La inflación llega a los pisos de estudiantes: 350 euros por habitación en Sevilla
Educación
La oferta se ha reducido en el centro y ha obligado a los universitarios a desplazarse a barrios más alejados
Las residencias solucionan la merma, aunque sus precios son inasequibles para muchos jóvenes
Juan José Dorado es un jiennense que se ha llevado cinco años estudiando en la Universidad de Sevilla (US). Se ha graduado en Historia del Arte y también ha realizado un máster. En este tiempo ha pasado por cuatro alojamientos distintos. Su experiencia constituye un claro ejemplo de la evolución que ha tenido este mercado en la capital andaluza los últimos años, y que va en sintonía con la registrada a nivel nacional. De una residencia a un piso en el centro para pasar luego a otro de un barrio más alejado y terminar volviendo al Casco Antiguo, en una vivienda que hasta entonces había sido usada para fines turísticos y que cambió su utilización con el estallido de la pandemia del Covid.
A lo largo de dicho periplo, este joven de 23 años ha comprobado cómo ha mermado la oferta de pisos para estudiantes y cómo se han encarecido los precios. Una realidad que constata una de las agencias especializada en este sector, Live4Life, que se implantó en Sevilla hace varios cursos. Uno de sus asesores y el responsable de la empresa en la provincia, Stefano Dobbeta, comenta que el mercado lo componen en la capital andaluza unos 300 pisos, cifra que se ha reducido, especialmente en el centro de la ciudad, debido a la presión turística.
Una reducción que se contrapone al aumento de la demanda. Cada vez son más los jóvenes que vienen a Sevilla a estudiar y requieren de un alojamiento para el ejercicio académico. Las alternativas existentes resultan dificultosas, pues la oferta de los pisos se achica y dispara los precios, mientras que las residencias, pese a tratarse de un sector en auge, ofrecen unas tarifas que sólo se las puede permitir un número reducido de universitarios.
Una subida del 23%
Así, por ejemplo, como constata este directivo, si hace tres años el precio medio de un piso de estudiantes con dos o tres habitaciones llegaba a los 650 euros al mes, ahora este coste alcanza los 800 euros, esto es, un 23% más que causa estragos en los bolsillos de los estudiantes y, principalmente, en el de las familias que les costean el arrendamiento. Según la agencia citada, el precio medio de un piso de estudiantes en la zona de Nervión -muy demandada por su cercanía al campus de Ramón y Cajal y la Pirotecnia- oscila entre los 750 y 800 euros. Se trata de un inmueble que, a lo sumo, cuenta con tres habitaciones. Si se suma una más, el alquiler roza ya los mil euros mensuales.
Estas cifras se traducen en que el precio medio por habitación ronda entre los 300 y 350 euros al mes, una cantidad que se ha encarecido los últimos años, como constata el último informe de Idealista sobre los pisos compartidos. En el caso de Sevilla la oferta ha sufrido un descenso del 35% en solo un año. Pese a esta bajada tan significativa, se queda muy atrás de las que se han detectado en otras ciudades españolas, como Madrid, donde ha sido del 59%; Barcelona, del 73%; San Sebastián, con el 71%; o Málaga, con el 62%. A nivel estatal, ha llegado al 45%. El empuje turístico ha resultado clave en dicha merma. Una excepción la constituye Granada, en la que, pese a poseer un importante mercado de viviendas destinadas a alojar visitantes ocasionales, la oferta para pisos de estudiantes sólo ha registrado una variación negativa del 19%.
En cuanto al precio, el informe de Idealista lo fija -a julio de 2022- en 300 euros al mes, lo que supone un incremento interanual del 6%. Es de prever que este coste aumente conforme se acerque el nuevo curso y llegue a los 350 euros que indica la agencia consultada. En ciudades como Málaga el encarecimiento ha sido del 20%.
Calidad insuficiente
Una subida que, por otra parte, muchas veces no se corresponde con una mayor calidad. Ni mucho menos. Los testimonios de varios jóvenes lo constatan. Y el lde los profesionales del sector. El referido asesor lamenta que en numerosas ocasiones los inmuebles no reúnen las condiciones necesarias de habitabilidad. Se trata de pisos que carecen de reformas y que la única ventaja que presentan es su ubicación. Juan José Dorado recuerda que en su segundo año de estudiante pasó de estar alojado en la Residencia Santa Ana, en la calle Almirante Ulloa, en la que pagaba 400 euros al mes por una habitación (sin incluir comidas) a abonar 250 por otra que se encontraba en un piso situado en la calle Cardenal Spínola, en pleno centro. Ahora bien, la diferencia era más que abismal. "Tenía pocos muebles y todos viejísimos. Los paramentos se encontraban en estado muy precario. Aquello amenazaba ruina", refiere este jiennense que al curso siguiente se mudó a un piso más alejado del Casco Antiguo.
