La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Todo se contagia; más aún cuando se viaja. No son pocos los turistas que descubren Sevilla y que terminan pecando de la picardía local. La cuenta de Twitter @retretuit está triunfando en Twitter con una historia que no deja de comentarse y compartirse. El escritor amateur narra la llegada de Gunnar a Sevilla, un estudiante noruego de ojos claros y pelo rubio en un hilo en el que explica que todo comenzó cuando empezó a tener relaciones con la mejor amiga de su compañera sentimental...
Gunnar era estudiante extranjero, tal vez uno de esos centenares de Erasmus que cada curso eligen la capital hispalense como destino universitario, y sabía muy poco castellano: hola, paella, olé, flamenco... y poco más.
Un día en el que los cuatro amigos van de paseo por el centro, mientras las chicas hacen algunas compras, Gunnar y @retretuit charlan como buenamente pueden. Gunnar se sorprende de que en la calle haya árboles con naranjas. Le llama tanto la atención que pregunta al tuitero si se pueden comer. Éste, de manera sorprendente, le comenta que sí y ambos cogen una pieza. "Si hubiera una disciplina olímpica de pelar naranja con las manos muy despacito, yo hubiera sido medalla de oro y récord del mundo", confiesa el tuitero desvelando cómo consiguió que el turista noruego se aventurara antes que él a darle el esperado mordisco a la naranja.
¿El resultado? Gunnar le propinó a la naranja un contundente bocado y estuvo casi 20 minutos "tosiendo y haciendo gárgaras con agüita de Lanjarón", tal como @retretuit recalca en este ocurrente hilo.
Se quedó realmente "tocado" con el amargor... ¡casi para ir al psicólogo!
A las puertas del Black Friday, y aunque no realiza ninguna alusión expresa a este viernes negro dedicado a la fiebre consumista, llama la atención la comparación que realiza entre los grandes almacenes de Amazon o Aliexpress con Gunnar y su apuesta por la compra en el comercio tradicional y no en las grandes superficies...
Sus comentarios han desatado decenas de comentarios irónicos y de complicidad. Una historia, además, que no parece quedar aquí... porque ya se comprometido a contar otro día la historia de cuando Gunnar fue a la feria en chándal... Y todo el mundo sabe en Sevilla que "¡a la feria se va como Dios manda!".
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