La ilusión diaria por hacer el bien

El padre Pepe Gavilán cumple 25 años como misionero en Huacho, Perú, donde espera seguir su labor

La ilusión diaria por hacer el bien
La ilusión diaria por hacer el bien
B. F.

06 de enero 2010 - 05:03

"Doy las gracias por poder dar de comer todos los días a los niños y tengo la esperanza de que siga siendo así". Así reflexionaba el padre José Gavilán sobre su labor misionera en la región de Huacho, en Perú, donde su trabajo asistencial cumple 25 años.

Allí llegó en 1985 a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, situada en una zona muy pobre del país andino y que en los últimos años ha experimentado un gran cambio gracias al trabajo del sacerdote sevillano, que fundó poco después el centro parroquial Santa Rosa de Lima. Aquí reciben clase a diario unos 1.600 alumnos de diversas edades, ya que los estudios cubren la enseñanza primaria y secundaria, pero no la universitaria.

"Es una obra impresionante, con comedores, aulas, enfermería, etcétera", recordaba Lourdes Rodríguez, voluntaria de la Fundación Padre Leonardo Castillo Costaleros para un Cristo Vivo, quien estuvo hace un mes en la región por segunda vez en un año. "Es un proyecto integral, que une salud, empresa, educación y formación, entre otras cosas", explicaba esta sevillana sobre el resultado de los esfuerzos del padre Gavilán en Huacho por sacar adelante a sus parroquianos, algo "maravilloso y admirable".

Precisamente a través de esta fundación se organizan actos para recaudar fondos para su causa, como la gala benéfica que se produjo hace unas semanas en la discoteca Vannity, a donde acudieron diversos artistas con el objetivo de lograr fondos para abrir un nuevo comedor en Balconcillo. "En marzo empezaremos a construirlo y esperamos poder inaugurarlo en junio para que lo usen unos 60 niños sin recursos", señalaba Pepe Gavilán, que se encuentra estos días en Sevilla para pasar las fiestas navideñas junto a su familia.

Pero su trabajo continúa en Huacho, donde cada día dan de comer a unas 2.000 personas e imparten clases durante todo el día. "Trabajamos sin descanso, como si fuerámos una funeraria, pero podemos lograrlo porque el equipo es muy valioso y sacrificado, y la gente es humilde y está entregada", apuntaba el sacerdote sevillano, satisfecho con las obras realizadas en estos años. "Hay trabajo todos los días y no da tiempo a aburrirse", añadía el padre Gavilán, quien no piensa en retirarse todavía, aunque anhela algún compañero de fatigas.

Tampoco cuenta este proyecto con muchas ayudas de las administraciones, aunque sí de ONG como Llamaradas de Fuego, de Mairena del Alcor, que cada año envía un contenedor con material a esta obra que proyecta su atención preferencial hacia los campesinos, los grandes olvidados aquí y en tantas otras partes del mundo. "En Perú sigue entrando dinero, pero el pueblo no lo ve, ya que se lo quedan los poderosos, lo que es un problema común de los países suramericanos que necesita arreglarse", apuntaba Pepe Gavilán.

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