La hora de Santa Catalina

A la espera de una intervención Un problema enquistado durante ocho años

El templo mudéjar, que este año cumple cien como monumento nacional, se ha convertido en símbolo del abandono del patrimonio.

Los responsables de la plataforma ciudadana, ante las puertas de Santa Catalina
Los responsables de la plataforma ciudadana, ante las puertas de Santa Catalina
D. J Geniz · L. S. Moliní

10 de junio 2012 - 05:03

Cuando el 8 de mayo de 2004 se decidió el cierre al culto de la iglesia de Santa Catalina tras la caída de unas tejas, nadie esperaba que, ocho años después, una de las joyas del arte mudéjar sevillano, que este año cumple cien años como monumento nacional, iba a seguir clausurada dejando en evidencia, una vez más, lo hueco del discurso oficial sobre la conservación del patrimonio y su valor económico como atracción de turismo.

Aunque en estos ocho años se ha avanzado algo con la restauración entre 2009 y 2010 de unas cubiertas cuyo deterioro estaba provocando la pudrición del artesonado, lo cierto es que existen problemas que exigen que se acometa cuanto antes la segunda fase de las obras proyectadas por el arquitecto Francisco Granero. El principal es el hundimiento de los pilares de la iglesia entre seis y ocho centímetros. Una vez solventado este problema se podrá proceder a una restauración integral del templo, cuya duración se ha estimado en unos dos años. Hay que arreglar las carpinterías, los paños de azulejos históricos, las vidrieras y los bienes muebles, en general, que lo requieran. Además, hay que acometer mejoras de calado en la solería, sistema eléctrico, humedades, acceso de minusválidos y un largo etcétera. En total la intervención costará, según fuentes oficiales, unos tres millones de euros, aunque no faltan las voces que aseguran que, como mínimo, el presupuesto aumentará medio millón más.

Los principales escollos para la restauración de la iglesia son dos, aunque están íntimamente ligados: el económico y el político. Se puede decir que se está representando un drama con tres actores principales: la Iglesia, propietaria del inmueble y máximo responsable de su conservación; la Junta de Andalucía, que tiene las competencias sobre el patrimonio histórico; y el Ayuntamiento, que no debe tolerar que uno de los principales monumentos de su ciudad se encuentre en semejante estado. Hasta el momento, el Arzobispado y el Ayuntamiento ya han escenificado un pacto por el que la administración local pondrá un millón de euros y la eclesiástica unos 800.000 euros (500.000 más 300.000 que aún le adeudan las administraciones de la fase anterior). Además, se está negociando con alguna entidad privada su colaboración en el proyecto. La presión, hoy por hoy, se ha traslado a la Junta de Andalucía, que todavía no ha reaccionado a los movimientos que está realizando el alcalde Juan Ignacio Zoido para hacer ver a la opinión pública que si no se avanza en el proyecto es por la inactividad de la administración andaluza.

El nuevo consejero de Cultura, Luciano Alonso, según ha podido saber este periódico, ya se ha informado personalmente de la situación y medita qué hacer al respecto. Una cosa tiene clara Alonso: "La Junta no se va a quedar atrás", afirman fuentes de Cultura. Probablemente habrá que esperar que se decida quién será el nuevo delegado de Cultura en Sevilla, el que sustituirá a Bernardo Bueno, cuyos días en el cargo están contados.

Una de las lecciones que deja Santa Catalina es que las parroquias históricas de Sevilla necesitan unos planes periódicos de mantenimiento que evite situaciones como ésta. San Pedro es un buen ejemplo a seguir.

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