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Dos hombres y un destino

Buenas Letras. En vísperas de las elecciones de la institución, cuelgan en la Academia el retrato de González Jiménez, obra de Reyes de la Lastra, que hizo el de Rogelio Reyes

El duque de Segorbe, académico electo, Rafael Valencia y Manuel García, junto al retrato.
Francisco Correal

24 de abril 2014 - 05:03

CUANDO vinieron sus parientes de Irlanda y vieron el retrato dijeron: "Es Manolo". Es el mejor elogio que podía recibir la pintora Reyes de la Lastra, autora de los retratos de Rogelio Reyes y Manuel González Jiménez, catedráticos que rigieron los destinos de la Academia de Buenas Letras entre 1999 y 2011. Doce años de historia en la Casa de los Pinelo que mañana abre una nueva página con las elecciones que cada tres años se celebran en Viernes de Pascua y a las que se presenta para suceder a Enriqueta Vila una única candidatura, la de Rafael Valencia. De una americanista a un arabista.

Manolo es Manuel González Jiménez, director de la Academia entre 2008 y 2011. "Primero lo ven ellos, pero la prueba del algodón es cuando vienen ellas", dice Reyes de la Lastra. Ellas son las directoras consortes. Mary O'Sullivan es la mujer irlandesa de González Jiménez, sevillano de Carmona, municipio que lo nombró hijo predilecto con una cruz que aparece en el retrato. "También están la medalla de la Academia y la Cruz de Alfonso X, que todavía no se la concedieron, pero gracias a Dios está san Google", dice la pintora.

Enriqueta Vila, en su breve y emotiva intervención, que sonaba a despedida, dijo algo tan políticamente incorrecto como que "yo he servido a dos señores", para referirse a tan ilustres modelos de la pintora Reyes de la Lastra. El medievalista se debió sentir como Pedro Almodóvar, rodeado por cuatro mujeres: su esposa, su hija Clara, la directora de la Academia y la pintora. Faltaron sus tres hijos varones (Finbarr, Kevin, Manuel), pero estaban "mis otros hijos", como llama a sus antiguos alumnos: Isabel Montes, Magdalena Valor, Manuel García Fernández, María Antonia Carmona, Mercedes Borrero.

"Aquí a los únicos que cuelgan es a los directores", bromea González Jiménez, que ganó el premio de Biografías con la que escribió de Fernando III y espera que le coloquen la cruz de su hijo Alfonso X. A su predecesor en la Academia, Rogelio Reyes, lo conoció "cuando éramos penenes", recuerda el profesor de Literatura, "esa época de la Universidad en la que los únicos importantes eran el catedrático y el bedel".

En la sala noble de la Academia, presidida por un retrato de Cervantes en el Día del Libro, los retratos del último director del siglo XX y el primero del siglo XXI están a uno y otro lado del de Eduardo Ybarra Hidalgo, que presidió la institución entre 1990 y 1999. "El primer retrato no le gustó a la familia", dice Enriqueta Vila. "Decían sus hijos que no era su padre. Después vinieron todos a un acto íntimo para colgar el que ahora está en la sala". Tampoco gustó el de Francisco Morales Padrón y hubo que encargarlo a otro pintor. Con Reyes de la Lastra ha habido más suerte: a todos les ha gustado. "El retrato", dice la artista, "es el único género pictórico en el que hay diálogo, mucho diálogo y cerveza fresquita Cruzcampo". No vale que ya se parecerán con el tiempo, como dicen algunos pintores jugando al retrato de Dorian Gray. "He hecho retratos de fallecidos y he tenido que dialogar con los herederos".

No es el caso. Rogelio y Manolo están vivos y coleando. En una segunda juventud. Al medievalista lo han colocado junto a un retrato de Francisco de Bruna y Ahumada, que dirigió la Academia en 1765. "Es que aquí somos muy viejos", bromea González Jiménez, "la Academia empezó en 1751, reinando Fernando VI". Por encima de ambos, el retrato de otro ilustre director, José Sebastián Bandarán, canónigo, pintado por Alfonso Grosso. Al acto asistió el amigo de ambos Guillermo Jiménez Sánchez, que perteneció al Tribunal Constitucional entre 1999 y 2011. Los años que dirigieron la Academia Rogelio y Manolo. Dos hombres y un destino. Con Reyes de la Lastra haciendo de Faye Dunaway.

Además de los dos hombres a los que ha servido Enriqueta Vila, la todavía directora de la Academia de Buenas Letras recordó la etapa de su maestro Francisco Morales Padrón, que volvió a situar a la institución en la sociedad. Al americanista canario le atribuye logros como el órgano que le donó la Junta de Andalucía, la biblioteca o el boletín.

Enriqueta Vila fue secretaria segunda en el primer mandato de Rogelio Reyes y secretaria primera en el segundo. El mismo cometido que tuvo en los tres años de González Jiménez. Del catedrático de Literatura destacó su protagonismo en los actos que conmemoraron los 250 años de historia de la Academia; del segundo, la creación del premio Cultura y Nobleza.

"Ni lo he pensado", dice Enriqueta Vila sobre quién la inmortalizará como primera mujer que ha llevado el timón de la Academia. "Yo no te digo nada", bromea Reyes de la Lastra. Por el inminente calendario festivo, aunque las elecciones académicas tienen lugar mañana, el nuevo presidente no tomará posesión hasta el 16 de mayo. Estará al frente de 25 académicos numerarios y tres electos: Ignacio Medina, duque de Segorbe, presente en el acto, Antonio Caballos Rufino e Ismael Yebra Sotillo.

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