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Casi la mitad de los inmigrantes de Sevilla residen en la Macarena, Cerro-Amate y el centro

Los extranjeros sudamericanos regresan a sus países de origen y los del Magreb siguen aumentado Los comunitarios imperan en el Casco Antiguo

Peluquería regentada por una sudamericana en el barrio del Cerezo, dentro del Distrito Macarena.
Diego J. Geniz

26 de enero 2014 - 05:03

Los sudamericanos se marchan, los marroquíes siguen llegando y los rumanos se mantienen. Éstas son -a grandes trazos- las líneas generales de la inmigración en Sevilla a tenor del padrón municipal con datos actualizados a 1 de enero de 2013. El desglose por distritos demuestra que casi la mitad de los extranjeros que residen en la capital andaluza lo hacen en tres zonas muy específicas: Macarena, Cerro-Amate y el centro de la ciudad. Dichas demarcaciones aglutinan un tipo de inmigración distinta cada una.

En la primera de ellas, los de mayor presencia proceden de países iberoamericanos en muchos de los cuales se desarrollan ahora políticas para atraer a la población emigrante, mientras que en Cerro-Amate los marroquíes y rumanos suponen los mayores grupos de inmigrantes. El Casco Antiguo se diferencia de los otros dos distritos, puesto que son extranjeros comunitarios los que viven en sus barrios, a los que se han trasladado en la mayoría de los casos por motivos de investigación o formativos y con un respaldo económico considerable.

La población extranjera ha aumentado en un año en Sevilla. Así se desprende del padrón municipal. Otra cuestión es que lo haga en la misma medida que en épocas anteriores, en las que el sector del ladrillo se convirtió en un gran anzuelo para atraer a inmigrantes, muchos de los cuales desempeñaban tareas para las que había escasa demanda por parte de los nativos. En concreto, en un año la ciudad hispalense ha pasado de contar con 51.905 residentes que procedían de otros países a 52.729, esto es, un casi imperceptible 1,6%.

Este leve aumento ha sido posible gracias a la incorporación de inmigrantes en los tres distritos que acaparan el 47% de dicha población en la capital andaluza. Éste es el caso de Macarena, en cuyos barrios residen casi el 20% de los extranjeros de Sevilla. En él la presencia de estos habitantes ha aumentado en un año un 1,22%, cifra bastante alejada de la que se registraba antes de que estallara la crisis. Según el padrón, en él viven 10.511 inmigrantes, de los cuales los principales grupos lo conforman sudamericanos, sin olvidar la importante colonia de marroquíes que lo habitan y que supera el millar de personas.

Los bolivianos representan la principal nacionalidad iberoamericana, con 1.726 empadronados, seguidos de los ecuatorianos, con 1.459. Con una cifra más reducida se encuentran los peruanos (734). Los dos primeros grupos han reducido su presencia en el Distrito Macarena en un año, disminución apenas perceptible (del 1,32% y del 2,41%, respectivamente), pero que muestra cierta tendencia que se inició al explotar la burbuja inmobiliaria.

José Antonio Suero, jefe del Servicio de Estadística del Ayuntamiento de Sevilla, subraya que la pérdida de población sudamericana en dichos barrios se explica por el deterioro del mercado laboral. "Antes venían muchas personas de estos países atraídas por las posibilidades de empleo que ofrecía la ciudad", comenta Suero, quien incide en que esta "huida" se percibe en las acogidas familiares que antes eran tan frecuentes en la zona. "Hasta hace poco los bolivianos y ecuatorianos que llegaban a Sevilla se reagrupaban en pisos con familiares u otros compatriotas, lo que constituye una fórmula de residencia con la que se consigue el empadronamiento", aclara el jefe de Estadística municipal.