En esta ocasión residió en un bloque situado en El Cerezo, una barriada donde a la gran presencia de inmigantes se ha sumado ahora la de estudiantes que comparten piso, debido en parte a la cercanía con el campus de Medicina y Los Perdigones, aunque a este joven le pillaba más lejos, pues tenía que acudir cada día al Rectorado, para lo que se desplazaba en autobús. Pagaba en esta ocasión 350 euros al mes por habitación. Se trataba de un inmueble en mejores condiciones, tras haber sido reformado. El último curso volvió al centro, a un piso del barrio de la antigua judería, que antes había servido para alojar turistas. "Supone todo un ejemplo de piso pospandémico. Su dueño decidió, ante la bajada de visitantes por el Covid, ofertarlo para estudiantes. El alquiler costaba en total 900 euros. Tenía tres habitaciones y también era muy básico", señala.
Joaquín Bernal fue compañero de aquel piso "pospandémico". Este murciano se desplazó a Sevilla en otoño de 2020, en un curso marcado por las medidas anti Covid. Lo hizo para estudiar un máster de la Hispalense en Patrimonio Artístico de Andalucía. "Descarté vivir en una residencia porque los precios estaban, y siguen estando, mucho más que caros", explica este joven de 25 años, cuyas posibilidades económicas no le permitían desembolsar más de 300 euros por alquiler. El alojamiento que finalmente encontró fue por poco menos de ese precio, aunque el inmueble, en pleno Casco Antiguo, tenía "lo mínimo, cuatro muebles". "No poseía ni horno", detalla. Era a lo que tuvieron que aferrarse él y los otros dos inquilinos, pues la oferta es mínima en la zona.
Agencias especializadas
Muchos de estos jóvenes acuden a agencias especializadas en encontrar pisos para estudiantes. Pagan para ello una tasa que, si es en grupo, resulta más barata para cada interesado. En Live4Life, por ejemplo, el inquilino, una vez cerrado el contrato, ha de abonar dos mensualidades. La segunda corresponde a los honorarios por los servicios prestados por los intermediarios.
Se trata, además, de un mercado en el que abunda el dinero negro, pues muchos de los alquileres carecen de contratos. Así lo ha constatado este periódico, que ha intentado ponerse en contacto con propietarios de pisos para hablar de los precios y condiciones del arrendamiento. La mayoría de ellos no han querido hacer declaraciones, debido a que se trata de una actividad que escapa de cualquier control y que suponen unos ingresos económicos que quedan exentos de gravación fiscal.
El 'boom' residencial
El auge de las residencias universitarias está motivado, en principio, por esta merma del mercado de los pisos de alquiler para estudiantes. El responsable de la agencia mencionada argumenta que "es un apoyo para el sector", puesto que muchas de sus plazas también forman parte de la oferta con la que trabajan estas empresas intermediarias. En Sevilla, según cálculos estimados por las enseñas que operan en dicha actividad, hay más de 3.000 plazas en estos alojamientos.
El Ayuntamiento de Sevilla, a través de la Gerencia Municipal de Urbanismo y Medio Ambiente (GUMA), ha concedido desde hace un lustro 15 licencias para construir residencias de estudiantes. De ellas, casi la totalidad han obtenido el permiso en los tres últimos años. Muchos de estos proyectos están respaldados por fondos de inversión que, entre otras características, pueden permitirse que la rentabilidad de sus iniciativas se logre a largo plazo.
Los precios varían bastante según el tipo de alojamiento. En todo caso, resulta complicado encontrar una oferta por menos de 400 euros, que es lo que se paga en una residencia privada por habitación compartida. Los más caros, que superan los mil euros, son para pisos con terrazas y varias habitaciones o para un piso individual con idénticas prestaciones. Una tarifa que da derecho a disfrutar de los servicios comunes, pero no del régimen de comidas, para el que suele haber otra tabla de precios en función de si es sólo desayuno, media o pensión completa.
