El Virgen del Rocío usa el deporte en el tratamiento del cáncer infantil
los beneficios del ejercicio físico en la salud
La Unidad del Oncología Pediátrica forma parte del proyecto Capitán Volante, junto a la AeETC, para apoyar a los niños oncológicos a través del ejercicio físico durante y después de su tratamiento
Asistencia multidisciplinar durante 24 horas en oncología pediátrica del Virgen del Rocío
"Cuando un niño realiza ejercicio físico y hace deporte durante su tratamiento oncológico tolera mucho mejor el mismo, además de sentirse más integrado y mantener unas relaciones sociales que hacen que, emocionalmente, también se sienta mejor". Gloria Álvarez es madre de una niña con cáncer y presidenta de la Asociación Española para los Efectos del Tratamiento del Cáncer (AEetc) que desde 2014 contribuye a la recuperación de niños oncológicos o que ya han superado la enfermedad.
El apoyo psicológico, tanto para estos pacientes como para sus familiares, desempeña un papel fundamental a la hora de afrontar y superar la enfermedad y la supervivencia con secuelas. Pero también saber aprovechar las bondades del deporte ha demostrado beneficios. Numerosos estudios han constatado las mejoras que reporta el ejercicio físico a los menores enfermos de cáncer, siendo capaz de mejorar estados de ánimo y minimizar los efectos secundarios de tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia.
Uno de esos estudios se está desarrollando en la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital Virgen del Rocío, con la que Gloria Álvarez y su asociación colaboran. Su origen tiene un nombre propio, Edu García, el pequeño capitán por el que su padre Javier puso en marcha el proyecto Capitán Volante para apoyar a los niños con cáncer a través del deporte durante y después de su tratamiento. El pequeño falleció hace cuatro años, pero su legado continúa para cambiar la vida de muchos niños.
"A Edu le encantaba el deporte y su padre vio cómo toleraba mucho mejor el tratamiento con actividad física que otros niños que, con la misma patología, no la hacían. Por él se puso en marcha todo, y aunque ya no está con nosotros, sigue siendo el alma del proyecto. A él está dedicado, porque él era el capitán", explica Álvarez, que indica, no obstante, que, más allá de la mejora física en la tolerancia de los tratamientos, el proyecto también implica la mejora de los niños a nivel cognitivo, emocional y social. "No podemos quedarnos sólo en los días que el niño viene al hospital a recibir el tratamiento, cuando lo terminan, muchos de ellos tienen secuelas y, muchas de ellas, son de por vida y progresivas, y el ejercicio físico les ayuda en muchos sentidos, también a relacionarse con otros niños y a sentirse mejor", apostilla.
El proyecto empezó a fraguarse antes de la pandemia, "pero el estallido de la crisis sanitaria lo frenó hasta hace algunos meses cuando se retomó de manera protocolizada", indica la jefa de Servicio de Pediatría y Áreas Específicas del hospital, Catalina Márquez. En concreto, funciona desde enero, cuando la Fundación La Caixa dio el último empujoncito que faltaba, a través de una ayuda a la Aeetc para cubrir todas las necesidades que requiere su desarrollo. El proyecto prevé llegar a una media de unos 50 niños al año.
Los menores incluidos en el proyecto se clasifican en tres grupos, explica la oncóloga pediátrica de la unidad, Gema Ramírez. "Uno es de niños recién diagnosticados, que están con un tratamiento más intensivo; otro grupo ya con un tratamiento más ambulatorio en Hospital de Día o incluso oral en domicilio; y otro grupo donde se incluyan aquellos que ya han terminado tratamiento", concreta.
El proyecto, paso a paso
Así, los menores que llegan a la unidad de Oncología Pediátrica tras el diagnóstico son sometidos a una entrevista en la que se incluyen cuestiones sobre sus gustos deportivos o la práctica del ejercicio físico en su día a día. A continuación, se les somete a una serie de pruebas como una valoración nutricional, cardiológica, cognitiva, emocional y también física a fin de marcar una receta deportiva ajustada a cada niño según sus características y particularidades que llevará a cabo durante los días que esté ingresado y, a continuación, también a domicilio.
