Un hombre mata a tiros a su mujer y se suicida en el Cerro del Águila
El asesino, de 63 años, disparó varias veces a la víctima, de 60, con una escopeta de caza
Una hija del matrimonio descubrió los cuerpos a última hora de la tarde del martes
Una vecina del Cerro del Águila pasaba por la puerta de una casa de la calle Virgilio Mattoni cuando escuchó unos gritos. Eran las nueve menos veinte de la noche de este martes. Vio la puerta abierta y entró, pensando que alguien necesitaba auxilio. Sólo se asomó un poco y vio un enorme charco de sangre y a una mujer que lloraba y gritaba. En el suelo había dos cadáveres. "¿Qué ha pasado?", se interesó la vecina. "Mi padre ha matado a mi madre y luego se ha pegado un tiro", fue la respuesta.
La hija siguió gritándole al cadáver del padre, desesperada. "No podías haberte matado tú solo, irás al infierno". La vecina se ofreció a llamar a la Policía, pero la hija le explicó que ya había alguien llamando. La señora trató de acompañar a la hija del matrimonio hasta que llegó la primera patrulla. "Señora, ¿usted es testigo?", le preguntó un agente. "No, no, yo pasaba y escuché a la hija gritar y entré". "Bien, por favor, retírese", le dijo el policía, que pidió a los testigos que permanecieran en el lugar. La mujer siguió avanzando por la calle y se apoyó en un coche aparcado. Ahí se quedó, en shock, durante un buen rato.
Lo que presenció parcialmente esta señora era la escena del primer crimen machista ocurrido en Sevilla capital en lo que va de año, y segundo en la provincia después del asesinato de una joven menor de edad en Estepa, el pasado 31 de mayo. Un hombre de 63 años, de nombre Cristóbal, mató a su mujer, Carmen, de 60, asestándole varios disparos con una escopeta de caza. Luego, se descerrajó un tiro con la misma arma.
La primera llamada que recibió la Policía Nacional alertando del suceso fue a las 20:37, pero el crimen bien pudo ocurrir un poco antes. El matrimonio deja varios hijos. Una de ellas, que regenta una peluquería cercana, fue la que descubrió los cuerpos. Alarmada porque su madre no respondía a sus llamadas y mensajes, decidió acudir al domicilio de sus padres, ubicado en un bajo de un edificio de dos plantas.
Lo que sucedió después fue el despliegue habitual de policías, miembros de la comisión judicial (el caso lo investiga el juzgado de Instrucción 4) y operarios de los servicios funerarios habitual cuando se produce un homicidio. Varios agentes de uniforme se desplegaron por la calle y precintaron la vía por los dos extremos, cortando el tráfico para facilitar el trabajo de sus compañeros del Grupo de Homicidios y de Científica. La inspección ocular de la escena del crimen se prolongó durante casi dos horas, mientras que pronto se confirmaría la hipótesis formulada por la hija nada más descubrir los cuerpos. Se trataba de un crimen machista.
Fuera, en la calle, se sucedieron escenas de dolor, de rabia, de impotencia, abrazos, llantos y pésames. Los familiares permanecían apostados junto a la peluquería de la hija, mientras la Policía mandaba a la acera de enfrente, ya en la más bulliciosa calle Afán de Ribera, a periodistas y curiosos. "Por favor, retírense, no hay nada que ver", insistía un agente, con escaso éxito ante un grupo de personas que contemplaba el ir y venir de los investigadores en el tramo acotado.
Un joven que trabajó durante doce años con el presunto homicida se derrumbaba al conocer la noticia. "¿Por qué ha hecho eso? no me lo puedo creer. Le quiero como a un padre”, decía, al tiempo que negaba con la cabeza. El chico explica que Cristóbal le dio trabajo durante años en la construcción, que él mismo levantó y reformó la casa en la que ocurrieron los hechos, donde el matrimonio no llevaba mucho tiempo viviendo, quizás dos años a lo sumo. Y de ahí había surgido una amistad. Sacó el móvil y abrió el WhatsApp. El último mensaje de Cristóbal es un audio de la noche anterior. "Y esta mañana lo vi y se despidió de mí, pero yo entendí que se iba unos días fuera de vacaciones, nunca me podía imaginar que iba a matar a su mujer y luego matarse él".
El asesino utilizó una escopeta de caza para cometer el crimen y luego quitarse la vida. Dicen los vecinos que era cazador. El arma fue encontrada junto a su cadáver. Unos minutos antes de las once de la noche, los cuerpos del presunto asesino y de la víctima fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal, donde durante la jornada de hoy se le practicará la autopsia. La prueba forense servirá para determinar cuántos disparos recibió la víctima y para confirmar cómo se produjo la secuencia de los hechos. La comisión judicial se retiró, los últimos policías se marcharon y en una esquina de la calle quedó la familia, rota de dolor. En la puerta de la casa, un precinto policial en forma de X indicaba cuál era el lugar del homicidio.
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