El enigma de la iglesia de San Pedro de Sanlúcar la Mayor
tribuna de opinión
El templo, cerrado actualmente, fue mezquita y cuenta con una rica y apasionante historia vinculada a Alfonso X, cuyo 800 aniversario sería una buena ocasión para su rehabilitación
De las grandes fortalezas que protegían el entorno de la Sevilla almohade, Sanlúcar la Mayor era la custodia del Aljarafe. El castillo de Aznalfarache vigilaba el curso del río y Alcalá de Guadaíra las ofensivas por el levante.
Del recinto amurallado de Sanlúcar la Mayor queda poco. Apenas 12 torres de tapial desmochadas y en proceso de desaparición, de las muchas que tuvo originalmente. También se conservan algunos tramos de una potente muralla de dos metros de ancho, en un estado de abandono generalizado, a pesar de tener incoada la declaración de Bien de Interés Cultural y estar protegido legalmente, como todos los castillos y fortalezas de España.
Dentro de este recinto, actualmente despoblado pero habitado por mil vecinos y 600 casas en el siglo XIX, se encuentra la iglesia de San Pedro, llamada así porque Sanlúcar se conquistó de los musulmanes el día del santo. Las tropas de Fernando III entraron en Sanlúcar el 28 de Junio de 1251 y, al día siguiente, se consagró la mezquita. El edificio inicial, podemos suponer, era una sala con columnas y un muro de cierre al sur con el mihrab que indicaba la dirección de rezo. Esta configuración inicial debió durar un siglo más, hasta su reedificación casi completa en el siglo XIV.
El edificio fue reutilizado con el artificio que se usaba tradicionalmente para cristianizar un oratorio musulmán: cambiar la orientación del culto. Las mezquitas de Al Andalus tenían la orientación norte-sur porque se asumía que la Meca estaba en esa última dirección por tradición con las sirias. Las iglesias cristianas organizaban el culto en dirección este-oeste. Cristo llegó por levante, abriendo en el edificio una nueva puerta de acceso a poniente como ingreso principal y situando el altar mayor en el lado opuesto. El patio de abluciones de la mezquita se reutilizaba como cementerio y el alminar del muecín, como campanario. De esta forma, con muy poco esfuerzo, se obtenía un templo cristiano, fundamental para el sentido religioso y de pertenencia al lugar de la comunidad de los vencedores que, por conquista, ocupaban el espacio de los vencidos. De la mezquita se conserva la torre, situada al norte, y el patio de abluciones, luego transformado en cementerio cristiano.
Sabemos que la mezquita de San Pedro se reconstruyó después del terremoto de 1359, como parte del esfuerzo de modernización que realizó el rey Pedro I de Castilla con las antiguas mezquitas sevillanas, transformadas en parroquias.
El conjunto mudéjar de Sanlúcar lo forman, además de San Pedro, las iglesias de Santa María y San Eustaquio. Aparentemente, San Pedro es una iglesia mudéjar más, con todos los elementos que las definen: tres naves, fábrica de ladrillo, robustos pilares en forma de cruz, portadas singulares, cubiertas de madera y ábside gótico. Pero lo que distingue a San Pedro de las otras dos iglesias es su elevadísimo presbiterio que se levanta 10 gradas sobre el suelo de la nave central, además de los tres escalones canónicos de acceso al altar. Este es un elemento singular que no encontramos en otros templos mudéjares y que nos lleva a sospechar una funcionalidad inicial diferente que se mantuvo en la reedificación mudéjar. El presbiterio es tan elevado que permite el paso de un túnel inferior que da acceso al antiguo patio de abluciones.
La tradición y los textos mantienen que el rey Alfonso X tuvo una relación continuada con Sanlúcar, dada su preferencia por sus estancias en la hacienda Benazuza. Y qué mejor sitio para ejercer su regia función que la mezquita mayor, recién cristianizada, como Aula Regia o Salón Real, con el trono del monarca situado en el presbiterio elevado diez escalones como homenaje al rey décimo. En la mezquita este estrado sería de madera, reedificado en fábrica posteriormente, como memoria de su insigne visitante. Así pues, podemos suponer una preexistencia de cien años que se mantuvo en la reconstrucción de la iglesia mudéjar como parte de la prestigiosa y simbólica historia del edificio.
Los estudios llevados a cabo por Benito Fernández Fontanillas en el campo de la arqueo-astronomía, que estudia la relación entre la arquitectura y los astros, parecen demostrar que la iglesia es un jeroglífico, dispuesta para ser descifrada, y que no existe nada casual en la disposición de sus elementos.
Estas hipótesis, y cualquier otra, deben ser verificadas arqueológica y constructivamente. Por desgracia, San Pedro lleva muchos años cerrada y expoliada, sin vislumbrar una acción decidida para su restauración definitiva. Por el Arzobispado, porque no necesitan otra iglesia activa en Sanlúcar. Y por el Ayuntamiento, la Diputación o la Junta de Andalucía, porque es un templo olvidado a pesar de su indudable interés y su declaración como Monumento Nacional desde 1931.
La conmemoración de los 800 años del nacimiento del rey Sabio debería ser el momento de salida para la excavación, consolidación y puesta en valor del recinto amurallado almohade y de la singular iglesia de San Pedro, activos ambos importantísimos para la recuperación cultural de Sanlúcar la Mayor, la antigua Saluqa musulmana y ciudad muy amada por el rey Alfonso.
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