Europol incluye el sur de España entre las zonas de mayor violencia relacionada con la droga
El informe de la Policía europea refleja que hubo al menos 33 homicidios en la región entre 2018 y 2021 derivados de ajustes de cuentas
En Sevilla se cuentan una decena de casos, entre los que destaca el triple crimen de Dos Hermanas
Un informe europeo destaca el aumento de la violencia derivado del tráfico de drogas e indica que el sur de España es uno de los lugares en los que "se está registrando un número significativo de incidentes mortales de ajuste de cuentas entre redes criminales involucradas en el tráfico de cocaína y resina de cannabis". Así lo constata un reciente documento firmado por Europol y el Observatorio Europeo de las Drogas y Adicciones, actualizado el pasado 6 de mayo.
En el texto, ambas entidades se refieren explícitamente a la Costa del Sol, donde las autoridades reportaron 33 homicidios y asesinatos y dos intentos de homicidio entre los años 2018 y 2021. Sin embargo, en la provincia de Sevilla también se cuentan en los últimos años más de una decena de crímenes en los que el móvil fue un ajuste de cuentas relacionado con el negocio ilícito de las drogas.
El caso más conocido es el triple asesinato cometido en septiembre de 2017 en una casa del barrio del Cerro Blanco, en Dos Hermanas. Allí, la Policía encontró los cadáveres de tres personas, entre ellos una niña de seis años, que fueron ejecutadas cruelmente para cobrarse una deuda del narcotráfico. Las víctimas fueron el traficante turco Yilmaz Giraz, su mujer, Sandra Capitán, que estaba embarazada, y la hija de ésta, Lucía Begines Capitán.
Este triple asesinato fue revisado el pasado mes de febrero por el Tribunal Supremo, que confirmó las condenas a prisión permanente revisable impuestas por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) a los autores de los hechos, Ricardo García Hernández, alias el Pollino, y su padre, Ricardo García Gutiérrez, el Cabo. El Supremo absolvió a la mujer del primero, Elisa Fernández Heredia.
Los tres cuerpos fueron encontrados el 30 de septiembre de 2017, dos semanas después de que los familiares de las víctimas denunciaran su desaparición. Los cadáveres habían sido sepultados en una arqueta y cubiertos con hormigón, en una casa de la calle Cerro Blanco de Dos Hermanas, uno de los puntos calientes del tráfico de drogas no sólo de la provincia de Sevilla, sino de toda España. Es, en concreto, un referente del negocio de la heroína.
En 2021 hubo varios homicidios por ajustes de cuentas en Sevilla. Uno de ellos fue el de un ciudadano marroquí H. T., de 34 años, que murió varios días después de recibir una brutal paliza en la calle Lebreles, en el barrio de Madre de Dios, otra zona caliente del narcotráfico en la capital andaluza. La agresión se produjo el 14 de mayo y el hombre murió el 25, como consecuencia de las lesiones sufridas.
Este crimen sigue actualmente sin esclarecer, pues la Policía detuvo a dos personas por su presunta participación en el mismo pero no se pudo probar nada después. Uno de ellos, el considerado principal responsable, un narcotraficante conocido en Los Pajaritos, se entregó y quedó en libertad. El Grupo de Homicidios consiguió abortar una venganza por parte de los amigos de la víctima, que habían urdido un plan para asesinar a uno de los presuntamente implicados en el crimen. Dos personas fueron detenidas. A pesar de ello, uno de los sospechosos se atrincheró el pasado mes de marzo en su casa de Bellavista creyendo que alguien venía a matarlo.
Meses antes, a principios de febrero, se produjo un crimen en una vivienda de Brenes. Fue un homicidio relacionado con el tráfico y consumo de drogas, aunque se trata más de una pelea entre toxicómanos que de un ajuste de cuentas como tal, en el que una organización criminal decide acabar con la vida de otra persona. Lo llamativo en este caso fue el autor, José Antonio Sánchez Barriga, el que fuera testigo número 1 del caso Arny, y que había salido de prisión unos meses antes tras cumplir otra condena por otro homicidio.
También sin esclarecer permanece el hallazgo de un cuerpo carbonizado en las inmediaciones del estadio de la Cartuja, en octubre de 2021. El cadáver corresponde al de un varón adulto, pero el estado en el que se encontraba hacía entonces imposible la identificación. No ha trascendido nada de esta investigación.
En 2019 se registraron tres asesinatos derivados de robos de marihuana en Sevilla. el 13 de enero, un joven de 20 años apareció muerto en el Aral, una pedanía de La Algaba. Era un chico de Málaga que mantenía una relación con una joven de este pueblo. Diez días después, la Guardia Civil detenía a un delincuente común de la localidad como presunto autor del homicidio. El móvil del crimen fue el intento de robo de una partida de marihuana que se guardaba en una finca del Aral.
Mes y medio más tarde, a principios de marzo de ese mismo año, apareció muerto en un descampado de Dos Hermanas un hombre de 34 años vecino de esta ciudad, Cayetano Romero. Un clan de narcotraficantes de las Tres Mil Viviendas, los Gasco, lo habían torturado hasta la muerte tras una venta fallida de droga. La víctima había vuelto del lugar en el que tenía que hacer de intermediario asegurando que le habían robado los estupefacientes.
