Una investigación que se cerró sin hallar culpables

La cúpula de ETA declaró en relación con el envío de la bomba

J. Muñoz / Sevilla

18 de julio 2011 - 05:03

Dos décadas después del atentado de la cárcel de La Ranilla, la Justicia ha archivado provisionalmente la investigación de la autoría del atentado terrorista más salvaje de los perpetrados por ETA en Andalucía, que provocó cuatro muertos y 31 heridos. Los fallecidos fueron el funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega, los reclusos Donato Calzado García y Jesús Sánchez Lozano, y una persona que había acudido de visita a la prisión, Edmundo Pérez Crespo. La investigación judicial abierta por la Audiencia Nacional tras el atetando fue archivada provisionalmente en 1996, al no haberse podido acreditar la autoría del envío del paquete-bomba a la cárcel, pero en 2004, la Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo (AAVT) logró reabrir el proceso y que se imputara a la cúpula de ETA en la fecha del atentado, que estaba compuesta por los históricos dirigentes Francisco Múgica Garmendia, Pakito; José Luis Álvarez Santacristina, Txelis; y José María Arregui Erostarbe, Fitipaldi.

El juzgado central de Instrucción número 4 de la Audiencia Nacional decidió nuevamente en septiembre de 2009 archivar provisionalmente la causa abierta por delitos de asesinato, lesiones y daños ocasionados por la explosión del paquete-bomba. En el auto de sobreseimiento, el juez Fernando Andreu Merelles, llegó a la conclusión de que no era posible continuar la investigación, "al no existir elementos nuevos que permitan imputar de forma concreta los hechos objeto de la presente causa" a los tres dirigentes de ETA. El auto precisaba que no se habían "aportado ni probado nuevos elementos incriminatorios que permitan apreciar motivos suficientes para reabrir el sumario".

El paquete bomba que estalló en Sevilla-I fue entregado por un empleado de la empresa de transportes Acha S.A., procedía de Valladolid, e iba dirigido al director de Sevilla-I, Javier Romero, quien hace unos años reconoció en una entrevista a este periódico que tan sólo unos 40 ó 50 segundos antes de la explosión tuvo el paquete en sus propias manos. Como no pudieron ver el contenido, llamaron a los Tedax y a la empresa de transportes, pero la explosión se produjo antes de la llegada de los artificieros. Tras el atentado, los seis terroristas -cuatro internos y dos en tránsito para un juicio- fueron trasladados a Sevilla-II para evitar agresiones de los presos comunes, que incluso lanzaron televisores desde las celdas para mostrar su indignación.

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