"Que el Guadalquivir no sea Patrimonio de la Humanidad me parece un despropósito"
El prestigioso arquitecto Fernando Mendoza repasa en un libro sus memorias de los últimos 25 años a través de conferencias, restauraciones o artículos publicados en 'Diario de Sevilla'
A Fernando Mendoza le duele Sevilla. Su patrimonio, sus símbolos, sus edificios emblemáticos. Este prestigioso arquitecto atesora una trayectoria profesional muy destacada que se coronó con el Premio Nacional de Restauración que recibió por la modélica rehabilitación de la iglesia del Salvador. Pero Fernando Mendoza no es sólo un excelente arquitecto, especialista en restauración de bienes culturales. Es también un prolijo escritor y divulgador como ha demostrado en el libro Memorias de un Arquitecto (Mascarón de Proa. Almuzara), que ha presentado esta semana en la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, de la que es académico. En sus páginas, Mendoza recoge algunas de sis conferencias, las memorias de las principales restauraciones o los artículos que ha publicado en los últimos 25 años, la mayoría de ellos en las páginas de este periódico.
"Sevilla es una ciudad muy maltratada. Nunca se la ha tratado con cariño. Siempre se ha interpretado que la modernidad era derribar y nunca ha sido eso. Londres o París son ciudades modernas y han tenido mucho cuidado con su patrimonio histórico. Aquí se ha tratado la ciudad como un recurso económico. Sevilla presume mucho de 'sevillanismo' pero muy poca gente está dispuesta a hacer algo por ella", así de contundente se muestra el arquitecto cuando se le pregunta si Sevilla es una ciudad que cuida de su patrimonio. Pero hay más: "Cuando a alguien le van malas las cosas vende su casa para hacer pisos. Así es como se destruye en casco histórico".
Sevilla es una ciudad con un patrimonio histórico y artístico excepcional. Pocos ejemplos hay parecidos. Por ello, este arquitecto, responsable, por citar sólo tres ejemplos, de la restauración de templos tan importantes como el Salvador, San Luis de los Franceses o los Descalzos de Écija, lamenta profundamente las pérdidas patrimoniales que se han sucedido a lo largo de la historia: "El caserío del casco histórico se ha reducido más de un 30% con los derribos de los años 60 y 70 que fueron nefastos. Doloroso fue el derribo de la muralla que hizo el alcalde García de Vinuesa. ¡Y le pusieron una calle! En la Revolución de 1868 se derribó la iglesia gótica de San Miguel, por poner sólo un ejemplo... Nunca ha habido una valoración de la riqueza patrimonial de una ciudad que es única en el mundo".
Una de las actuaciones urbanísticas más dolorosas del siglo XX ha sido la que transformó por completo el barrio de San Julián. "Se derribó por cuestiones económicas y políticas. Era un foco de resistencia durante el Franquismo". En aquello años 60 y 70 la piqueta era la reina de la ciudad. Si no se cometieron más atrocidades fue por el compromiso y la pericia de un grupo de jóvenes arquitectos, entre los que se encontraba Fernando Mendoza. "Nos plantamos. Querían derribar el puente de Triana para hacer uno de hormigón", relata.
La protección del regionalismo
Algo parecido con lo acontecido en San Julián está pasando actualmente en barrios como Nervión o el Porvenir. La especulación está destruyendo las viviendas regionalistas que son santo y seña de la ciudad. "El regionalismo es una de las claves de la Sevilla contemporánea. Una de sus señas de identidad. Pero ha sido siempre denostado por los modernos porque es una arquitectura figurativa, no abstracta. Bebe de referentes históricos". Mendoza se detiene a hablar de una de las grandes figuras, como es Aníbal González, quien paradógicamente comenzó haciendo obras modernistas: "Hay varias casas muy buenas en la calle Alfonso XII. Es increíble porque don Aníbal hace más de 500 edificios en muy pocos años. Ahora mismo se podría hacer un máximo de 50. Se tarda un año en desarrollar un proyecto. Él los hacía en un pispás y, además, muy bien".
Precisamente la enorme burocracia es una de las lacras a las que se enfrenta la arquitectura actualmente. Un claro ejemplo es la Comisión Provincial de Parimonio Histórico, donde los proyectos se atascan. Mendoza formó parte de este organismo durante un lustro en los años 80. La situación, relata, era bien distinta: "Resolvíamos los asuntos en una semana. Ahora tardan un año. No soy capaz de entenderlo. En mi época no había nada de política. Intentábamos salvar el mayor número de edificios de la mejor manera.
