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La gran mezquita divide a los vecinos

El proyecto para Sevilla Este genera controversia: hay quienes lo ven como una oportunidad y quienes recelan y no quieren que el barrio sea un nuevo gueto

Espacio en el que se quiere construir la mezquita de Sevilla Este./ José Ángel García
Juan Parejo

03 de junio 2016 - 05:03

Los vecinos de Sevilla Este desayunaron ayer con la noticia de la posible construcción de una gran mezquita, con zona cultural y un considerable centro comercial, en un solar por concretar de la Avenida del Deporte. La primera reacción, según pulsó este periódico, fue la incredulidad. Conforme fueron conociendo detalles del mastodóntico plan, con 60 millones de inversión procedentes de inversores de Emiratos Árabes y la promesa de crear 5.000 empleos, la división de opiniones fue patente: del rechazo frontal a alabar la oportunidad que supone para la zona.

"Lo mismo que hay iglesias evangélicas o católicas, por qué ellos no van a tener su mezquita", asegura Mario, trabajador del centro cívico de la calle Flor de Retama, quien considera que la mezquita no tiene que ser problemática de por sí. Lo único que pide es que "no quieran imponer nada". Mario desayuna un bocadillo en La Despensa del Paraíso 2. Jessica, su propietaria, prácticamente comparte su opinión. "Puede ser bueno para todos, un atractivo para la zona. Atraerá a mucha gente".

Ana Bella González es la farmacéutica de la zona. Aunque reside en Triana, lleva un año trabajando en Sevilla Este. Considera que el barrio es muy independiente y que a los vecinos les puede dar "un poco igual". A ella le parece "muy interesante" la posible creación de empleo. En la cafetería La Viña, Sonia Sánchez rechaza de plano el proyecto. "Cuanto más lejos mejor. Puede ser conflictivo". Comparte con las personas que desayunan la posibilidad de movilizarse, como sucedió en Los Bermejales. Pepi, Remedios y Mercedes, tres señoras mayores, degustan su tostada con aceite cuando se interesan por la mezquita: "¿Dónde la quieren poner?". Tras un diálogo entre ellas, sentencian: "Si no perjudica a nadie por qué no la van a poner, aunque el barrio está más necesitado de otras cosas". Steve es un joven subsahariano que desayuna en la calle Flor de Salvia. Como cristiana -dice- no tiene ningún problema y recurre a una cita del Papa: "Francisco nos habla de que todas las religiones son hermanas".

Isabel, José Antonio y Mari Carmen charlan amistosamente en la Avenida de las Ciencias. Se muestran muy críticos con el proyecto. "En su tierra no dejarían que se construyera una iglesia. Vamos a volver otra vez a la Edad Media. Ellos no son permisivos con el resto. Quieren vivir aquí pero con sus leyes". Como algún otro vecino, temen que parte del barrio se convierta en un gueto. "Tiene que haber un control", sostienen.

El anuncio de la creación de cinco mil puestos de trabajo es el asidero al que algunos vecinos se aferran para defender el proyecto. "Se crea empleo, no me parece mal. Puede haber más movimiento. Además, no sería sólo para los musulmanes". Quien así se expresa es Pedro Ceballos, vecino de la Avenida del Deporte y propietario de la cervecería Hermanos Ceballos. Antonio Rojas, dueño de una papelería, se acuerda de lo que pasó en su día en Los Bermejales, pero tiende la mano: "Los tiempos que corren son de integración, pero hay que tener prudencia". Rojas pone como ejemplo a sus vecinos paquistaníes, musulmanes que "que se toman la religión como se la tienen que tomar".

El tiempo determinará si el proyecto cuaja y puede ser un ejemplo de convivencia en Sevilla Este.

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