La 'guerra fría' del Hospital Militar: 15 años de abandono
Mientras miles de pacientes soportan las listas de espera, este centro, con 240 habitaciones individuales, capacidad para 750 camas y cinco quirófanos, sufre un abandono de quince años y un deterioro progresivo
En 2015 Juanma Moreno prometió su reapertura si presidía la Junta
El PSOE y el PP han abierto nuevas trincheras a un lado y a otro del Hospital Militar y sus avanzadillas de voceros han sacado lustre a las bayonetas verbales para el cuerpo a cuerpo desatado después de que el consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, descartara hace un mes la reapertura y vuelta al funcionamiento de esa mole en coma.
Pero la batalla duró cuatro días. No muchos más. ¿Por qué?
El 15 de febrero de 2015 hubo una incursión del PP andaluz –sevillano, para más señas– en la zona de combate. Al frente del comando iba Juanma Moreno, apostado entonces en la primera línea de la oposición parlamentaria. Como lugarteniente le acompañaba el alcalde, Juan Ignacio Zoido. Y detrás, en formación, lo más granado del PP local. Aquel día, Moreno no lo dudó un segundo y tras su visita prometió que si llegaba a presidente de la Junta de Andalucía reabriría el hospital.
Moreno ya es presidente de la Junta de Andalucía. El consejero de Salud que ha nombrado –de su partido– ha dicho que “vamos a evaluar el coste y la efectividad del Hospital Militar”.
El Hospital Militar no va a abrirse
Tras su desembarco en la Consejería, Aguirre, ahora al mando de las operaciones, no cree que sea la estrategia más conveniente. No al menos en un corto plazo de tiempo. Y aquella ofensiva que anunció el jefe del PP se ha paralizado.
Con lo que el PSOE se ha lanzado al contraataque. Lo hizo con una maniobra de la secretaria general del partido en Sevilla, Verónica Pérez, la misma que espetó con aire castrense aquello de “la única autoridad del PSOE soy yo” el día de la rebelión interna (a gran escala) en su partido. Enseguida cargó Pérez contra el adversario, acusando a Aguirre de enterrar con un zambombazo la promesa estrella de los populares, durante años, en materia de infraestructura sanitaria en Sevilla: la rehabilitación del Hospital Militar.
Pero ésta, se ha comprobado ahora en el campo de batalla, no es una prioridad del Ejecutivo PP-Ciudadanos. El estado mayor del Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha movido el frente hacia otra dirección.
El ambiente bélico alrededor de este cada vez más deteriorado complejo sanitario viene de muy lejos. Va para quince años. Es un conflicto largo. Como la Guerra Fría. Volvió a recalentarse durante algunas jornadas a mediados de febrero con la escaramuza de Aguirre. El PSOE respondió abriendo fuego, pero después ambos bandos se replegaron a sus posiciones. Fue fogueo, mera intimidación. Poco más.
Porque los populares ya tenían más que planificada para este marzo una verdadera escalada que iba a multiplicar con creces el choque entre los dos rivales. Aquí sí que iba a haber escabechina: la ofensiva de las listas de espera. Un bombardeo en masa que ha pillado a los socialistas poco menos que vivaqueando.
¿Quién se acuerda ya del Hospital Militar?
La paradoja es que la ciudad, la provincia de Sevilla, asista al cada más acelerado deterioro del edificio, pasto de quienes se ganan la vida con la chatarra, la quincalla y demás despojos, en un momento en el que se ha conocido que las listas de espera son más del doble de lo que se creía. En los hospitales públicos de Sevilla son 183.849 personas las que esperan una intervención quirúrgica (39.279) o atención especializada (144.470).
Parece como si el Hospital Militar se erigiera en un icono de la degradación que ha venido sufriendo en los últimos años la sanidad pública andaluza.
Y aunque los pacientes son las principales víctimas, directas, de esta situación, hay otros observadores muy afectados, activamente implicados, que exigen una resolución del conflicto. Desde el sindicato Satse, su secretaria provincial en Sevilla, Reyes Zabala, lamenta el intercambio de reproches y recriminaciones entre populares y socialistas para que, al final, todo siga igual.
Porque lo grave es el déficit en infraestructuras sanitarias que padece Sevilla. No sólo la capital, sino la provincia. “Es la que menos camas tiene por habitante”, insiste Zabala, que ilustra su advertencia con el ejemplo del Hospital Universitario Virgen Macarena, “con habitaciones de tres camas”. Situación “anacrónica” que “con el Gobierno del cambio va a terminar”, según la presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez.