Dicha tendencia ha cambiado, algo que se constata en el menor número de peticiones que se registran para ejercer dicha acogida. Suero hace hincapié en las políticas que se desarrollan en sus países de origen como uno de los factores de esta marcha: "Algunos, como Ecuador, incentivan la constitución de cooperativas, que se han convertido en un atractivo para el regreso de su emigrantes, y en otros, el Estado paga el Bachillerato y la carrera universitaria de los jóvenes, lo que supone una buena razón para la vuelta".

A este respecto, hay que destacar la ley impulsada por el Gobierno boliviano de Evo Morales mediante la cual se incentiva el regreso de la población que salió del país (para los que llevan un mínimo de dos años fuera) con la concesión de un certificado laboral que les facilita encontrar un puesto de trabajo. En el caso de Ecuador, se activó hace casi un lustro el programa denominado Menaje de Casa y Equipo de Trabajo, por el cual se permite a los emigrantes repatriar sus enseres sin pagar impuestos (que incluye vehículos valorados hasta en 20.000 dólares).

Cerro-Amate es otro distrito que ha aumentado el número de inmigrantes, aunque de manera casi imperceptible (se trata de una de las zonas de España con más alto índice de paro). En un año ha pasado de los 7.893 a los 7.963, es decir, sólo un 0,9% más. En sus barrios la mayor presencia la ostentan los marroquíes, de los que hay empadronados 1.228. Al contrario de lo que empieza a suceder con los sudamericanos, los inmigrantes procedentes del Magreb siguen incrementado su presencia, según detalla el jefe de Estadística. "Al ser un área geográfica que se encuentra continuamente inmersa en conflictos bélicos, buena parte de su población vive en un constante éxodo", argumenta José Antonio Suero, quien añade que aunque muchos de estos inmigrantes permanecen bastante tiempo en la ciudad hispalense, cada vez son más los que, ante la precaria situación laboral, "acaban marchándose a países del norte como Francia o Alemania para encontar trabajo".

La segunda colonia de extranjeros más importante en Cerro-Amate la conforman los rumanos, de los que hay contabilizados 897 en el distrito. Estos inmigrantes han estancado su presencia los últimos años en toda la ciudad, aunque -según Suero- hay cierta tendencia a la baja. "Son personas con gran movilidad. Se dedican, en su mayoría, a trabajos temporales, de ahí que la mitad del año puedan residir en Sevilla y los otros seis meses se encuentren en otras localidades como Lepe, a la que se desplazan para la campaña de la fresa", aclara el jefe de Estadística.

Los chinos también suponen un considerable grupo de inmigrantes en este distrito, donde suman 744. La segunda demarcación en la que tienen más presencia es la conformada por Alcosa, Sevilla Este y Torreblanca, con 480. El motivo de que se concentren en dichas zonas obedece a la cercanía con los polígonos industriales, donde se encuentran grandes naves en la que trabaja la mayor parte de dicha población. "Son centros de distribución en los que operan familias enteras", incide Suero, quien manifiesta que en Sevilla viven más chinos de los que constan en el padrón, ya que muchos sólo se inscriben cuando han de recibir algún tratamiento sanitario y en pocas ocasiones se registra toda la familia.

"Los rumanos, los rusos y los chinos son, en líneas generales, los más reacios a aportar datos para el registro. Tienen cierta desconfianza a dar información, todo lo contrario de los inmigrantes que proceden del Magreb, que siempren colaboran para regularizar su situación y no ponen impedimento alguno", señala el jefe de Estadística.

El tercer gran distrito en población inmigrante es el Casco Antiguo. En él reside el 12% de los extranjeros de la ciudad, cuyo perfil difiere claramente de los anteriores. Las nacionalidades con mayor representación constatan dicha variación con el resto. El principal grupo son los franceses (637), seguidos de los italianos (542) y los británicos (433). Muchos de estos inmigrantes llegan a Sevilla para desarrollar tareas de investigación científica o una tesis relacionada con las artes. En un año los extranjeros que viven en el centro han aumentado un 4,11% (casi cuatro puntos por encima del total de la ciudad).

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