Para ello, el proyecto cuenta con un fisioterapeuta, contratado gracias al acuerdo entre la AEetc y el Hospital Virgen del Rocío (FISEVI). Manuel de los Reyes es el encargado de pautar esa práctica deportiva tras la evaluación inicial de cada caso concreto. "Hay que tener en cuenta que hay niños que cuando están en casa son deportistas de por sí o están apuntados a algún deporte y tienen unas rutinas y otros que no la tienen. Nosotros nos adaptamos a eso y les marcamos pautas siguiendo lo que ellos tienen en casa", explica el fisioterapeuta.
Dentro del hospital, los ejercicios se realizan en grupo y de manera individualizada en el patio de los valientes, siempre que el tiempo lo permita, pero también en las habitaciones u otras dependencias donde se encuentran las máquinas de cardio para comprobar su capacidad cardiorrespiratoria. "La pauta varía dependiendo del niño y sus limitaciones de movimiento", indica De los Reyes.
Los niños que están en casa, porque ya han terminado su tratamiento, también siguen teniendo pautada una receta deportiva y acuden a centros deportivos con los que se ha establecido un convenio. Uno de esos centros, y que coordina a todos los demás, es InMuv, en Torre Sevilla, donde los niños acuden una vez a la semana para que el fisioterapeuta les indique cómo desarrollar esos ejercicios recomendados de forma correcta y puedan seguir con la rutina de su receta deportiva en sus domicilios. Para ello, el proyecto cuenta con acelerómetros adquiridos gracias a convenios de la AEetc con entidades como Enterprise o Deporte vs. Cáncer infantil. Esas pulseras recogen una amplia gama de parámetros que se vuelcan posteriormente en un programa informático y que, gracias a la colaboración de NTT Data, se incluirán después en la historia clínica de cada paciente. El análisis de estos datos permite al equipo de Capitán Volante valorar el ejercicio realizado y su impacto en la salud del niño.
"Estamos trabajando para que en una nueva etapa de este proyecto se pueda llevar a cabo un análisis estadístico detallado de los datos obtenidos hasta el momento, a fin de establecer de manera científica los efectos que tiene esa actividad física en el paciente", explica la doctora Ramírez.
Mientras todo eso llega, los primeros pasos de este ambicioso proyecto están siendo muy bien acogido por pacientes y familias. "Muchos padres nos cuentan que sus hijos eran muy deportistas, pero durante el tratamiento decidieron dejar de hacer ejercicio por desconocimiento, porque consideraban que podría ser peligroso. Gracias a este proyecto, y tras la evidencia de los beneficios, han empezado a retomarlo e integrarlo como parte de su día a día", explica Manuel de los Reyes. "Las familias tienden a sobreproteger al niño, por eso muchos no se movían de la cama cuando estaban ingresados. Sin embargo, poco a poco han vuelto a recuperar las ganas de moverse, de salir a hacer ejercicio al patio, y de relacionarse", añade la oncóloga Gema Ramírez.
Los beneficios "son para toda la familia", apostilla. "A raíz de este proyecto, hay padres que nos comentan que han incluido el deporte en su día a día y que están saliendo a andar en familia o a hacer rutas en bicicleta y que habían dejado de hacerlo desde el diagnóstico", afirma.
La idea es que el proyecto llegue a todos los niños que cada año entran en la unidad. "Más de cien casos nuevos cada año", aclara la jefa de Pediatría, Catalina Márquez. A ellos se suman los que están en tratamiento y los que ya han superado la enfermedad. "Con ello queremos inculcar el beneficio del ejercicio físico porque está demostrado científicamente que mejora la tolerancia a los tratamientos", concluye.
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