Una gran procesión con casi todo en contra
La despoblación del centro y los excesos convierten la salida del cortejo de la Sacramental del Sagrario en todo un reto
Todas las fotografías del cortejo
La hora de los asuntos internos en la Semana Santa de Sevilla
Sevilla/Sacar una procesión para llevarle con toda solemnidad la comunión a los enfermos es ya todo un reto. El centro de Sevilla, tal como se ha quedado tras la pandemia, no es el lugar precisamente idóneo para poner en la calle a Su Divina Majestad. El cortejo que la Archicofradía Sacramental del Sagrario de la Catedral sigue (por fortuna) organizando en la mañana de la dominica in albis tiene más mérito que nunca. O del que podamos recordar. Súmenle que la ciudad amaneció tras dos días de una masa de hinchas del fútbol que dejaron la correspondiente basura y el mal olor que, por lo que se comprobó, los servicios municipales no pudieron combatir, pese a que se trata de las calles del entorno mismo de la Giralda.
La comitiva resultó triunfante pese a las adversidades. En la calle Don Remondo se soportaba como se podía una terrible peste a orines, como sorprendentemente en otras del Arenal. Es evidente que faltaron urinarios y sobró mala educación. Una presencia continua de turistas contrastaba con la estética cuidada de señores de chaqué, faroles de mano, estandartes bordados, cera roja, palio, niños carráncanos, acólitos... Las bicicletas, los patines, los bolardos... El centro acumula cada día más cachivaches. Al menos había dos altares montados en la calle Tomás de Ybarra. El centro despoblado de vecinos e invadido por los excesos. En ocasiones, demasiadas, parecía que los extraños eran los de la procesión. Pero la comitiva seguía adelante llevando la comunión a los enfermos. En ocasiones avanzaba entre ikurriñas y bufandas del equipo campeón de la Copa del Rey, en otras con la banda sonora de maletas arrastradas por aficionados al fútbol con las cabezas rapadas de modo singular y el talle de los pantalones bajísimo. Contrastes.
En un balcón junto a Molviedro luce na bandera del equipo perdedor en la final de la Cartuja. El agente de la Policía Local pone mucho más que voluntad para que no haya obstáculos para la procesión. Los monaguillos lanzan pétalos. Suena Triunfal, suena la Marcha Real. Antes de las 12:30 está todo concluido. Queda la impresión de una victoria frente a los elementos, frente a un ambiente cada vez más adverso. Y por tanto la necesidad más que nunca de seguir sacando una procesión con una finalidad principal: los impedidos. Y hacerlo con el sello particular de la elegancia.
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