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Hospital Virgen Macarena: Contacto piel con piel, también en la UCI

La humanización de la UCI

El Macarena elabora un protocolo de visita de los recién nacidos a sus madres cuando éstas ingresan en Cuidados Intensivos tras el parto

De izquierda a derecha, Elena Pérez,jefa de Pediatría; Lola González, supervisora de UCI; Rocío Lara, jefa bloque Obstetricia; y la pediatra Mercedes Granero, coordinadora de Neonatología. / H. U. V.

Adriana y Adrián nacieron con algo más de un mes de diferencia. No se conocen. Tienen dos y tres meses de vida y fueron alumbrados en el Hospital Virgen Macarena. Sin saberlo, han pasado a formar parte de su historia. Son los primeros bebés que han podido pasar sus primeras horas de vida junto a sus madres pese a que éstas, por distintas complicaciones tras el parto, tuvieron que ser rápidamente trasladadas a la Unidad de Cuidados Intensivos.

Este paso, crucial tanto para madres como para los propios recién nacidos, con muchísimos beneficios según numerosos estudios, forma parte del Plan de Humanización de la UCI que el hospital lleva implementando desde el año 2018 y al que ahora se suman los servicios de Obstetricia y Pediatría, a través de Neonatología. El objetivo, permitir a las parturientas que ingresan en la UCI tras el parto o cesárea que no se separen de su hijo recién nacido ni de su pareja.

El contacto inmediato del recién nacido con su madre tras el parto es una tendencia que ya estaba implementada en el hospital sevillano desde hace muchos años y se promueve no sólo tras el parto vaginal, sino también tras un parto por cesárea de bajo riesgo. Esta tendencia está en consonancia con la corriente de Humanización de la Atención Perinatal, en relación a prácticas clínicas basadas en la evidencia científica, un modelo que se va extendiendo progresivamente en el resto de hospitales para con la asistencia perinatal.

Lola González es supervisora de Enfermería de la UCI del Macarena y corrobora lo necesario de este gran paso, ya protocolizado y en marcha en el centro. "Llevábamos muchísimo tiempo detectando en la UCI la necesidad de las madres que acaban aquí por alguna razón tras el parto o cesárea de tener con ella a su hijo. Esa separación, el romper el vínculo con el recién nacido nada más llegar a la vida es algo terrible. Aunque, ahora, con el uso de los móviles pueden ver a sus hijos mientras están ingresadas, eso no impide que el vínculo en sí se rompa, en algunos casos, por un periodo largo de tiempo", afirma. "Aquí ya empezamos hace años a ofrecer a la madre que quería el extractor de leche porque el pecho es una de sus mayores preocupaciones y así ellas se sentían más útiles, intentando no romper ese nexo de unión, pero siempre teniendo en mente que lo más importante era conseguir que el niño estuviera con su madre. Y por fin ya se ha conseguido", añade.

Este nuevo paso ha sido posible gracias a la coordinación de los servicios de UCI, Obstetricia y Pediatría, a través de Neonatología, a fin de que no se interrumpa el vínculo afectivo ni la lactancia materna en los casos que requieren de un traslado urgente de la madre a la UCI.

Las indicaciones determinadas por el estado de la paciente están definidas por la ausencia de patología materna grave que precise vigilancia estrecha, tanto de origen obstétrico como de otra naturaleza, y el momento de la visita del bebé está condicionado por la estabilidad de la madre, una vez que surten efectos los fármacos para regular la dolencia por la que se encuentra ingresada, según indica la enfermera jefa del bloque de Obstetricia, Rocío Lara. Los casos vistos hasta ahora responden a una preeclampsia o hipertensión.

El papel de la enfermería en este nuevo programa es muy importante, como destaca Lola González. "La enfermera de UCI es la que comenta esta posibilidad al médico, una vez ha podido hablar con la paciente y se ha podido estabilizar el problema por el que ha sido trasladada a la unidad. Estos se ponen en contacto con las enfermeras de la cuarta planta, donde está Maternidad, que es donde se encuentra el bebé. Ellas son las encargadas de transmitirle esta petición al neonatólogo para comprobar si hay alguna contraindicación a que el recién nacido sea trasladado y si no la hay el bebé puede bajar con su madre acompañado de un familiar", explica.

Noelia Espínola en la UCI junto a su pequeña Adriana. / M. G.

