Un joven celoso y posesivo

Miguel Carcaño conoció a Marta hace dos años y ambos mantuvieron una relación que duró poco más de un mes, hasta que ella le dejó porque salía con otras jóvenes

El joven Miguel Carcaño es conducido ayer por la Policía para la práctica de diligencias relacionadas con la investigación del asesinato.
F. Pérez Ávila - J. Muñoz / Sevilla

15 de febrero 2009 - 05:03

Todos los conocidos de Miguel Carcaño lo definen como una persona celosa y posesiva. El asesino confeso de Marta del Castillo se crió sin padres y fue su hermano mayor quien le mantuvo hasta que empezó a trabajar. Los vecinos y familiares de Marta aseguran que la madre del joven falleció cuando él era muy niño, y su padre los abandonó.

Miguel Carcaño conoció a Marta hace casi dos años, en la Semana Santa de 2007, y había mantenido con la menor una relación que tan sólo duró algo más de un mes. Lo dejaron cuanto terminó la Feria. Los padres de Marta, que desde el principio habían centrado sus sospechas en este joven, sostienen que la menor decidió dejarlo tras darse cuenta de que no era el chico adecuado para ella, porque tonteaba con otras chicas cuando estaba con ella.

Miguel Carcaño había dejado hace poco tiempo de vivir con su hermano, con el que había compartido hasta entonces una vivienda en la calle León XIII. Desde hace algún tiempo, residía con su actual pareja, una joven de 14 años que reside en la calle Camino del Monte de la localidad de Camas.

Durante las tres semanas que el joven ha guardado silencio respecto al crimen, lo único que había trascendido es que la noche del 24 de enero, cuando desapareció Marta, ambos estuvieron juntos durante toda la tarde. Los dos estuvieron en Triana, donde conversaron con un amigo de Marta que se dedica a los bordados de la Semana Santa.

Los investigadores sospechaban que ambos podrían haber estado esa misma tarde con la actual novia del joven y que Miguel quisiera anunciarle a ésta que realmente quería a Marta.

Miguel Carcaño había asegurado en sus declaraciones anteriores ante la Policía que llevó a Marta en su ciclomotor y que la dejó a unos 25 metros de la puerta de su casa, en la esquina de las calles Argantonio y Gerión. Según su testimonio, en el que los investigadores han detectado múltiples contradicciones, habría dejado a Marta del Castillo sobre las nueve y media de la noche.

Una vecina de la menor aseguró que se había cruzado con ésta entre las nueve y media y las diez de esa misma noche.

La madre de Marta llamó a las diez y cuarto a su móvil, pero el teléfono estaba apagado, algo que la menor nunca hacía y que generó tal alarma en la familia que los padres decidieron regresar antes a casa tras una visita a unos primos.

En las tres semanas que han pasado desde que se produjo la desaparición, Miguel no ha participado en ninguna de las numerosas manifestaciones de apoyo y solidaridad que se han llevado a cabo con la familia.

La madre de Marta logró localizar al joven que ahora ha reconocido el asesinato sobre las doce de la noche de aquel día. El joven se mostró frío, según el testimonio de la madre, a la que dijo que no sabía dónde estaba su hija y comentó que él estaba en casa de su su novia, en Camas.

Miguel ni siquiera se ofreció a buscar a la chica ni se interesó por la familia, como habían hecho la mayoría de los amigos y sus padres aquella noche. El joven apagó su teléfono móvil y se refugió en su casa, de donde ni siquiera salió para trabajar.

Esta actitud provocó recelos en los padres de Marta, que siempre habían sospechado que el joven ocultaba algo más o sabía más de lo que decía, como ahora ha corroborado la investigación policial que ha concluido con su arresto y la confesión del crimen.

Marta había comentado el mismo día de su desaparición que había quedado esa tarde con Miguel para "arreglar un asunto", aunque no le precisó ningún detalle más.

La Policía centró sus pesquisas desde un primer instante en el círculo de amistades de Marta, con especial atención a Miguel, el joven que había mantenido el último contacto con la chica antes de que desapareciera. Durante la investigación se revisó la agenda de Marta, así como su ordenador personal y el de su abuelo, con el que también solía conectarse a internet y visitar páginas de redes sociales como el tuenti.

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