Las obras de las Atarazanas
Una de las rehabilitaciones más polémicas de los últimos años, y décadas, es el de las Atarazanas, astillero medieval enclavado en el barrio del Arenal. Mendoza, junto a compañeros como Pepe García-Tapial, ha sido uno de los arquitectos más críticos con la actuación llevada a cabo: "Ha sido un despropósito desde el principio. Un edificio histórico de este tipo no puede someterse a un concurso. La ley de Patrimonio deja claro que sólo se puede restaurar. Todo está mal. La cuestión que suscitaba más interés era la de excavar hasta la cota original. Que no me digan que no se puede hacer porque hay agua. En el Salvador había agua y la sacamos...". Mendoza se moja también con el proyecto de las setas de la Encarnación, que despierta fobias y filias por igual: "Me parecen innecesarias. Es un monumento al ego del alcalde y del arquitecto. Eso sí, tienen mucho éxito".
Fernando Mendoza es el responsable de la rehabilitación de un buen número edificios históricos. Pero si hay uno que destaca es la iglesia del Salvador. La intervención fue modélica por todo lo que conllevó. Este trabajo le deparó un gran reconocimiento por parte del Gobierno de España: el premio nacional de restauración. Dos cuestiones principales quedaron pendientes entonces. El órgano, que se está recuperando ahora; y la fachada de la capilla sacramental que da al patio de los Naranjos: "Es la mejor fachada barroca de ladrillos de Sevilla. Estamos intentando restaurarla".
El peligro de la masificación turística
La proliferación de viviendas turísticas en núcleos residenciales es uno de los principales problemas a los que se enfrentan actualmente las ciudades. Mendoza advierte de las consecuencias, como la expulsión de los residentes de los barrios, fundamentalmente del casco histórico, o el cambio que se produce en el comercio, que pasa a ser de cercanía para los residentes a ser para turistas. "Además, está la sensación de la turismofobia, que es una desgracia, porque el turismo es necesario pero ordenado. Gracias al turismo se han rehabilitado muchas casas. Si algún día dejaran de venir turistas, por lo menos eso quedaría".
Memorias de un arquitecto comienza con una introducción redactada por el también arquitecto José García-Tapial, otro gran defensor del patrimonio sevillano. A continuación se recoge el discurso de ingreso de Fernando Mendoza en la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla. Su título es más que revelador: Los años de plomo del patrimonio arquitectónico de Sevilla. Tras aportar el contexto previo necesario, se pueden leer cinco conferencias: El proceso de restauración; Rehabilitación-reciclaje; El paisaje cultural de Carmona; Los enterramientos de Colón. Carlos Serra Pickman: Cristóbal Colón. Sus estancias y enterramiento en la Cartuja de Sevilla; y Relaciones entre Flandes y la Península Ibérica en el siglo XVI.
A continuación, el arquitecto ha querido divulgar las memorias de restauración de tres importantes monumentos: la iglesia del Salvador; la iglesia de San Luis de los Franceses y la Capilla Doméstica; y la iglesia de los carmelitas descalzos de Écija. A continuación se incluyen 19 artículos sobre patrimonio, muchos de ellos publicados en Diario de Sevilla en los últimos años.
Sólo hay un artículo anterior a los últimos 25 años. Se llama Salvad el Galatea. Mendoza lo ha introducido como triste metáfora de lo que sucede con el patrimonio: "El Galatea era el buque escuela anterior al Juan Sebastián Elcano. Siendo presidente Rafael Escuredo nos mandó a El Ferrol donde se encontraba para que tras ser retirardo pudiera atracarse junto a la Torre del Oro y que formara parte del museo de la Armada. El almirante accedió. El barco vino a Sevilla y se pasó un montón de tiempo en Astilleros esperando una restauración que nunca llegó. Al final se lo regalaron a los escoceses y se puede visitar restaurado en Glasgow con el nombre de Glenlee".
Este caso sirve a Mendoza para introducir un tema también muy recurrente en la ciudad: el aprovechamiento del río Guadalquivir. "Ni siquiera hay un paseo decente entre San Jerónimo y la esclusa", lamenta. El arquitecto defiende que el Guadalquivir ha sido durante 200 años el río más importante del mundo, por lo que no entiende que no esté reconocido por la Unesco por su papel en el Descubrimiento de América, el comercio con las Indias o la Primera Vuelta al Mundo: "Que el tramo entre San Telmo y Chapina no sea Patrimonio de la Humanidad me parece un auténtico despropósito. Por lo menos, que fuera Patrimonio Inmaterial".
Mendoza no rehúye otros temas de actualidad. Como la ampliación del Museo de Bellas Artes. "La ampliación lógica es en el palacio de Monsalves y la biblioteca de Alfonso XII. Con lo que ha dicho el alcalde lo único que se consigue es bloquear la situación".
También critica que Sevilla no disponga aún de un museo de la ciudad, otro proyecto de los que se lleva décadas hablando: "Es incomprensible. La ciudad hay que explicarla para que se entienda". Sobre los lugares para acogerlo señala dos: el antiguo convento de Santa Clara o recuperar la Plaza de España para este uso cultural.
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