Según los responsables de las tres unidades implicadas en esta iniciativa, uno de los beneficios más importantes que aporta este nuevo protocolo es la instauración del programa contacto piel con piel tras el parto o cesárea, sin que el ingreso de la madre en la UCI suponga un impedimento. "El contacto piel con piel es una práctica que consiste, como su propio nombre dice, en poner al recién nacido encima de la madre, si se es posible, inmediatamente tras el parto para no perder el apego de la lactancia materna. Es una actividad que se desarrolla aquí desde hace muchos años, ha tenido sus dificultades, pero cada vez está la gente más concienciada de sus beneficios y de ahí los progresos", señala la pediatra y coordinadora de Neonatologia, Mercedes Granero. "Es básicamente aplicar la lógica. Que una madre, por tener que ingresar en la UCI, no tenga por ello que sufrir una separación de su hijo", añade el neonatólogo Pedro Jiménez.

En esta línea de argumentación, la Guía de Práctica Clínica de la National Institute for Health and Care Excellence (NICE) recoge la evidencia de la Iniciativa del Hospital Amigo de los Niños, lanzada en 1991 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) con el objetivo de proteger, promover y apoyar la lactancia materna en los establecimientos que prestan servicios de maternidad, que muestra que el contacto piel con piel tras el parto o cesárea tiene beneficios sobre la lactancia materna y el estado de salud de madre y recién nacido. Por este motivo, recomienda que las mujeres lo realicen tan pronto como sea posible tras el alumbramiento, evitando la separación de ambos durante las primeras horas de vida.

Con este nuevo programa el hospital avanza un escalón más en la humanización del postparto y los primeros minutos de vida de los recién nacidos cuyos beneficios en los mismos se verán con el tiempo. Según la doctora Mercedes Granero, la medida está teniendo ya "muy buen impacto sobre la preservación de la lactancia materna". "Aunque llevamos pocos casos todavía, y que es algo que ahora no podemos comprobar, creemos que en el tema del apego entre niño y madre va a ser muy positivo este paso. Lo que sí hemos podido comprobar es cómo el haber podido eliminar ese retraso en los primeros contactos entre madre e hijo está favoreciendo la lactancia y eso es muy importante porque es una de las mayores preocupaciones de ellas", sostiene.

La iniciativa se puso en marcha hace apenas unos meses y ya han podido beneficiarse de ella las primeras madres y recién nacidos. Noelia Espínola y su hija Adriana abrieron la veda el pasado 1 de diciembre. "Desperté en la UCI y lo primero que pregunté fue si podía ver a mi niña", afirma Noelia, que ingresó en la UCI justo después de dar a luz por cesárea por una subida de tensión que le provocó, además, vómitos fiebres altas. "Yo era ajena a todo, pensaba que eso se podía hacer, que por estar allí ingresada no tenía por qué no estar con mi hija, pero me dijeron que no era posible y se me cayó el mundo. No podía parar de llorar", sostiene. Sin embargo, todo cambió en cuestión de horas y la pequeña Adriana pudo pasar toda una tarde con su madre en la UCI, abriendo la puerta a un nuevo paso a la humanización en esta unidad y sus beneficios. "Justo ahí empezó mi recuperación. Se me quitó la fiebre y se me controló la tensión. Es increíble, pero así fue. Me ayudó mucho también a poder haber conseguido darle la lactancia exclusiva. Así que muy agradecida", añade Noelia.

Los corrobora la supervisora de UCI, Lola González. "Es increíble el efecto que tiene sobre la recuperación de la madre. La rapidez con la que consiguen regular su tensión y subir a planta", afirma. "Aún son pocos los casos que hemos visto, pero todos han sido sorprendentes y maravillosos", recalca.

Cintia y el pequeños Adrián en la UCI. / M. G.

Similar fue el caso de Cintia y el pequeño Adrián, que nació el pasado 16 de enero. Cintia no podía creerse que, tras dar a luz a su bebé en un parto "normal", la separarán de él. Una subida de tensión al poco tiempo del alumbramiento cambió todos los planes. A ella la tuvieron que trasladar urgentemente a la UCI y el pequeño Adrián subía a planta con su padre. "Pude estar con él, le había empezado a dar incluso el pecho y de repente me dijeron que me tenían que trasladar a la UCI. Imagine cómo me quedé. Me cayó un jarro de agua fría. Yo estaba bien. No era consciente de la gravedad que corría y mi única preocupación era que me separaban de mi niño. En ese momento no piensas en ti", apostilla.

