El Heraldo a los sevillanos: “Viva la ilusión, no la perdáis nunca, niños”

El cambio de día por la lluvia prevista para mañana no fue la única novedad en un día donde se estrenó la entrega del pergamino al Heraldo en el balcón del Ateneo

El Heraldo reparte ilusión en las calles del centro de Sevilla / José Luis Montero

La ilusión no tiene fecha. Lo único que querían los niños ayer por la tarde era darle la carta al Heraldo. Ellos lo ven todo mucho más sencillo, aceptan los cambios dejándose llevar, sobre todo si lo que hay detrás es la magia de Melchor, Gaspar y Baltasar. Saben que los Reyes no quieren que se mojen y estropeen sus regalos ni que ellos se mojen. Otra cosa será que los nervios del 5 de enero sean aún mayores que otros años anteriores porque la tarde se va a hacer larga a niños y, sobre todo, a los mayores.

La plaza Ponce de León es la medida de muchas cosas cuando se celebra algo en el centro de la ciudad. Hasta allí llegan muchas líneas de Tussam y sobre las cuatro de la tarde de ayer el público que se bajaba de los autobuses eran casi todos niños. No necesariamente porque así lo indicara el DNI, sino porque el comentario general era dónde ver el Heraldo. Porque aunque no tenga los 107 años de la Cabalgata, sino muchos menos porque comenzó en 1997, el emisario de los Reyes encargado de recoger las llaves de la ciudad se ha convertido en una cita más de la Navidad en Sevilla.

El adelanto del día ha hecho que coincida no solo con el heraldo del Porvenir, el de Triana y carteros reales casi coincidentes con el recorrido con el de la Docta Casa como el de la Redención o el del Rocío del Salvador.

Desde una hora antes la puerta del número 7 de la calle Orfila es el objeto de todas las miradas. Cada vez que hay algún movimiento, se hace un silencio, hasta los niños que animan tocando el silbato el tiempo de espera, paran. Todos los movimientos son recibidos con aplausos. La banda de música, los caballos para el heraldo y sus dos acompañantes, el alcalde, y de pronto alguien se da cuenta. Hay gente en los balcones del Ateneo.

Saludos desde el balcón de la sede del Ateneo

Una voz tronante anuncia que el presidente de la Docta Casa, Emilio Boja, se asoma al balcón y que, en breve, estará el Heraldo. Por primera vez el público será testigo de cómo el emisario de los Reyes recibe el pergamino que leerá al alcalde solicitando las llaves de la ciudad. Con un vivas al Heraldo, sus beduinos, sus caballistas, al Ateneo y al presidente de la Docta Casa. Un público completamente entregado lanza los vivas y comienza a invocar la salida del Heraldo. “Ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén”.

La salida del primer beduino es recibida con un aplauso pero sobre todo con mucha alegría. Porque la ilusión no conoce ni de edad ni de residencia. Darío ha llegado desde Córdoba con su madre y su hermana Adara. Él tiene diez años, la cara radiante de alegría y sus ojos no pierden un detalle de todo lo que pasa. Lleva un saco de tela que llenó de caramelos. “Me gustan mucho las cabalgatas y los heraldos, como en Córdoba no tenemos, pues hemos venido a verlo”, comentó.

Una de las turistas orientales que se han encontrado con la salida del Heraldo no se resiste y se hace fotos con los beduinos, que le dan caramelos a los que ella responde con la inclinación de cabeza típica oriental. No es una niña ya, pero en esos mismos momentos parece volver a tener siete años solo con la sonrisa.

Ella tiene mucho de lo que el Heraldo, que se parece mucho a Ángel Cornejo, ha pedido que no se pierda, la ilusión.La llegada hasta el Ayuntamiento ha dado buena muestra de que aquí hay muchas ganas de vivir, disfrutar y cantar. Desde la salida del Heraldo con Ya vienen los Reyes Magos o Dime Niño de Quién eres a la canción de Pedro, Pedro, Pedro de Rafaela Carrá. O la versión del Duduá de los Cantajuegos. Todo vale para cantar, bailar y festejar.

Las llaves de la ciudad

El alcalde, José Luis Sanz; el delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés; el portavoz del grupo municipal socialista, Antonio Muñoz y la portavoz del grupo municipal de Vox, Cristina Peláez, también parecen cuatro niños mientras esperan que el Heraldo suban. Esa magia de los Reyes Magos llega a todos en la víspera.

El alcalde le entregó las llaves entre los aplausos del público que se congregaba hacia la Avenida de la Constitución y el Heraldo dejó su mensaje a todos: “Vengo a esta ciudad con gran cariño, a recoger las cartas llenas de deseos e ilusiones, pero no os preocupéis si no habéis podido traerlas porque vuestros padres y abuelos saben dónde tienen que dejarla esta noche”, advirtió.

Como emisario de los Reyes dijo que Melchor, Gaspar y Baltasar están ahora mismo en su campamento del Aljarafe mirando el mapa de la ciudad para ver cómo organizar el reparto de los regalos. “¿Queréis que los Reyes bengan mañana?”, preguntó. Pocas veces se ha escuchado un sí tan rotundo en las cercanías de las Casas Consistoriales.

Ha asegurado que los Magos subirán a la Giralda por la noche y, desde allí, tendrán muy presentes a los hospitales, “donde entregarán el regalo más importante: la salud”. Y después, esta tarde, antes de subir a sus carrozas, se postrarán ante el Niño Jesús.

Pero este emisario de Melchor, Gaspar y Baltasar no sólo iban a recoger las cartas de los niños, también tenía una petición para los adultos: “Nunca dejéis que los niños pierdan la ilusión. Ese es nuestro mayor regalo, mantenedla, guardadla y compartidla. ¡Qué viva por siempre la ilusión, que vivan los Reyes Magos!”.

Como ocurre cada año, el camino de vuelta hasta la sede del Ateneo hubo más público y, cada vez más entregado. Los padres con los niños han dado paso a los grupos de adolescentes que aún no han dejado de ser niños. Ellos, casi todos preocupados porque el flequillo quede de la manera adecuada. Cantando a voz en grito las canciones infantiles de las que. en otro momento renegarían, pero que el día del Heraldo o el de la Cabalgata da igual reconocer que se saben hasta la última coma del Caballo camina p’alante, El burrito sabanero o Bajo el mar de La Sirenita. Porque esa tarde, seguramente, será de las primeras que salen con sus amigos y amigas. Se sienten mayores, pero se aferran a la infancia. Lo que no saben aún es que cuando el flequillo ya no preocupe porque no exista tampoco importará cantar a voz en grito El Patio de Mi Casa siempre que sea al paso del Heraldo o de los Reyes Magos.

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