¿Pero no será otra promesa más?
¿Podrá cumplirse? ¿Qué dice Aguirre? ¿Y si Pérez se ha precipitado?
En los hospitales de la provincia hay 146 habitaciones triples, más del 57% de todas las que hay en Andalucía. El Hospital Militar tenía 240 habitaciones individuales.
Zabala recuerda que el Satse se ha significado en la lucha por reivindicar más camas hospitalarias, contra su cierre. Y no olvida su crítica a ambos contendientes. “El PSOE no cumplió” cuando el Ministerio de Defensa confirió el Hospital Militar a la Junta de Andalucía en 2004. “Y el PP, en la oposición, no se cansó nunca de decir que lo abriría”. “Pero a día de hoy –añade Zabala–, ahí está, abandonado, deteriorándose”.
Otro observador en primera línea es el Sindicato Médico. Su presidente en Sevilla, Rafael Ojeda, recuerda que la organización ha sobresalido como promotora de una plataforma que ha defendido el funcionamiento la rehabilitación del centro, que para disgusto del SMS es un “símbolo” que refleja las horas muy bajas por las que pasa la sanidad pública en la comunidad autónoma.
Pero Ojeda, que opta por “no entrar en el debate político, con los partidos echándose en cara lo que no hacen”, prefiere reflexionar acerca de la “falta de inversiones”. Esto es lo que viene a representar desde hace 15 años el abandono del Hospital Militar. “En Andalucía se invierte muy poco en sanidad”, afirma el presidente del SMS. La exigencia prioritaria de su organización es esa: un aumento de las inversiones, “siempre escasas”. Y en la misma línea que el Sindicato de Enfermería alerta de que “faltan muchas camas”.
En cuanto al Hospital Militar, “¿merece la pena?”, se pregunta Ojeda. “A estas alturas, ¿es un edificio rehabilitable?”. El presidente del SMS deja abierta la puerta a que, en materia de infraestructuras, quizá convenga más un centro de nueva planta. Con todo, el esfuerzo del sindicato va en otra dirección: la mejora salarial de los profesionales, acabar con su precariedad y dignificar y proteger su actividad diaria.
A juicio de Ojeda, poca o ninguna importancia tendrá un centro sanitario si el personal que debe trabajar tiene que hacerlo “en precario, con salarios que nada tienen que ver con los que hay a nivel nacional y en la sanidad privada”.
¿Y el Ayuntamiento de la ciudad en la que se pudre el edificio del Hospital Militar? ¿Qué dice? Su delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo y portavoz del grupo municipal socialista asegura que “para el gobierno de Sevilla su recuperación es un proyecto de importancia que sin embargo lleva demasiado tiempo parado y que ya debería haberse resuelto”.
Muñoz, que recuerda que “son muchas las mociones que se han aprobado en el pleno por unanimidad para su puesta en uso”, no deserta y entra en la guerra: “El problema es que para el PP de Sevilla este equipamiento, al igual que otros muchos proyectos de ciudad como el Metro o la Ciudad de la Justicia sólo parecen tener interés cuando sirven como armas de confrontación”.
De la actividad con Defensa al abandono con la Junta
La Junta presidida por Manuel Chaves reclamó el Hospital Militar. El Gobierno cedió el centro, cuyo titular era el Ministerio de Defensa. Era 2004. El Vigil de Quiñones -bautizado así en recuerdo del médico militar Rogelio Vigil de Quiñones, nacido en Marbella y uno de los últimos de Filipinas- tenía 240 habitaciones individuales y capacidad para 750 camas.
Gozaba de una situación desprovista de colapso, no había saturación en el servicio de Urgencias y contaba con una tecnología médica avanzada y cinco quirófanos.
El año de la cesión, la entonces consejera de Salud, María Jesús Montero, actual ministra de Hacienda, anunció inversiones millonarias para ejecutar remodelaciones en el centro. Se iniciaron en 2006. Pero cinco años más tarde, todo se fue al traste. Los obreros que trabajaban en esa reforma fueron despedidos. La Junta no pudo hacer frente a los pagos con la empresa concesionaria Isolux-Corsam-Covian.
Y comenzó el declive del hospital. Algo se aprovechó: parte del material fue transferido a otros centros al objeto de reemplazar equipos ya obsoletos o deteriorados. Desde entonces, organizaciones como Marea Blanca, asociaciones, colectivos y numerosos ayuntamientos de la provincia han reclamado la vuelta a la operatividad del Hospital Militar.
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