La industria 'invisible' de Sevilla
Sevilla rumbo al futuro
Empresas del Puerto se reivindican como gran motor económico
Tres empresarios instalados en los muelles analizan las fortalezas y debilidades de un sector y apuestan por otras sinergias que ayuden a superar la crisis
La anécdota es verídica y compartida por los empresarios más veteranos de los muelles sevillanos que durante muchos años, cada vez que decían que trabajan en el Puerto, tenían que explicar a los sorprendidos interlocutores que eso no está lejos, que está en la ciudad, porque muchos pensaban automáticamente en el Puerto de Santa María, en Cádiz. Sevilla ha vivido históricamente de espaldas al Puerto. El desprecio no es exclusivo, ocurre en otras ciudades portuarias, pero en todos los sitios lastra el desarrollo económico y la capacidad de generar empleo que se concentra en las orillas.
La pandemia ha contribuido a hacer más visible el trabajo que se desarrolla en los muelles, labores habitualmente ruidosas pero que pocos escuchan, aunque son realmente esenciales. Prueba de ello es la frenética actividad que ha registrado durante la actual pandemia el Puerto. Y no es casual que el año del Covid se cierre como uno de los mejores de la historia reciente para algunas de las empresas que operan en este recinto.
Los datos son objetivos y se desglosan en balances muy potentes de una industria que existe y que, aunque tuvo épocas más doradas, ha ido soportando las últimas crisis económicas con buena salud e incluso han podido crecer en otros mercados internacionales, como es el caso de Tecade. De momento, 2020 se ha cerrado provisionalmente con cifras récord en empresas como la estibadora Sevitrade, superando el mejor registro de la última década, el de 2017.
A falta de datos definitivos, hasta mediados de año el tráfico portuario sólo había descendido un 3% a pesar de la pandemia. En 2019 el Puerto movió cerca de 4,4 millones de toneladas, con un negocio de 19,9 millones y beneficios de más de 1,7 millones de euros. Cifras en un escenario de inversión para los próximos años de más de 40 millones de fondos públicos, entre los que destacan un conjunto de proyectos que asciende a 21,5 millones de euros cofinanciados por la Unión Europea para mejorar las infraestructuras y digitalizar el Puerto y un plan estratégico que cambiará la relación del puerto con la ciudad.
Sevitrade, capitanes del Puerto
El Puerto ha aprobado una nueva concesión a Sevitrade, que ocupará una superficie total de 159.640 metros cuadrados, distribuidos entre la zona del Polígono de Torrecuéllar y la Terminal de Líquidos de la Dársena del Cuarto. Fuera del ámbito portuario, la compañía dispone de varias naves de almacenamiento en el Polígono Industrial la Isla. Las inversiones previstas por la compañía este año superan los 2.5 millones de euros.
Pero, mientras tanto, el debate sobre la necesidad de diversificar la economía y apostar por otras industrias oculta estas cuentas. Y sus protagonistas alzan la voz para revindicar su papel, clave en esta coyuntura económica, apuntar las fortalezas y debilidades del Puerto y darle valor a su papel como generadores de empleo, cualificado y sostenible.
Entre ellos destacan auténticos gigantes del Puerto, como Sevitrade, que mueve un tercio de las mercancías en Sevilla. En 2020 ha superado las 1.300.000 toneladas, lo que se traduce en 260 barcos operados y una plantilla estable de 75 personas. Esta terminalista es una de las que sostiene el peso de los muelles sevillanos desde hace tiempo: 31 años hace que se instaló en el Puerto con otro fin, pues inicialmente el negocio fue el del desguace, la aventura de un emprendedor valenciano Francisco García Campos. Su hijo, Javier García Senent, es el actual gerente de la empresa y tenía dos años cuando su padre dejó su puesto estable para instalarse en Sevilla. Tras la reconversión del sector, se reinventó y creó en los mismos terrenos unos almacenes para graneles y líquidos. Y se ha revelado como un auténtico visionario que ha seguido apostando por el Puerto de Sevilla, donde ha invertido en las últimas tres décadas 60 millones de euros, “algo que tiene mucho mérito para ser una pyme local”, apunta García Senent.
Este año tienen proyectada una inversión de cuatro millones en tres naves, dos en la terminal de la esclusa, que suponen una nueva concesión, y otra en la carretera de la Isla. El problema de las estibadoras que operan en Sevilla es la competencia, pues son demasiadas para el mercado actual, siete. Pero el Puerto de hoy poco tiene que ver con el de antaño, mucho más industrializado y que llegó a tener hasta 5.000 trabajadores y en el que , a finales de los 60, se llegaron a botar hasta doce barcos en un año.
Tecade, un año para seguir creciendo
Tecade ha cerrado el año 2020 con la firma de cuatro contratos para la construcción de grandes estructuras de obra civil y offshore por valor de 6.300.000 euros, los cuales supondrán una carga de trabajo de 90.000 horas. Las estructuras adjudicadas pertenecen a la carretera N22 en Irlanda, los proyectos eólicos marinos Baltic Eagle y DolWin6, en Alemania, y Saint Brieuc, en Francia.
Curiosamente, cuando los fundadores de Sevitrade operaban el desguace justo al lado había otra boyante industria, Astilleros. “Los barcos morían y justo al lado renacían”, comenta García Senent. Hoy esta industria naval ha sido reflotada por la empresa Astilleros del Guadalquivir, que ocupó de nuevo las instalaciones abandonadas en el Puerto hace ahora cinco años. Y que camina con paso firme pero corto para consolidarse en el sector. 2020 acabó con un nuevo barco en el dique seco y las fiesta navideñas acabaron con otro buque en reparación, datos optimistas para una empresa que ha logrado ir recuperando parte del empleo perdido. “Empezamos cinco y ahora somos ya 40”, explica Juan Manuel Cuenca, director de operaciones de la empresa. De origen algecireño pero criado en Londres, donde la postguerra llevó a sus padre, ha desarrollado su experiencia como ingeniero en varios países y asegura que Sevilla no se puede comparar con ningún otro puerto.
