26 heridos y siete detenidos en una carga policial contra pescadores

Un policía grave y marineros con las caras ensangrentadas, balance de un enfrentamiento después de que pescadores de Cádiz y Huelva volvieran de explicar sus demandas en el Parlamento andaluz

Uno de los siete detenidos en la Avenida de Torneo es conducido al furgón policial.
Uno de los siete detenidos en la Avenida de Torneo es conducido al furgón policial.
Francisco Correal / Sevilla

12 de junio 2008 - 05:03

Todos pendientes de los transportistas y aparecieron los pescadores. En un momento se desató una batalla campal con el saldo de 26 heridos -14 policías, uno de ellos grave al estallarle una bengala en la cara, y 12 pescadores- y siete detenidos por atentado a la autoridad. Uno de ellos, marinero de Isla Cristina, fue identificado por la Policía Nacional como autor de la bengala que hirió al agente en la cara.

Unos 200 pescadores y armadores de Lepe, Isla Cristina, Punta del Moral, Punta Umbría, Ayamonte, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda llegaron ayer a Sevilla para airear sus reivindicaciones de un gasóleo profesional cuyo precio no exceda los 40 céntimos de euro el litro. En la puerta del Parlamento se entrevistaron con parlamentarios autonómicos del PSOE (Mario Jiménez, José Muñoz y José Luis Blanco), del PP (Alicia Martínez, María Sacramento y María José García Pelayo) y con Pilar González, secretaria general del Partido Andalucista. Los grupos se comprometieron a respaldar la demanda que los llevó a amarrar sus barcos hace un par de semanas y los remitieron a la reunión del 23 de junio en Bruselas.

En el mismo Parlamento, la Policía Nacional frustró un intento de los pescadores de marchar hacia la estación de Santa Justa. Una fuerte escolta policial los acompañó en sentido contrario por Resolana y Torneo. Muy cerca de la estación de autobuses de Plaza de Armas, un grupo de pescadores hizo una sentada en la propia Avenida de Torneo con los consiguientes trastornos de tráfico, obligando a los autobuses a abandonar el carril bus y rodear a los manifestantes. La batalla campal se inició cuando la Policía empezó a desalojar a los protagonistas de la sentada. Un grupo de ellos se resistió en forcejeo con los agentes y subió el termómetro de la tensión. Empezó el intercambio de golpes. Se oyó el estruendo de un petardo que estalló en la cara de un agente trasladado en estado grave al hospital Virgen del Rocío. Tres de los detenidos son de Punta del Moral, en Ayamonte, otros tres de Isla Cristina y uno de Sanlúcar de Barrameda.

"Todo se ha liado en un minuto, y fue como una guerra". Antonio Carro Camacho, presidente de los armadores de Lepe, lo describiría después muy gráficamente. Se inició un sinfín de persecuciones entre el carril bici y el paseo aledaño al mirador fluvial. La Policía denunció el lanzamiento de piedras y cadenas por parte de los pescadores, mientras que éstos señalaban a los compañeros con las cabezas ensangrentadas por los golpes que les propinaron los policías. Fue una batalla fugaz, pero durísima, que por suerte no acabó en tragedia. Con acometidas recíprocas: policías que rodeaban a un pescador; marineros que cercaban a un agente protegido con el antidisturbios.

Los nervios a flor de piel. Los autobuses de los marineros estaban situados junto a la estación de Plaza de Armas, pero éstos se negaban mientras no fueran liberados los detenidos, que pasaron a disposición judicial y permanecieron declarando todo el día.

Eran compañeros, amigos y en numerosos casos familiares, lo que aumentaba la tensión cuando trascendía que el herido o el detenido era el hermano o el cuñado. Algunos proponían seguir la marcha hasta la Delegación del Gobierno. "Los socialistas están ahora comiendo con las piernas cruzadas y nosotros estamos aquí peleándonos contra estos hombres que no tienen culpa de nada. Nos mandan a pelear a unos con otros", decía un pescador.

Fueron los primeros en ponerse en huelga y no quieren ser los últimos en hallar una solución. Ángel es de El Puerto de Santa María. Paisano de Rafael Alberti, es marinero en tierra a su pesar. "Yo trabajaba en las bodegas Osborne, echaba una mano en la lonja, hice un curso de formación y me metí en la pesca. Conseguí tener dos camiones y ocho personas trabajando. Todo al garete. Una triste guasa. Mi hijo debería estar hoy aquí conmigo, pero está realizando una entrevista de trabajo para un puesto de chucherías; aquí no hay futuro".

Los pescaderos se quedan sin pescado por el parón de barcos y camiones. "Lo malo es que si arreglan lo del transporte", dice Ángel, "nos vamos a tener que pelear con los minoristas, con nuestros propios clientes". Se conoce el calendario de las penalidades: el paro biológico, el paro del arrastre, cuando entran en acción el marinero del palangre y el del trasmallo. "Ahora es el tiempo de la caballa, que se ha quedado sin coger". A diferencia de los camioneros, ellos no pueden cortar el tráfico con sus barcos. Pero ayer encallaron en pleno centro de la ciudad, muy cerca del que fue puerto de Indias con los mejores carpinteros de ribera que conoció el océano.

Los pescadores fueron a la puerta de los juzgados para exigir la liberación de sus compañeros y ahí permanecían al cierre de esta edición después de que, pasada la medianoche, un portavoz de los marineros informara de que los detenidos iban a pasar la noche en el juzgado y de que hoy serían puestos en libertad con cargos. Venían de los puertos de Huelva y de Cádiz, las dos salidas a la playa de un verano que se ha puesto más caliente de lo que muetran los termómetros. "La gente está muy alterada después de 15 días", dijo el armador lepero, "con las despensas vacías y los bancos mandando avisos".

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