Grandes complejos
Los últimos años se han abierto complejos que han aumentado de forma considerable esta oferta. Tal es el caso del que se encuentra en la Isla de la Cartuja, en la Avenida Leonardo Da Vinci, con 200 habitaciones. El edificio primitivo, bastante reformado, albergó en su día la sede del centro de enseñanzas universitarias Ceade, según detalla la GUMA. Y atención a un detalle: el proyecto autorizado por el ente municipal implicó una mayor dotación de aparcamientos en la planta sótano. Es una característica que se repite en iniciativas similares puestas en marcha recientemente. Así ocurre, por ejemplo, en la residencia levantada en el solar que antes ocupaba el conocido como Chalé de la Botella, en Paéz de Rivera (muy cerca del campus de Reina Mercedes). Su oferta la conforman 250 plazas. El nuevo edificio cuenta con dos plantas de sótano, una de las cuales está destinada exclusivamente a aparcamiento.
Una reconfiguración de zona de parking se incluía en el permiso otorgado por Urbanismo para la residencia universitaria en los terrenos que antes ocupaba el Club Antares, en El Porvenir. El presupuesto del proyecto ascendía a 16,3 millones de euros. El precio de las plazas oscila entre los 679 y los 960 euros. Sin duda, uno de los proyectos más ambiciosos es el que se dará por finalizado el próximo curso en el solar antes destinado a las cocheras de Tussam. Es la Residencia Nodis, con más de 800 plazas. Abrirá sus puertas el próximo jueves -no sin polémica previa por la tala de árboles existentes hasta hace pocas semanas en la zona- y para ello ha lanzado una oferta de inauguración por la que se pueden reservar habitaciones individuales por 532 euros al mes y estudios unipersonales por 623 euros. A ello se puede añadir el servicio de comedor, con 198 euros mensuales la media pensión y 308 la completa. Por lo que sumando los costes más baratos, resultan 730 euros cada 30 días.
Algunos expertos han alertado que detrás de esta apuesta por la construcción de las residencias hay un interés por acabar convirtiendo estos edificios, a medio y largo plazo, en hoteles, para lo que se requiere un permiso de la GUMA para el cambio de uso. De ahí que incidan en una oferta un tanto "desmesurada" para una población juvenil cuyas economías familiares, en su mayoría, no pueden contribuir a pagar estas tarifas. También subrayan la alta capacidad de sus parkings, lo que facilitaría ese futuro uso. Este verano ha habido un precedente con la residencia Xior en la Avenida de la Palmera, que ofertó sus habitaciones para turistas en el buscador Booking. La inspección municipal, tras la información en exclusiva de este periódico, procedió a la paralización de dicho servicio.
Las residencias públicas, un precio más económico
El auge de las residencias de estudiantes privadas obedece a la merma del mercado de pisos para jóvenes, pero también a que la oferta de las residencias de las universidades públicas sevillanas resulta, a todas luces, insuficiente. Según las cifras oficiales, los seis colegios oficiales de la ciudad cuentan con poco más de 525 plazas para una comunidad de estudiantes formada por 80.000 alumnos de la UPO y la US.
Este tipo de establecimiento dispone de precios más económicos para los estudiantes, aunque cada vez resulta más difícil atender la demanda. De hecho, todos los cursos hay largas listas de espera. David Gómez, natural de Puertollano (Ciudad Real), lleva siete años con estudios de Arquitectura en la Universidad de Sevilla. Desde que comenzó la enseñanza superior reside en el Colegio Mayor Hernando Colón, a pocos metros del campus de Reina Mercedes.
Las tarifas también se han incrementado este tiempo. Desde los 625 euros que abonaba al principio a los 725 del último curso. El próximo ejercicio pagará menos debido al cargo de coordinador que desempeñará en este establecimiento, lo que también le obligará a asumir ciertas responsabilidades. El precio, a diferencia de las residencias privadas, incluye todos los servicios: habitación, las tres comidas diarias, la limpieza y el uso de las instalaciones comunes. "Hay compañeros que por lo mismo pagan hasta mil euros en complejos privados", refiere.
Entre las funciones que habrá de desempeñar como coordinador se encuentra la vigilancia, la mediación en los conflictos, la ayuda a residentes en problemas y estar al frente de varias actividades que se organicen para mejorar la convivencia. Admite, eso sí, que sin la ayuda familiar hubiera resultado imposible abonar esos importes en sus años de estudio.
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