El nuevo protocolo en la UCI para parturientas que acaban en la unidad le hizo ver "el cielo abierto". "Cuando bajé, mientras me llevaban de cables, lo único que yo preguntaba era cuando podría estar con mi bebé. No podía imaginarme estar allí sin él. Entonces es cuando me dijeron que existía este nuevo protocolo y vi el cielo abierto. Me relajé. Conseguí controlar la tensión y, gracias eso, apenas estuve un día ingresada. Iniciativas como estas hacen muy grande al personal sanitario que tenemos. A cual más atento y amable conmigo. No tengo palabras para describir lo que sentí cuando vi a mi niño allí conmigo", subraya.

"Intentamos que los pacientes trasladen parte de su día a día a su estancia en la UCI"

La unidad de cuidados intensivos del Virgen Macarena está volcada en un proyecto para mejorar, pero de otra manera. No se trata sólo de incorporar nuevas técnicas, sino de ofrecer una asistencia más cálida, pensando más allá de los cuidados.

El equipo de la UCI, con la supervisora de Enfermería, Lola González, al frente, encara con ilusión el reto de poner el bienestar del paciente y su familia en el centro de su trabajo, que es el objetivo del proyecto de humanización que la unidad lleva desplegando desde el año 2018. Empezó por eliminar barreras, permitiendo la entrada de los familiares con su ropa de calle, sin tener que cubrirse con batas y patucos de plástico. "Antes, a todo el que entraba a ver a su familiar a la UCI se le ponía una bata. Eso despersonalizaba mucho el encuentro y se vio que no evitaba ninguna infección, porque el familiar nunca traía infecciones. Por ello se decidió dar un primer paso en la humanización de la unidad y las visitas ya entran con su ropa y hacen así más cercana la visita y al paciente le es más fácil reconocer también al que entra. Así empezamos", explica.

Sólo fue el principio. El siguiente paso, indica la supervisora de UCI, fue la ampliación del horario de visitas. "Está funcionando muy bien. Un familiar de cada paciente puede venir libremente desde las 17:00 hasta las 22:30 horas. Creo que la gente está más contenta, entiende más lo que hacemos", sostiene. Además, también se está empezando a permitir el uso de móviles u ordenadores. "Intentamos que las cosas que hacen diariamente, las puedan seguir haciendo también dentro de la UCI. El humanizar la unidad es algo en lo que estamos muy involucrados más allá de los propios cuidados", indica.

Pero el mayor avance en este proceso de humanización de la UCI del Macarena se estrenó hace apenas unos dos meses gracias a la colaboración de la Hermandad de de la Macarena. "Que lo pacientes ingresados en la UCI recuperen el contacto con el exterior es crucial para su recuperación y eso lo estamos viendo aquí en el hospital", subraya la enfermera.

Se refiera a la puesta en marcha del Balcón de la Esperanza. Un proyecto pionero en Sevilla destinado a los pacientes hospitalizados en la UCI que se encuentren en mejor estado clínico y en vísperas de subir a planta.

El objetivo es permitir que estos enfermos, acompañados por un familiar, puedan disfrutar en un entorno amable y humanizado de la luz natural, así como tomar el aire en una terraza exterior. "Es un momento muy emotivo y es increíble el efecto que está teniendo en los pacientes", se emociona Lola González.

Pese a al poco tiempo de vida de esta estancia, ya tiene detrás historias de las que marcan. "Nunca podré olvidar el caso de un chico joven, de 34 años, que llevaba dos meses ingresado con Covid en la UCI. De los más extremos que hemos tenido y que nos ha costado mucho que saliera adelante. Además, antes había estado su mujer, también con Covid, que acababa de dar a luz, por lo que apenas pudo disfrutar de su hijo. Una historia dramática pero, por increíble que parezca, todo lo cambió el salir a disfrutar del aire libre al balcón. Nos decía que el ver pasar las nubes era lo que más le sorprendía. Llevaba dos meses sin verlas. A partir de ahí su recuperación dio un giro. Dejó de necesitar la ventilación mecánica y a los tres días se fue a planta", relata una Lola emocionada y orgullosa de los beneficios de los nuevos pasos en la unidad.

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