El carácter singular del que es el único puerto marítimo fluvial de España es el argumento al que los empresarios se agarran para reclamar una mayor protección. El practicaje necesario para atracar en Sevilla, desde Sanlúcar de Barrameda, es de seis horas y luego está el paso por la esclusa. Ninguno oculta que el dragado fue una oportunidad perdida, por motivos políticos más que ambientales, para ser más competitivos pero no se enrocan en este hándicap. “Intentar competir con Huelva o Cádiz es absurdo”, comenta el gerente de Sevitrade, que apunta la necesidad de buscar otras ventajas competitivas y nichos de mercado.
El actual astillero ha encontrado el suyo en los barcos de menos de 130 metros. Y la terminalista, que ya se ha distinguido por dar un valor añadido al trabajo de descargar barcos, incluyendo incluso una parte de transformación, ha optado por trabajar, por ejemplo, con cereales ecológicos que requieren barcos de menor tonelaje. Cuenca Martínez no ve inconvenientes en el Puerto, todo lo contrario, grandes ventajas, como la de ser un “hub precioso” con mucha facilidad para el transporte aéreo, rodado y fluvial. Y todo suma para él en un escenario donde las sinergias, con otras empresas y sobre todo con las administraciones públicas serán clave. “Por fin algunos han entendido el potencial de más de 90 kilómetros de río que tenemos”, comenta convencido y dispuesto a formar parte de alianzas como la de ProSevillaPort, lideradas desde la misma Autoridad Portuaria para potenciar el Puerto y atraer inversiones.
Astilleros del Guadalquivir, la recuperación de un sector perdido
El mejor regalo de Reyes fue la entrada de un barco para su reparación en Astilleros del Guadalquivir, empresa que recuperó hará ahora seis años una instalación abandonada en el Puerto de Sevilla y que ha ido recuperando parte de ese empleo perdido. La actividad volvió con Urbano Alonso y luego tomó el relevo Pulchra Mare en 2017. Ya han pasado por el dique seco 37 barcos, se han construido dos y se han desguazado cinco.
Hay otras asociaciones, como la de Propeller Sevilla, que lleva ya años ejerciendo de red para sus socios que no sólo encuentran en ella apoyo moral, también la fuerza de un lobby que defiende al sector ante las administraciones y que, probablemente, esperaban algo más de la Zona Franca, cuyos efectos aún no son perceptibles para las empresas que se han adherido y que lo harán en su ampliación esperanzadas en que el puzle portuario acabe encajando y beneficiando a todos.
Otra de las empresas de éxito del Puerto es Tecade. La que empezó en los 80 como un taller de fabricación de maquinaria agrícola en el boom de las algodoneras en Utrera se ha convertido en una de las compañías con más proyección de Sevilla, donde ocupa 65.000 metros cuadrados de suelo. Su actual CEO es Antonio Camino, hijo del fundador y uno de los cinco hermanos que ha tomado las riendas de un negocio familiar que ya ha operado en México y en Reino Unido y que no ha parado de recibir encargos incluso durante la pandemia. Sus líneas de negocio principales son las grandes estructuras metálicas, puentes y obra civil, y el sector offshore, principalmente para la industria eólica, que ha aupado en los últimos años la internacionalización de la empresa. Y no pierde la ocasión para reivindicar a la Autoridad Portuaria una mejora de las infraestructuras y servicios y mayores facilidades “para los que apostamos por la industria sevillana”.
Camino cuenta con buena sintonía con otras empresas del sector, como Megusa, con quien participa en una alianza para trabajar en proyectos comunes internacionale, y el astillero: “Como sevillanos que somos queremos que la industria no se pierda y junto con otras empresas estamos aportando empleo y haciendo que Sevilla se conozca también como centro de transformacón del acero”.
El Puerto de Sevilla tiene un pasado histórico, pues fue la Puerta de Indias, y también, con sus altibajos, un presente que despunta como motor económico de la ciudad. “La mayoría de los de mi generación nos hemos tenido que ir al extranjero. Pero en Sevilla puede haber viabilidad y debemos intentar que los jóvenes se queden aquí”, apunta Cuenca.
También hay un porvenir que estos empresarios ven con optimismo, a pesar de las estadísticas del Puerto de Sevilla, donde crece también con mucha proyección Boluda Lines, la naviera que acaba de ampliar su servicio con un tren de mercancías diario entre Sevilla y Madrid y una nueva línea diaria de contenedores con Canarias.
Un futuro que se acompaña de apellidos como sosteniblidad, I+D+I y digitalización y donde el tren tendrá un papel fundamental. Donde hay retos como la electrificación de los muelles o las operaciones con hidrógeno verde. Donde cuesta encontrar personal cualificado y falta formación. Y donde, si se cumplen las previsiones, en dos años se podrá optimizar el canal de navegación sin necesidad de aumentar el calado.
Los responsables de esta industria son conscientes de que todo el peso no puede recaer sobre la Administración. Entienden que hay dos velocidades y asumen la responsablidad de poner a Sevilla rumbo al futuro. Una travesía para la que urge visibilizar a estas empresas que agarran ya el timón.
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