Un joven mata al novio de su madre tras una pelea familiar en Los Pajaritos

A los vecinos de la calle Mirlo no les sorprendió que Francisco Javier Benítez Contreras, de 21 años y conocido en Los Pajaritos con el sobrenombre del Loco, se sentara a fumar un cigarrillo en el portal de su casa poco después de la medianoche de ayer. Ni siquiera les llamó la atención que llevara consigo un cuchillo porque, según cuentan, era habitual que se paseara por la calle portando algún arma blanca y riéndose. Lo que nadie en Los Pajaritos todavía comprende es cómo pudo esperar tan plácidamente la llegada de la Policía mientras en el interior de su casa yacía muerto el novio de su madre, un ciudadano rumano de 41 años al que acababa de asestar al menos dos puñaladas.

"Cuando llegaron, los policías ni se dieron cuenta de que tenían delante al asesino, de lo tranquilo que estaba, ahí sentado, como si no hubiera pasado nada", relataba ayer por la mañana una vecina señalando el escalón en el que se sentó el presunto homicida. "Se quedó ahí quieto, mirando a todo el mundo, sin decir nada, hasta que se lo llevó la Policía", explica una mujer que salió a la calle cuando oyó el revuelo. "Estaba enfermo, padecía algún trastorno mental, una esquizofrenia o algo similar. Lo que pasó anoche se veía venir. Y al fin y al cabo ha sido una suerte que se hayan matado entre ellos y no que le haya tocado a alguien que simplemente se lo cruzara en el camino. Personas como él no pueden estar en la calle tan libremente".

Fue precisamente un vecino quien alertó al servicio de emergencias 112 al oír los golpes y los gritos que salían del Bajo Izquierda del número 33 de la calle Mirlo. La llamada se hizo a las 23:59 del lunes. Lo que pasó en el interior de la vivienda unos minutos antes de esa hora es todavía muy confuso y por el barrio circulan varias versiones de los hechos. La más sólida es la de que el crimen se produjo después de que la víctima y su compañera sentimental, Carmen Contreras Fernández, madre del presunto homicida, entablaran una discusión que fue subiendo de tono hasta acabar a golpes. Según esta hipótesis, al ver que su madre estaba siendo atacada por su novio, Francisco Javier Benítez decidió defenderla. Lo hizo lanzándose con un cuchillo sobre el compañero de su madre, a quien presuntamente le hizo dos cortes en el pecho y le asestó dos puñaladas en el costado que terminaron por resultar mortales. En principio ésta es la versión más fiable para la Policía, que ayer por la tarde tomó declaración al presunto autor del crimen, que podría pasar a disposición judicial a lo largo de la jornada de hoy.

Los vecinos también apuntan una versión distinta a ésta que consiste en que la pelea que originó el crimen fue mantenida por el homicida y su madre y fue el rumano quien intentó mediar. Los residentes en las viviendas próximas aseguran que madre e hijo se llevaban muy mal, que las discusiones eran continuas y que incluso en más de una ocasión Francisco Javier había agredido a su madre y también al rumano al que ayer apuñaló. Incluso cuentan que la Policía estuvo varias veces en la casa después de algunos de estos episodios violentos.

Sea como fuere, lo que se encontraron los médicos del servicio de emergencias del 061 fue con el cadáver de este hombre y sólo pudieron certificar su defunción. Sí asistieron a la mujer, quien presentaba un fuerte ataque de ansiedad después de lo ocurrido. La Policía -en el lugar de los hechos se presentaron agentes tanto de la Policía Nacional como de la Local- detuvo al autor de los hechos, que esperaba sentado en el portal, y lo trasladó hasta los calabozos de la Jefatura Superior de Policía, donde pasó la noche de ayer y donde continuaba anoche a la hora de cierre de esta edición. A lo largo de la jornada de ayer, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional tomó declaración al homicida, quien podría ser trasladado al juzgado durante la mañana de hoy. Francisco Javier Benítez, de 21 años, tiene dos antecedentes delictivos, uno de ellos por un delito de lesiones.

En el portal apenas quedaban ayer vestigios de este crimen. Sólo la continua presencia de informadores, fotógrafos y cámaras de televisión alteraba la normalidad. La puerta del piso, blanca y llena de manchas, permanecía cerrada y sin ningún precinto de la Policía. La puerta del bloque permanecía con el cristal roto. "Eso lo hizo él, el asesino, en uno de sus ataques de locura, hace ya tiempo", aseguraba un joven a quien tampoco extrañó el crimen. En el buzón, el único nombre que no figuraba era el de la víctima.