Los jardines del Alcázar, indisolubles con la arquitectura
Patrimonio
El patronato edita una completa publicación en la que, por primera vez, se estudian y analizan todas las zonas verdes del recinto y su evolución desde la época islámica hasta el siglo XX.
Una relación indisoluble. La arquitectura de los diferentes palacios del Alcázar no se podría entender sin sus propios jardines. La relación nacida desde la época islámica se ha mantenido en todas las etapas por las que ha atravesado el monumento, creando una serie de conjuntos muy reconocibles y de relevancia universal en los que se han aprovechado los elementos anteriores y se han proyectado nuevas formas que, a su vez, han servido de inspiración para el futuro. Para profundizar en esta continua experimentación, el Patronato del Real Alcázar ha editado la primera publicación que aborda la evolución de los jardines desde una perspectiva científica y global. Los jardines del Real Alcázar: Historia y Arquitectura desde el Medievo islámico al siglo XX, es el nombre de la obra coordinada por Ana Marín Fidalgo, profesora de Historia de la Arquitectura del departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas de la Universidad de Sevilla; y Carlos Plaza, docente del mismo departamento y actualmente en Villa I Tatti-Harvard University y en el Kunsthistorisches Institut in Florenz.
Este valioso trabajo analiza por primera vez los jardines del monumento con una necesaria continuidad desde sus orígenes hasta la actualidad, algo que permite observar y comprender la creación, evolución y apreciación de los jardines en el contexto de cada época histórica. El más antiguo que se conserva no se encuentra dentro del recinto del actual Alcázar, aunque en su día fue uno de sus espacios más importantes: el llamado jardín del patio de la Contratación, dentro de un edificio ocupado actualmente por la Junta de Andalucía. Son de época almohade (1150-1250 aproximadamente). Su estado de conservación es muy deficiente y además, no se puede visitar de manera regular. Es una de las joyas ocultas de esta ciudad. "Como menciona el profesor Almagro en el capítulo sobre los jardines andalusíes y mudéjares, se trata de uno de los jardines más característicos de la tradición andalusí", explica Carlos Plaza. En el libro se profundiza en la cultura del jardín anterior a la época almohade, sobre todo con referencias a Al Mutamid, gracias a las fuentes literarias que se conservan.
El resto islámico de mejor lectura actualmente en el Alcázar es el pórtico del Patio o Cuarto del Yeso. Aunque su jardín se reconstruye en época cristiana, se observan algunas de sus claves, como el pórtico que se abre al jardín y el agua como elemento fundamental. Plaza señala que cuando la cultura cambia, siempre hay una continuidad, una permeabilidad entre ambas épocas: "En la época de predominancia cristiana se asume la cultura arquitectónica preexistente como propia".
El jardín más importante durante la época islámica era el del patio del Crucero. Es difícil imaginarse con su configuración actual cómo era en tiempos de su mayor esplendor. "El palacio islámico daba hacia un gran jardín con un gran pórtico que se ha perdido. Desde ahí se veía un gran jardín rehundido y en el centro había un estanque". Tras la Reconquista, el primer palacio que se construye es el gótico por parte de Alfonso X, que reutiliza las naves del anterior y la construcción se abre a los jardines: "Siempre existe esa permeabilidad", sostiene Plaza". En época de Pedro I se construye una gran terraza. El resultado es espectacular: "Durante varios siglos tenemos el pórtico gótico frente a otro islámico, dos terrazas que se cruzan, abajo una gran piscina y en las esquinas cuatro grandes jardines". Así estuvo hasta que se cegó en el XVIII tras el terremoto de Lisboa, aunque aún quedan los baños de María de Padilla, en el subsuelo. "La riqueza es que este patio ha vivido muchos momentos diferentes".
La continuidad se observa de nuevo cuando Pedro I construye su palacio adosado al gótico. Su jardín más importante es el del Patio de las Doncellas, que recuperó su primitiva estructura en 2005. "Tiene una gran continuidad. El jardín está proyectado de modo unitario con el resto. Siempre hay una ligazón entre la arquitectura y el jardín. No se puede entender el uno sin el otro". En la época islámica, y en la de Pedro I, había una banda de cuatro jardines en el exterior de los palacios que son considerados jardines antiguos.
Cuando en el siglo XVI se amplían los jardines más allá de la muralla, se ordenan y se crea la Galería del Grutesco, en 1620 por el arquitecto Vermondo Resta. "Sirve para dar una nueva lectura. Para mirar desde otro punto de vista". Uno de los espacios más singulares del XVI es el Cenador de Carlos V. Plaza revela que seguramente para su construcción se reutilizara un orador islámico: "La hipótesis más razonable es que existiera una qubba islámica. Vemos una vez más cómo se aprovecha un elemento preexistente al que se le da un gran valor, se renueva y se reinterpreta". Los nombres de los jardines actuales también proceden de la documentación del siglo XVI.
Hasta el siglo XIX se observa cómo los jardines son muy bajos, conformados con setos y algún naranjo. La importancia del agua se va perdiendo y se apuesta más por estanques o grandes fuentes. En el siglo XX los jardines se conciben más como parques. Los más modernos se han podido datar y se han reconstruido en el libro gracias a planos y fotografías históricas que provienen de diferentes colecciones y archivos: desde el Archivo General del Palacio Real a la Fototeca del Instituto de Patrimonio Cultural de España. Se trata de los del Marqués de la Vega Inclán, de época de Alfonso XIII, y de los más recientes, de la década de los 50 del siglo XX. "El Alcázar es el edificio más interesante para reflexionar sobre la sucesión de las diferentes época y cómo hay siempre una continuidad. Se observa toda la evolución de la historia del jardín en nuestra cultura arquitectónica", concluye Plaza.
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