Una joven sevillana gana dinero con los sumisos financieros: "Hay hombres que me pagan a cambio de nada"
Una joven sevillana relata su experiencia en las redes, en las que varios hombres se ofrecen a enviarle dinero sin contraprestación alguna
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Bajo el nombre falso de Alba se oculta una sevillana de 25 años que ha empezado a ganar dinero a través de internet y las redes sociales con los sumisos financieros, una especie de esclavos virtuales que le hacen pequeños pagos a cambio de nada. Puede parecer difícil de entender, pero no hay contraprestación alguna. Ni enseña nada ni la conversación es subida de tono. Algunos obtienen placer en que una mujer se gaste su dinero, otros simplemente hablan con ella y terminan enviándole dinero. Por supuesto hay muchos que le piden a cambio algún tipo de compensación sexual, a lo que ella se niega tajantemente y los bloquea. Conoce casos de personas que viven de esto. Ella no porque lo toma más como un juego para obtener un dinero extra que algo a lo que dedicarse profesionalmente. "Yo he conseguido en un mes unos 160 euros y ahora hay uno que me ha prometido que me va a pagar 200 euros para comprarme una silla gamer, pero conozco a una chica que ha ganado este mes 1.900 y que vive de esto".
Todo surgió este verano, cuando Alba hizo un viaje con unas amigas. "De repente una de ellas dice 'me ha hablado mi cajero automático'. Yo le pregunto qué cómo que le ha hablado su cajero automático y ella nos cuenta la historia de que un tío le contactó a través de Twitter y se puso de nombre de perfil 'cajero automático de' seguido del nombre de mi amiga. Le dijo que tenía saldo disponible y si deseaba realizar una operación. Ella sólo tenía que decirle sí, deseo sacar tanto dinero, y él se lo enviaba". Los pagos suelen hacerse a través de una cuenta PayPal, pero si existe ya una relación más de confianza otra opción es el bizum. "Era alguien desconocido, que no tenía relación alguna con ella. Esto le pasó hace tres o cuatro años, y a día de hoy sigue mandándole dinero, contactando con ella con frecuencia para enviarle dinero, él por su propia voluntad".
Esto llevó a Alba a probar. Decidió publicar un tuit "de coña" en el que decía que quería comprarse un libro y preguntaba si algún sumiso financiero se lo pagaba. "Empezaron a llegarme mensajes directos. Un tuit mío se viralizó, alcanzó casi 250.000 reproducciones y me llegaron decenas y decenas de mensajes. Tengo que filtrar porque hay de todo, pero uno de ellos era de un chico de Madrid que simplemente por hablar con él me manda un bizum. Son siempre conversaciones normales, no subidas de tono ni nada".
Un día, uno de estos donantes le dijo que ella debería ser tratada como una reina, una diosa y demás calificativos espléndidos. "Y me envió dinero para que me hiciera las uñas. Me las hice sí, pero yo no le he mandado fotos de las uñas ni nada, más allá de las fotos normales que puedo colgar en mis redes, como alguna mía en un viaje". Cuenta Alba que con uno de estos sumisos sí ha entablado una relación "más humana, más personal" y él le cuenta su vida. "Hablamos de temas cotidianos, de su trabajo, sus reuniones, sus viajes con los amigos, sus comidas con la familia... son temas normales". Casi todos son españoles, aunque hay uno de México. Y otros que aparecen un día y ya no vuelven más.
Dice que recibe muchos mensajes pero que hay que filtrar a tope porque muchos hablan pero nunca pasan dinero. Con ellos no pierde el tiempo. "Ahora mismo tengo a cuatro o cinco personas que me pagan cantidades pequeñas, para mis gustos. Yo no quiero más, pero hay gente que vive de esto. Soy estudiante y no trabajo y me viene bien ese dinero, pero no creo que esto dure mucho por mi propio carácter, pues soy una persona bastante asocial".
Sí ha encontrado en el poco tiempo que lleva en este mundo a hombres que quieren que los humillen. "Me piden que los humille y me mandan dinero por ello. Pues nada, yo lo hago. Les digo cosas como 'no veas si eres tonto, ¿no, colega? que me pagas por nada. Hay quien dice que daría todo por mí, pero tampoco me quiero aprovechar del todo". Y hay también "tipos raros", que quieren hacer de ella su "zorrita secreta y privada". "Evidentemente me está pidiendo algo sexual, a lo que yo me niego. No saben tampoco quién soy, ni les doy mis datos ni mi número de teléfono", detalla, aunque admite que a uno de sus sumisos lo conoció en persona.
Sobre los peligros que puede conllevar ser una dominatrix financiera, Alba entiende que alguien pueda obsesionarse con ella. "Pero no creo que lleguen a ese punto. Además, como digo, no creo que dure mucho en esto. Lo que empezó con un jajaja es muy probable que acabe en unos meses cuando me aburra, o cuando tenga un trabajo que me permita ya tener unos ingresos. De todas maneras, si alguno se obsesiona conmigo, tendré que ir a la Policía".
¿Y, como beneficiada por esta extraña actividad de pagar dinero a cambio de nada, le encuentra alguna explicación?. "Creo que son personas que se sienten muy solas, que necesitan hablar con alguien y prefieren pagarme a mí que a un psicólogo. Me hacen regalos. No sé si llegan a sentir placer sexual por ello. Alguno habrá que sí, supongo, como el que me pide que lo humille". Los padres de Alba no tienen ni idea de esta actividad de su hija, confiesa esta joven, que recuerda, entre risas, que estudió en un colegio de monjas y ahora es dominatrix financiera en internet. Su novio sí lo sabe. "Y no tiene ningún inconveniente".
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