Los que hacen que el Metro funcione
La mayoría de los 155 empleados de la línea 1 son treintañeros con FP de grado superior en electrónica
Los currantes del Metro que conducen los trenes, atienden al viajero en las estaciones, revisan el funcionamiento de la línea y controlan todo el servicio desde el puesto de control central son, en su mayor parte, jóvenes con una media de edad de 32 años sin experiencia en ferrocarriles y un perfil de técnico de grado superior en electrónica u otras ramas técnicas de Formación Profesional (FP2). El entusiasmo por el trabajo que desempeñan y el buen ambiente laboral es, hoy por hoy, la nota común en ellos.
Viven sobre todo en el Aljarafe, Dos Hermanas y los barrios sevillanos periféricos como Alcosa y Sevilla Este. De su sueldo dicen que es suficiente. No suelen coger el Metro para venir a trabajar porque empiezan su jornada a las seis de la mañana, antes de que la línea funcione. En la escala de dirección el perfil cambia a ingenieros técnicos y superiores. La plantilla total de la línea 1 la componen 155 personas, en un 90% nacidos en la provincia de Sevilla, según datos oficiales. El personal de operaciones (126 personas) lo integran conductores (50), supervisores comerciales (34), supervisores interventores (8), jefe de salas del puesto de control (6), operadores de puesto de control (7), jefes de línea (5) y mantenimiento de instalaciones (16). El personal administrativo y de dirección está compuesto por 29 empleados. La vigilancia, la limpieza de las estaciones y el mantenimiento especializado de la línea son servicios que desempeñan subcontratas y, por tanto, quedan al margen de la plantilla del Metro.
Cuatro trabajadores con diferentes cometidos en la línea cuentan sus historias.
José Miguel lópez Rueda, Jefe de Línea.- “Lo peor ha sido la Feria, que nos ha hecho fuertes”
Vio la oferta de trabajo en un periódico gratuito y cambió su profesión de electricista de mantenimiento en la Universidad de Sevilla por la de jefe de línea del Metro. “Ha sido un vuelco grande y agradable en mi vida. Nunca me imaginé que iba a terminar trabajando en esta empresa”.
Su trabajo consiste en organizar turnos, horarios de trabajo, vacaciones del personal (15 días los fija la empresa y los otros 15 el empleado), y que las estaciones estén en perfecto estado antes de abrir el servicio. Cualquier anomalía que detecte un conductor o un supervisor comercial se la traslada a los jefes de línea, que intentan solventar el problema o piden instrucciones al puesto de control.
También están preparados para conducir trenes si fuera necesario. El Metro no le llamaba la atención antes, pero “una vez dentro te das cuenta de lo bueno que es para la ciudad y lo importante que te sientes tú por el servicio que prestas, por estar en una gran empresa”. Del trato con el público destaca que los menores de 35 años respetan más las normas, frente a los mayores, más impacientes y protestones. El reto más difícil, por novatos, fue la cantidad de gente en la Feria de Abril. “Fueron los peores momentos que hemos tenido hasta el momento. Eso nos ha creado una coraza, nos ha hecho fuertes y ya cualquier pequeña anomalía que tengamos nos parece insignificante”, relata.
El mejor día, la inauguración y ver los que disfrutan con el Metro y con llegar rápido al destino. El malestar inicial de la gente lo achaca al desconocimiento de cómo funcionaba el servicio. “Cuando iniciamos la explotación me ponían de ejemplo el Metro de Madrid o el de Londres... pero aquí tenemos unos sistemas de conducción y de acceso a estaciones que hay que aprenderlos, no son ni mejores ni peores. Ahora que llevamos dos meses en explotación prácticamente estamos sin problemas”.
Cita como curiosidad un abuelo de Andorra que se emocionó por el trato recibido y por las puertas de andén. “Me dio un abrazo y me dijo enhorabuena por lo que tenéis aquí; cuidadlo, que esto no lo tiene mucha gente”. Sólo ha cogido a una persona que se coló sin billete: 62 euros de penalización a pagar en diez días.
Juan A. Serrano Romero, Operador Puesto Control.- “A las seis pongo en marcha las estaciones”
Juan Antonio es la persona que abre la línea a diario y la voz que por la mañana atiende a los viajeros que tocan el interfono desde las estaciones para resolver cualquier duda relacionada con el Metro. Trabajaba en el sector de las telecomunicaciones dedicado a la cobertura de los móviles en la empresa Siemens Mobile. Le pareció una gran oportunidad cambiar de trabajo cuando leyó el anuncio en el periódico.
Las incidencias más típicas a diario tienen que ver con tarjetas que dan problemas y con fallos en las escaleras, que se paran porque algún niño le ha dado al botón de stop. El primer día recibió constantes llamadas de elementos que no funcionaban y ahora lo reclaman más para información. “La gente llama mucho porque le falta información sobre cómo se compra un título, cómo se viaja... Eso es por la falta de cultura que aún tienen algunos sobre el Metro, pero cada vez están más familiarizados”, explica.
En el tiempo que lleva afirma que se han registrado muy pocos atrapamientos de personas en las puertas de andén y en los tornos de entrada o salida. Se dedica a atender al viajero, a controlar la seguridad de la línea (videovigilancia) y los elementos de las estaciones: apertura, cierre, funcionamiento de las escaleras, ascensores. Lo centraliza todo desde el puesto de control y va dando órdenes a los compañeros que se encuentran en las estaciones porque “absolutamente todo se puede arreglar desde el puesto de control”. También controla el dinero de las máquinas. Su jornada laboral empieza a las seis de la mañana poniendo en marcha las estaciones. Los compañeros que van incorporándose le dan cuenta de las anomalías que encuentren. Entre los olvidos de los pasajeros se han encontrado bolsos y hasta un ordenador portátil (del viajero de Andorra que quedó maravillado con el Metro).
