócesis, como hermandades, parroquias o el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (Sarus). La peregrinación les ha salido por 270 euros, aunque se han buscado fórmulas para que el desembolso sea el menor, como la venta de papeletas o las torrijas que vendieron los miembros del Sarus en cuaresma, "lo que ha permitido becar a ocho personas", explica Jaime Costas. También se han organizado cenas, se han vendido pulseras o broches alusivos a la JMJ.
El trabajar codo con codo durante los últimos meses ha posibilitado que estos jóvenes se hayan podido conocer para compartir sus vivencias en la fe, aunque advierten una cosa: no son ni frikis, ni raritos. "No somos bichos raros. Somos personas normales. salimos a disfrutar con los amigos, como todos los jóvenes de nuestra edad. En mi caso, trato de que exista un equilibrio entre lo material y lo espiritual. Dios ha estado conmigo toda mi vida y he sido muy feliz. Pretendo compartir todo eso", señala Virginia Salado. De la misma manera se explica Sergio Domínguez, estudiante de Química que rechaza de plano los estereotipos: "En la facultad me dicen que soy un friki y que estoy perdiendo el tiempo. Gracias al Sarus he encontrado un grupo de jóvenes como yo dentro de la Universidad. Tenemos unos valores sólidos y ganas de demostrar que la Iglesia no es cosa de personas mayores". Su compañero en el Sarus, Jaime Costas, asiente y añade: "Nosotros salimos, entramos, nos gusta el fútbol... hay una gran diversidad y tenemos inquietudes. Igual una noche sales de botellón con los amigos y al día siguiente hablas con ellos sobre ciertas dudas que puedas tener respecto a algún dogma o cuestión de la Iglesia".
Juan Guzmán, un estudiante de Historia de 20 años de edad, considera que la Jornada Mundial de la Juventud puede suponer un aldabonazo para la Iglesia y la religiosidad en España: "Puede ser un antes y un después. Es cierto que la Iglesia puede tener cierta mala imagen entre los jóvenes, pero vamos a demostrar que somos muchos los que estamos ahí detrás empujando. Rezamos, pero también nos divertimos. Todo es compatible".
Son muchas las historias que se esconden detrás de cada uno de estos jóvenes. Muchos de ellos ya estaban integrados y trabajaban en sus parroquias, como Virginia Salado y María López, en San Bartolomé; Juan Guzmán, en Santa María Madre de Dios de La Rinconada; Pedro Reina, en la Oliva de Lebrija; o Sergio Domínguez, en Santa María la Mayor de Pilas. Otros, como Miguel Sánchez Jaramillo, provienen de las hermandades, en su caso de San Esteban. También los hay que llevan muchos años formando parte de la Pastoral Juvenil, como Fátima Pérez Azmani, una profesora de magisterio de 35 que desde 2001 es voluntaria. Ella ya ha vivido las JMJ de Roma, en el año 2000, y Toronto, en 2002: "A Sidney no pudimos ir por la distancia y el coste. Se organizaron jornadas paralelas. Aquí fue El Rocío. Lo más bonito de todo es que te encuentras con cristianos de todo el mundo. Conoces sus costumbres y te das cuentas de que hay lugares, como China, en los que se tienen que reunir a escondidas". Fátima también destaca su experiencia en Toronto con las familias de acogida. "Es algo único. Tenían muchos detalles, incluso te recibían con el himno de España. Estamos tratando de organizarle la mejor acogida a los jóvenes que vienen a Sevilla en los Días en la Diócesis".
María López, al igual que muchos otros, conoció el movimiento de la JMJ durante la peregrinación a Santiago de Compostela que organizó la Archidiócesis el año pasado. "Antes sólo iba a misa a la parroquia y pensaba que no había nada más. Me quedé muy sorprendida al encontrar tantos jóvenes con ganas de trabajar". María hace un llamamiento a todos los que desconocen esta realidad: "Que se acerquen a comprobarlo por ellos mismos. Somos personas normales. Que no tengan prejuicios y piensen que le vamos a comer la cabeza".
Pedro Reina asegura, por su parte, que la JMJ le ha permitido conocer a personas maravillosas: "He vivido todo este año con mucha emoción. A Madrid ya voy con mucho ganado. Espero que la experiencia me abra la mente y me ayude a conocer más a Jesucristo. También debe servir como empujón a los jóvenes católicos para que nos nos escondamos y demos testimonio de nuestra fe".
Las hermandades también contarán con una nutrida representación en Madrid. Es el caso de Miguel Sánchez Jaramillo, que acudirá con los jóvenes de San Esteban. "No nos debemos achantar ante esta sociedad laicista. Hay muchas personas como nosotros en todo el mundo y en nuestras propias parroquias". La benjamina de este ramillete de jóvenes es María Alegre. Tiene 17 años y su contacto con la Jornada Mundial de la Juventud ha sido gracias a Álvaro Pereira, director del Sarus.
Todos ellos vivirán, entre el 16 y el 21 de agosto, junto al resto de la delegación sevillana, un encuentro con la fe, con otros jóvenes y con el papa Benedicto XVI, para el que se llevan preparando todo un año.
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