Un museo del 29 por descubrir
Patrimonio y turismo
El hotel Alfonso XIII muestra una colección de documentos y bienes que acerca su lujo y su historia a todos los públicos
Galería gráfica del museo del hotel
El primer huésped del hotel Alfonso XIII fue un anglosajón de origen asiático que se alojó hace justo 93 años. Este fin de semana se conmemora la apertura de este emblemático establecimiento, ideado para acoger a extranjeros en la Sevilla de 1929 y que festejó su noventa cumpleaños consolidado en un referente para el turista internacional, una condición que ha mantenido y que, a menudo, ha dificultado que el público local se sumerja en la historia de lujo que encierra un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1998.
El interés por conservar y difundir el patrimonio de quien dirige el hotel desde hace casi 15 años, el italiano Carlo Suffredini, ha favorecido que los pasillos de esta joya regionalista construida por el arquitecto José Espiau, y todo su conjunto en sí, se conviertan en un auténtico museo al alcance de todos los públicos. Una particular exposición que la pandemia señala como un plan oportuno y necesario para enseñar algo más de historia a los propios sevillanos que tienen la ocasión de reencontrarse con una de las etapas más esplendorosas de la ciudad al cruzar la puerta de este hotel que, tras varios cierres temporales por la crisis sanitaria, confía en la pronta recuperación de la industria turística para seguir registrando historias y clientes.
La última remodelación del establecimiento data de 2012 y hubo una anterior, más destacada, en 1991 que sacó a la luz elementos originales del proyecto, como las soberbias solerías de mármol que la moqueta, más al gusto anglosajón, ocultó durante décadas. El hotel se ha ido adaptando a las nuevas necesidades, pues sus 300 habitaciones, algunas diseñadas para el servicio y los criados de los huéspedes, se han reducido a 148, pero no ha perdido su esencia, que se refuerza en casa estancia con objetos, fotografías y documentos históricos. El retrato de Alfonso XIII está presente prácticamente en todas las habitaciones y suites. También el de la reina Victoria Eugenia. “Los dos estaban enamorados de Sevilla e hicieron mucho por ella”, comenta Suffredini mientras repasa algunos de los cuadros que cuelgan de la pared de una de las habitaciones, de estilo castellano, pues hay otras que tienen estilo morisco o andaluz.
Uno de ellos corresponde al acto de inauguración del hotel, el 28 de abril de 1928, una gran celebración presidida por los citados reyes que recreó la Feria de Sevilla, pues coincidió con su final. Una fiesta que está muy unida a los fastos del 29, pues durante los dos años siguientes la Feria se celebró dentro del recinto de la ya inaugurada Exposición Iberoamericana. Javier Mateos, uno de los promotores del Museo del Turismo, iniciativa altruista que ha cedido material del 29 para su exposición en el hotel, se detiene ante una lista de tarifas de 1928 enmarcada también en la pared y que fija el precio de la habitación en 100 pesetas. “Yo creo que la segunda época dorada de Sevilla fue el reinado de Alfonso XIII, después de la carrera de Indias. Con él volvió el esplendor a la ciudad”, comenta repasando mentalmente las transformaciones que vivió la capital en la época, pues a la gran exposición y lo que supuso para el cambio de la trama urbanística, se unen grandes infraestructuras para evitar inundaciones como la corta de Tablada y los nuevos puentes.
Suffredini guía un paseo por los pasillos del hotel, verdaderas galerías que sorprenden con zócalos de cerámica de Triana en las escaleras que recrean motivos del Palacio Gótico del Alcázar y el escudo de la Orden de la Banda, a la que pertenecía Pedro I El Cruel. El recorrido se detiene en escudos de la ciudad y retratos de Santa Justa y Rufina que permiten ir recitando capítulos de la historia de Sevilla. Hasta entrar en la suite real, hoy la suite Alfonso XIII, cuya puerta, más grande que el resto, ya no luce en su dintel la corona que señalaba a quién estaba reservada esa estancia. “Hace más de 20 años que se vende, como cualquier otra, pero antes sólo se podían alojar en ella reyes, príncipes o jefes de Estado”, comenta el director.
La firma en forma de manzanas del arquitecto Rafael Manzano, quien se encargó en el 91 de su reforma, está presente en los frisos de esta suite, sobria y lujosa a partes iguales y donde hay una chimenea que ya sólo cumple una función decorativa. En el edificio hay otras chimeneas, pero ha sido imposible ponerlas en funcionamiento. La más imponente está junto al Salón Real, unas dependencias que permanecen inalterables desde la inauguración del hotel y sólo se han sometido a la limpieza de sus artesonados, con motivos que recuerdan al cercano Palacio de San Telmo.
“El estilo regionalista trata de traer al presente los estilos del pasado”, comenta Mateos, que se detiene en el cuadro con las tres carabelas que preside la estancia. “Representan uno de los grandes logros de España y en esa época se crea un nuevo sentimiento nacional, reafirmarnos y cambiar la imagen negativa que tenía España”, explica en medio de un salón que fue escenario, entre cientos de actos militares, de la boda de la sobrina de Alfonso XIII, Alfonsina, con el conde Juan Zamoyski.
La vajilla y cristalería que se usó para festejar el enlace se exponen en la zona museística del hotel junto a un trono que usó el rey y cientos de fotografías y documentos que atestiguan la importancia que tuvo el hotel y muchos de sus huéspedes. Una de las más asiduas era la madre de Juan Carlos I, doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, retratada en una galería donde figuran personajes tan variopintos como Fidel Castro, David Beckham, Mijail Gorbachov, Omar Sharif, que pasó meses alojado durante el rodaje de Lawrence de Arabia en los 60, o Diana de Gales.
Un museo dentro de un museo
El museo está instalado en la planta baja del hotel, en una zona reformada que albergó estancias para el personal, pues el director, el chef o la gobernanta residían en el establecimiento. Y exhibe planos originales y documentos que recuerdan cómo en la Segunda República pasó a llamarse Andalucía Palace, cómo el proyecto tardó 11 años en construirse y sus primeros pasos de la mano del empresario belga Georges Marquet, promotor de la cadena Los Grandes Hoteles Europeos, entre ellos el Palace y el Ritz en Madrid, a quien el Ayuntamiento, que sigue siendo propietario del edificio, cedió en su día la gestión de un hotel con una historia de lujo que 93 años después tiene aún mucho por descubrir.
Estacias a cuerpo de rey
La suite real ha sido durante muchos años un lujo reservado y probablemente una de las estancias que guardan más historias, al igual que el Salón Real, testigo de casi un siglo de eventos. En la mejor habitación del hotel han dormido reyes, jefes de Estado y muchos artistas. La privacidad de la que hace gala la dirección del hotel impide conocer detalles de los huéspedes, pero se sabe que entre ellos, figura el actor Tom Cruise, que se alojó durante un rodaje y que mandó transformar la suite anexa a la real, que alberga una biblioteca con la mesa original que usaba Alfonso XIII y un dormitorio, entre otros espacios, en un despacho con gimnasio. La suite Alfonso XIII tiene 200 metros cuadrados y cuenta con cocina y zonas para asistentes o invitados y un gran salón con muebles adquiridos por Aga Khan, como un espectacular bargueño con incrustaciones de nácar o unos espejos que estuvieron en el Museo Metropolitano de Nueva York.
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