El horario de invierno, el menos perturbador
Cambio de hora
Expertos explican que los efectos en la salud de la regulación histórica del tiempo no son significativos.
La eliminación de los cambios del huso puede generar otros problemas por la necesidad de modificar los hábitos
La eliminación de los cambios horarios puede tener un impacto perturbador especialmente en regiones meridionales como Andalucía. De las distintas opciones que se barajan en el polémico debate abierto sobre la racionalización del tiempo destacan dos: mantener el horario de invierno o bien implantar el horario de verano durante todo el año.
Ante la hipótesis de que se imponga el horario único durante todo el año, el actual horario de invierno se perfila como el menos perturbador para la población general, según expertos. “El horario de invierno no vale para el verano; y el horario de verano no vale para el invierno. Si finalmente se eliminan los cambios de hora, la opción históricamente menos dura es la del horario de invierno pero, también históricamente, la preferida suele ser la del horario de verano”, explica José María Martín-Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla.
Las posibles alteraciones en la salud (irritabilidad, cansancio o nerviosismo) que se producen con el cambio de hora, a final de marzo y a final de octubre, son transitorias. “Se está magnificando la influencia del cambio de hora sobre la salud de las personas en general, y los niños en particular cuando se trata de unos efectos transitorios, poco estudiados, y de los que se habla mucho porque no hay evidencia real de sus consecuencias”, explica el doctor Cristóbal Coronel, secretario de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), en un documento consesuado con los doctores Jesús García, Reyes Mazas y Gonzalo Pin Arboledas.
Las alteraciones en la salud por los cambios horarios oscilan entre los tres y los siete días. Sin embargo, la eliminación de estos cambios del reloj, que históricamente nos regulan, puede desencadenar otros desajustes probablemente más persistentes, al generar nuevas necesidades de redefinir y conciliar horarios diarios, laborales, escolares o comerciales. “El cambio de hora dos veces al año nos permite acompasar el ritmo de la vida moderna, los horarios laborales, comerciales y escolares, con las estaciones del año. Nos regimos por el reloj, pero el reloj no entiende de estaciones, ni de la noche ni del día. El cambio de hora nos permite racionalizarlo”, añade el profesor Martín-Olalla.
Con la eliminación de los cambios horarios, la población se vería abocada a modificar sus hábitos para lograr adaptarse a cada estación, lo cual puede desencadenar otros problemas. Un ejemplo: los escolares acuden a los centros docentes a las 09:00. A esta hora durante todo el año es de día con los actuales cambios horarios . En caso de que sean eliminados estos cambios del reloj, las jornadas escolares y laborales tendrían que ajustarse para que coincidan con el amanecer, que es lo idóneo para la salud general. “Para el niño lo mejor es acudir al colegio con sol, despierto, una vez cumplido el ciclo del sueño”, explica el doctor Paolo Porcacchia, neurofisiólogo en el Hospital Virgen del Rocío.
En el huso actual de la península: si el horario de verano se extiende al invierno los niños iniciarían la jornada escolar de noche, cuando lo idóneo es que lo hagan de día; y si el horario de invierno se extiende al verano, la jornada laboral comenzaría una hora más tarde y se prolongaría al mediodía, la franja más calurosa del día. “En verano en Sevilla preferimos históricamente comenzar a trabajar o las clases temprano para aprovechar las horas más frescas y alejarnos de las horas del mediodía. Esto está regulado racionalmente con el cambio del reloj. Si se elimina tendríamos que cambiar los hábitos”, añade el profesor.
Latitud y longitud
La propuesta europea de eliminar los cambios horarios tendrá un impacto muy desigual en cada región europea condicionado por las coordenadas geográficas y la climatología. “En los países nórdicos, donde hay pocas horas de luz solar en invierno y demasiadas en verano es una molestia, pero a nuestra latitud el cambio horario ayuda a acompasar nuestro ritmo de vida. Es irracional que se establezca una medida para toda Europa. En Islandia disponen de pocas horas de Sol en invierno, pero en Sevilla, incluso en invierno, hay casi diez horas de luz natural”, argumenta el profesor de Física de la Hispalense.
Por su ubicación geográfica, a España le corresponde el huso horario que tienen Portugal e Inglaterra porque la mayor parte de la península se encuentra al oeste del Meridiano de Greenwich. No obstante, por razones políticas adoptadas durante el Franquismo, España tiene el mismo huso que Alemania. En el debate abierto sobre la eliminación de los cambios horarios y la opción que se debería implantar en España, también ha entrado en discusión la posibilidad de cambiar el huso horario actual. El Gobierno central anunció hace unos días la creación de una comisión de expertos para estudiar la conveniencia de cambiar el huso horario .
Los efectos
El último domingo de octubre se producirá el segundo cambio horario del año, que marca la entrada del otoño-invierno. Los efectos sobre la salud en la población general de la modificación en las agujas del reloj son poco significativos. “Es un cambio pequeño que no debe variar el funcionamiento de nuestro reloj interno encargado de regular de manera principal el ciclo de sueño-vigilia”, explica la doctora María Aguilar Andujar, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Macarena.
Las repercusiones en la salud, no obstante, dependerá de las características de cada persona. “Los niños y los ancianos pueden ser más vulnerables”, añade la especialista. Algunas personas afirman que el cambio de hora afecta negativamente a su humor y a su estado de ánimo. Entre otras alteraciones se han descrito cambios en los patrones del sueño, irritabilidad, cefalea, astenia, problemas para la concentración y atención. Pero lo habitual es que la mayor parte de la población no note ningún cambio significativo y si aparecen las molestias desaparecen en 3-4 días. “Como norma general insistimos en la necesidad de unos buenos hábitos de higiene de sueño (un horario regular de acostarse y levantarse) insistiendo en los niños”, aconseja la doctora Aguilar Andujar.
El cambio horario produce en el organismo pequeños desajustes entre el reloj interno y el reloj externo. “El ritmo interno debe ir acompasado con el ritmo externo marcado por la luz solar, nuestras obligaciones y quehaceres diarios. Con el cambio de hora el reloj interno se desajusta respecto a los estímulos externos a los que estaba acompasado. Este desajuste es lo que provoca alteraciones transitorias como irritabilidad, nerviosismo, insomnio, etcétera en la población general, unos días después del cambio horario”, añade el doctor Paolo Porcacchia. La implantación de un único horario eliminaría estos desajustes.
El regulador del tiempo “se encuentra en el cerebro, que establece el ciclo que afecta a los niveles de las hormonas y al cuerpo en general y que se regula mediante la luz solar y los estímulos del entorno como horarios de alimentación y ejercicio físico”, explica el doctor Coronel. Cuando cambia el ritmo de la luz externa o el ritmo de las tareas, el regulador horario interno puede desorientarse.
“El cambio de hora produce en los niños cierta desorientación hormonal. El cerebro se confunde y necesita un tiempo de adaptación para volver a sincronizar las actividades que tenía programadas. El reloj biológico del niño puede tardar en ajustarse varios días”, añade el pediatra.
Más que el cambio del reloj lo que realmente influye en la salud, a falta de estudios amplios, es la entrada a una nueva estación. “Nuestro organismo tiende a sentirse mejor con la llegada de la primavera y el aumento de las horas de exposición solar. Pero con la llegada del otoño suele ser peor, y el cambio de hora es más duro con paso a una estación más fría, menos defensas, y más infecciones”, comenta el doctor Coronel. Los hábitos de alimentación, exposición solar, ejercicio físico regulares, especialmente en los niños, se adaptan con menos problemas al cambio horario que aquéllos con entornos anárquicos.
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