Lo secuestraron durante días, lo golpearon hasta matarlo en un piso del Polígono Sur y luego lo abandonaron en un descampado próximo a su casa. Un amigo que iba con él se salvó porque entregó las llaves y las escrituras de una propiedad de su esposa. Los dos principales acusados de este crimen fueron condenados a finales del año pasado a doce años de cárcel. Otras cinco personas, dos de ellas de la misma familia, también fueron condenadas.
El tercer homicidio se produjo la tarde del 16 de noviembre en una nave de un polígono agrícola y ganadero de La Puebla de Cazalla. Manuel Gómez, un agricultor de 50 años, fue tiroteado en la puerta del edificio, de su propiedad, por varias personas que le robaron una partida de marihuana. La Guardia Civil esclarecería el caso varios meses después, a mediados de 2020, cuando detuvo a ocho personas, que formaban una banda asentada en Málaga.
La víctima tenía una tienda de semillas a las afueras del pueblo y llevaba tiempo dedicándose al cultivo de marihuana. Incluso había sido detenido unos meses antes. La tarde de su muerte, había quedado con las personas que le iban a comprar una partida de droga. Pero los compradores no tenían ninguna intención de pagarle. Querían robarle la marihuana. Para ello se habían asegurado de que Gómez estuviera solo, pues habían ido dándole indicaciones a través de una serie de intermediarios.
Cuando se dio cuenta de que no le iban a pagar, el agricultor se enfrentó a los ladrones, que le dispararon y mataron. Intentaron huir a bordo de un BMW, pero el coche se les quedó bloqueado en el lugar de los hechos, por lo que tuvieron que escapar campo a través y a pie. Dos de los implicados fueron detenidos en Málaga y otro en Torrejónde Ardoz (Madrid), donde había quedado con una ex pareja tras pasar un tiempo oculto en Alemania.
En mayo de 2018, hubo un homicidio en un punto de venta de drogas de Cantillana. El dueño de la casa, Manuel Campos, de 53 años, apareció a muerto a puñaladas. La Guardia Civil esclareció el asunto dos años después, con la detención de dos personas relacionadas con el tráfico de estupefacientes. En octubre de ese año, en Écija hubo una reyerta mortal a tiros, si bien el móvil fue una discusión derivada del contrabando de tabaco.
Y no sólo ha habido asesinatos consumados, también incidentes que se saldaron con heridos o simples escarmientos. Uno de ellos ocurrió a principios de enero de este mismo año a las puertas de una discoteca del polígono industrial Calonge, donde un conocido delincuente del Polígono Norte recibió dos impactos de bala. Se le relaciona con los vuelcos o robos de droga.
Aumenta la violencia en toda Europa
El informe de Europol apunta a que la mayoría de las víctimas registradas en el sur de España eran ciudadanos de la UE. De los 33 fallecidos, 13 eran españoles, 8 europeos occidentales (belgas, daneses, irlandeses, franceses y suecos) y 4 del Este (búlgaros, croatas, lituanos y eslovacos). Hubo tres víctimas de países balcánicos como Montenegro y Serbia, dos del Reino Unido y tres de África (El Congo y Marruecos).
La organización de policías europea detalla que, durante la última década, los grupos delictivos involucrados en el tráfico de cocaína se han asociado con el creciente número de incidentes violentos. La información de Europol sugiere un cambio en la naturaleza de la violencia vinculada a los mercados de la cocaína, con un número creciente de redes criminales que usan la violencia de una manera más ofensiva que en el pasado.
Esto es fruto de que se haya intensificado la competencia entre proveedores de drogas, que se ha traducido en un aumento de los homicidios, tiroteos, bombas, incendios provocados, secuestros, torturas e intimidación. El análisis de EncroChat (una red de comunicaciones utilizada para actividades criminales) reveló también que los delincuentes utilizaban esta plataforma encriptada para planear actos violentos como resultado de las traiciones o disputas por deudas.
Europol detalla varias operaciones recientes contra la Ndrangheta o mafia calabresa, que tenía cadenas de suministro no sólo en Italia, sino también en Francia, Bélgica, España y los Países Bajos. También constata la introducción de redes colombianas y mexicanas en Europa, que envían grandes cargamentos de cocaína a la UE.
Europol apunta al incremento de la violencia en los puertos, dirigida a los trabajadores y funcionarios portuarios, y que esa violencia también afecta a actores no delictivos, como abogados, funcionarios gubernamentales y periodistas. Entre los puertos más conflictivos están los de Amberes y Rotterdam. En el primero de ellos, entre 2017 y 2020 hubo 66 incidentes con armas de fuego o granadas de mano. Todo está relacionado con un enfrentamiento entre los marroquíes que controlan el tráfico de cocaína en Bélgica.
Otras ciudades portuarias como Marsella y Le Havre también han sufrido este incremento de la violencia. En la segunda ciudad apareció el cuerpo mutilado de un trabajador portuario en 2020. Además, el informe apunta a un clan irlandés, el de los Kinahan, que mantiene una guerra con grupos rivales. Fruto de ese conflicto han sido asesinadas al menos 20 personas en Bélgica, Irlanda, Holanda y España. Los Balcanes, con redes de origen albanés que controlan verdaderos arsenales de armas de fuego, es otro punto caliente del crimen organizado en Europa.
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