También para él lo más difícil ha sido la Feria y la Semana Santa. “Fue duro por la cantidad de gente y por las dificultades para afrontar problemas por primera vez”. Aprecia sobre todo el buen ambiente y la armonía que hay con los compañeros, que se conocieron en el curso de tres meses y llevan un año juntos. Dice que le encantaría jubilarse aquí. También destaca la evolución de la línea gracias al trabajo que ha aportado la plantilla. Es al único de sus cuatro compañeros que le vendría bien coger el Metro para llegar al trabajo, pero no puede hacerlo porque la línea la abre él.
Manuel Santos Nievas, supervisor comercial.- “Las personas mayores necesitan más paciencia”
Manuel se encarga de abrir cada mañana la estación Plaza de Cuba, situada en Los Remedios y una de las que registra mayor afluencia de viajeros y, por tanto, una de las que requiere más trabajo. A las 6:20 asegura que empiezan a entrar usuarios para montarse en el primer tren de las 6:30. “Aquí no se para; se está entretenido porque hay que tener un poquillo de más paciencia con las personas mayores en el manejo de las máquinas”, relata este supervisor comercial al que todos llaman Manolito. En los años venideros es posible que lo destinen a otra estación, ya que el plan es que el personal vaya rotando por zonas.
Desarrolló su último trabajo antes de llegar a la línea 1 en el aeropuerto de Sevilla, en el servicio de mantenimiento (handling) de aviones. Decidió apuntarse a la oferta para trabajar en el Metro porque vio que era una empresa con futuro en la que podía arriesgarse y está contento de que la cosa al final haya salido bien. Sus amigos y su familia opinan que ha tenido mucha suerte con este empleo. Su tarea de supervisor comercial consiste en estar pendiente de que la estación Plaza de Cuba funcione correctamente, así como de la atención al viajero que entra cada día.
Valora con muy buena nota su jornada laboral de lunes a viernes (entra a las 6:15 y sale a las 14:30) con descansos los sábados, domingos y festivos. “La verdad es que no me puedo quejar”, admite. El relato sobre la experiencia de los días de Semana Santa y Feria es idéntico al de sus compañeros. “La gente muy novata, muchísimas personas que no tenían cultura de metro y no sabían cómo funcionaba nada. No tenía tiempo ni para pensar de lo cansado que salía”.
Su trabajo requiere una especial paciencia por el trato directo con los usuarios. La noche del Jueves de Feria cuenta resignado que algunos viajeros con copas le protestaron más de la cuenta. Del día a día destaca la cultura del Metro que tienen la mayoría de los turistas que pasan por la estación, los últimos fueron unos japoneses que sabían manejar perfectamente las máquinas de billetes y moverse por las instalaciones.
Manuel Jesús Pradas Cano, conductor de línea.- “Estar bajo tierra no es problema si sales a la luz”
Los amigos de Manuel Jesús opinan que el trabajo de conductor resulta aburrido porque estás todo el día en la cabina, pero él dice que lo mejor de la línea de Sevilla es que ves la luz. “Peor sería conducir siempre un Metro bajo tierra como el de Madrid. Todo el día bajo tierra no es un problema porque aquí sales con frecuencia a la superficie”, relata. Eso explica que sus tramos preferidos sean el de San Juan y el que pasa por la Ciudad Deportiva del Sevilla en dirección a Condequinto, para ver entrenar a su equipo.
Su jornada de trabajo es de ocho horas y cuarto, con tiempo para desayunar y para continuos descansos. Cada cuatro u ocho minutos en hora punta, una vez han recorrido la línea completa ida y vuelta, se toman un descanso y le dejan el tren a otro compañero. Antes de ser conductor trabajó dos años en el departamento de mantenimiento de telecomunicaciones de la empresa Ibarra. Dice que estar en un tren por primera vez impone y que se sintió con seguridad a las dos o tres semanas de conducir un convoy. También el reto más difícil ha sido afrontar la aglomeración de personas que hubo en Feria y Semana Santa. “Ver que toda la gente se quería montar en el Metro retrasó los trenes y por eso fue más difícil, pero salió todo adelante”.
Confiesa que las críticas de los viajeros se las tomó con tranquilidad. “Sí nos han dicho cosas que escuchábamos por el cristal, pero yo soy una persona tranquila; hacía oídos sordos a los comentarios que oía por detrás y me centraba en mi trabajo de abrir y cerrar puertas”, cuenta. Ahora, sin la saturación de los días posteriores a la inauguración, las cosas han mejorado. “Hay mucha más tranquilidad y funciona mejor la frecuencia de trenes. La verdad es que se nota que la gente está más satisfecha”, advierte.
El tren va más cargado a primera hora de la mañana y a la salida de los colegios y centros de trabajo. Sobre el manejo de la línea explica que la conducción requiere más precaución en los cambios de vía y en las diagonales donde hay que reducir la velocidad, pero el sistema no te deja alcanzar la velocidad que quieras, sino la estipulada en cada tramo. Bajo el río, por ejemplo, se puede conducir más rápido por norma y por ser cuesta abajo. De su casa en Los Bermejales llega al trabajo en coche en diez minutos.
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