"El hidrógeno es la Gran Oportunidad para la descarbonización”

El potencial del hidrógeno verde en la transición ecológica, como vector energético y como complemento de las plantas de generación renovables, está tomando cada vez más relevancia. Esta tecnología, muy avanzada en su versión renovable, cuenta con la gran ventaja de ser nula a efectos de emisiones de CO2, a lo que se une su capacidad de almacenamiento y transporte, una solución al tradicional escollo con el que siguen contando las energías renovables en la actualidad.

La transición energética, tal y como está planteada desde las administraciones nacionales y europeas, pasa forzosamente por la electrificación masiva de todos los sectores, un reto que no está exento de dificultades. Así, en determinados sectores la electrificación puede entenderse como “una solución parcial” para lograr la descarbonización total, contexto en el cual el hidrógeno verde adquiere un protagonismo decisivo “como complemento a las energías renovables que se utilizan actualmente”, explica César Álvarez, director del área de Hidrógeno Verde de la compañía de renovables EnerHi, con sede central en Sevilla.

De este modo, el hidrógeno renovable es un elemento con potencial para reemplazar a los combustibles fósiles en aquellos ámbitos con mayor dificultad de electrificación, como el transporte y la industria. De hecho, la gran baza del hidrógeno verde es que “permite dotar de gestionabilidad la generación de energías renovables”, explica Álvarez, “ya que cuenta con la capacidad de almacenamiento de la que estas fuentes carecen a día de hoy. A través del hidrógeno verde, la demanda de energía podrá cubrirse a través de fuentes renovables como la eólica y la fotovoltaica incluso en los momentos en que no estén disponibles”, añade.

Nuevos problemas a los que buscar solución

En la actualidad, nos encontramos a mitad de camino del primer horizonte de la transición ecológica, que se sitúa en 2030. “En este escenario estamos empezando a ver los primeros problemas ligados a este proceso, en forma de incremento de precios y en potenciales problemas de desabastecimiento”, apunta César Álvarez.

El hidrógeno puede contribuir a resolver este problema, ya que España tiene en la actualidad una matriz energética altamente dependiente del gas natural, importando en su totalidad de proveedores fuera de la Unión Europea. “España puede convertirse en exportadora de hidrógeno renovable, lo que nos haría menos dependientes del exterior. Uno de los puntos a nuestro favor es el gran potencial de energía solar y eólica, insumo indispensable para el proceso de electrólisis del agua y obtención del hidrógeno”, apunta el experto.

En estos momentos, una de las principales dudas respecto a la implantación del hidrógeno verde es el elevado coste que podría implicar. No obstante, “la capacidad de generación renovable (fotovoltaica y eólica) de España permitiría producir esta energía a bajo precio”, aclara Álvarez.

Una alternativa real y concreta

El hidrógeno ya no es una tecnología en fase de laboratorio, sino “una alternativa real y concreta que ya existe a escalas industriales”, afirma César Álvarez. De hecho, el hidrógeno gris se está produciendo en grandes cantidades para su utilización en diversos procesos vinculados a las industrias fósiles.

En cuanto a sus principales aplicaciones, ya se está empleando para la industria aeronáutica, con compañías europeas que ya están realizando vuelos de corto alcance con aviones electrificados. Otros sectores que pueden beneficiarse de esta tecnología son el agropecuario, a través del uso de vehículos de trabajo propulsados por hidrógeno verde; el de movilidad y la producción química.

En esta línea, el hidrógeno puede suponer también una respuesta para la vertebración del territorio y la dinamización de las zonas más despobladas del país, a través de la creación de un nuevo modelo de gestión de las energías renovables más inclusivo y coherente, con generación de riqueza y empleo locales.