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Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

Una investigación llena de desconcierto

Los responsables policiales tenían la "certeza del 99,9%" de que el cuerpo estaba en el río · Cada nuevo testimonio desmonta la versión oficial, más débil de lo que parecía

Alejandro Martín / Sevilla

19 de marzo 2009 - 05:03

"No digas nada, que la Policía no tiene nada". Javier Delgado intentaba tranquilizar así a su hermano Miguel en una conversación telefónica grabada por los investigadores antes de su detención. El tiempo le está dando la razón, en parte. Las últimas declaraciones de los implicados han dado un vuelco a la investigación, evidenciando que la versión oficial divulgada el pasado 20 de febrero era mucho más endeble de lo que los responsables políticos afirmaron en su comparecencia ante los medios.

En vez de dirigir las pesquisas, las actuaciones policiales se han movido a rebufo de los testimonios de cuatro jóvenes, los cuales llevan más de dos meses jugando al gato y al ratón con los investigadores, la Justicia, la opinión pública y la familia de Marta del Castillo. Entre otras contradicciones, la credibilidad que el juez otorga al nuevo testimonio de Miguel Carcaño y su determinación a la hora de ordenar de forma inmediata la búsqueda del cadáver de la joven en el vertedero de Montemarta demuestra que el relato de los hechos no estaba tan atado como dieron a entender en su día a los medios el delegado del Gobierno, Juan José López Garzón, y su subdelegado en Sevilla, Faustino Valdés, que dieron por válidos testimonios obtenidos en interrogatorios "dirigidos", según las defensas.

Una actuación "discreta, eficaz y garantista", tal y como la calificó aquel día López Garzón, se ha convertido con el tiempo en una suerte de circo mediático que transmite a diario a miles de ciudadanos la reconstrucción de un crimen con un maniquí. En este espectáculo no faltó durante los primeros días de búsqueda el despliegue ante las cámaras de unidades caninas de la Policía especializadas en la detección de explosivos, a pesar de que poco podían hacer en el rastreo de un ser humano, o la exhibición de agentes a caballo por descampados y vías de ferrocarril, pese a que Juan José López Garzón aseguró que esta investigación "no se podía ni se podrá radiar en directo". El objetivo, aparentemente, no era otro que dar una imagen de acierto policial tras las críticas de la familia durante la primera fase de la investigación, que tuvieron un gran eco popular.

Una de las contradicciones más evidentes se refiere a la búsqueda del cuerpo de la joven. La Delegación del Gobierno en Andalucía organizó un dispositivo sin precedentes en el Guadalquivir al contar con "un 99% de certeza" de que el cadáver fue arrojado al río. Los responsables decían estar convencidos de que los inculpados habían confesado el punto exacto donde se arrojó el cuerpo, puesto que la zona fue descrita por separado por los tres sospechosos -Miguel Carcaño, Samuel Benítez y el menor- que habrían estado en la zona aquella noche. La busca en el Guadalquivir se sustentó en el testimonio del menor, al que se le otorgó gran credibilidad porque, al parecer, expuso los hechos con la "frescura, sosiego y los detalles propios de quien dice la verdad" y sin intención de exculparse a sí mismo o de culpar al hermano de su amigo.

Tras más de un mes de rastreo, en el que decenas de funcionarios del Estado han puesto en riesgo sus vidas, los responsables rectifican por el nuevo testimonio de Carcaño, que ha derribado el relato que los responsables políticos narraron el pasado 20 de febrero. Las Fuerzas de Seguridad preparan ahora otro operativo para buscar el cuerpo en el vertedero de Montemarta. Lo que ayer era certeza casi absoluta se convierte hoy en una mera teoría, una variación que dista mucho de esa operación "eficaz", de esa "investigación de libro" que se presentó con tanto boato hace apenas un mes.

La nueva hipótesis también echa por tierra la relevancia en el caso del Volkswagen Polo blanco propiedad de la madre del menor. Los investigadores dieron por válido que el menor de 15 años condujo el vehículo hasta la vivienda de León XIII para trasladar el cuerpo al río. Sin embargo, el vehículo fue devuelto por la Policía tras estar intervenido unos 15 días, algo que resulta llamativo si se tratase de una prueba tan crucial como parecía a priori. Es más, las últimas pesquisas apuntan a que el menor se desplazó aquel día en bicicleta. Al menos, eso es lo que dice en su última declaración Miguel Carcaño.

Otro ejemplo del giro dado en las pesquisas es el empecinamiento de los investigadores en relación con la supuesta arma homicida, un cenicero de cristal de un bar de copas. Según el relato inicial de los responsables de la investigación, el empeño de Carcaño por tirar este cenicero fue lo que terminó finalmente por inculparle. La primera versión de los hechos apuntaba a que Carcaño lo ocultó bajo su chaqueta, dejando rastros de sangre de Marta del Castillo en el forro interior. Pero el cenicero no apareció ni en el domicilio ni en el río. La última declaración de Miguel Carcaño lo convierte ya en un espejismo.

La gestión de los testigos interrogados durante la instrucción policial tampoco ha sido un ejemplo de eficacia. En la primera fase de la investigación, los responsables políticos le otorgaron cierta credibilidad a una vecina de la casa de Marta que aseguró haberse cruzado con ella en el portal del bloque, cuando realmente nunca volvió a su casa, algo que se demostró incierto. En cambio, no se valoró inicialmente el testimonio del vecino de Carcaño que aseguró haberle visto manipulando la silla de ruedas de su madre sobre las dos de la madrugada.

Sobre las horas en las que ocurrieron los hechos también hay confusión. Hasta que la novia de 14 años de Carcaño, que vivía con sus padres en Camas, no varió su versión 45 días después de la desaparición de Marta del Castillo, los investigadores siguieron sosteniendo que los sospechosos se deshicieron del cadáver a las diez y media de la noche tirándolo al río Guadalquivir. En declaraciones públicas, y aunque resulte paradójico, éstos indicaron al día siguiente de producirse esta nueva declaración de la joven que "siempre sospecharon de ella". En mes y medio, no lograron prueba alguna, salvo su palabra.

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